RESPIRACIÓN DE LA POESÍA ESBELTA

Rafael Soler no sabe quién es Rafael Soler. Conoce que es una aproximación a sí mismo y que va camino del mar. No admite sospechas y todas las certidumbres vienen de fuera, goterones que llegan de las escorrentías de sus muchos libros. Este que tengo en las manos ya es una declaración desde el título: «Memoria y no». Parece un paso más cercado de tentaciones a los epílogos, pero le puede la inmensa porosidad de las fecundidades primeras a las que esperan quince países y ninguna vanidad.
«Memoria y no» arranca con un aricado de versos delgados como echando surcos derechos a la ventana y la promesa de que ya en el poema siguiente aparecerá el labrador. No es del todo cierto, la cara blanca del poeta transita desde ese «Aún por estrenar llega su voz». Y a partir de ahí, Rafael Soler tritura monotonías en las formas sin dejar de acudir nunca a la lozanía del lenguaje.
El ingenio, la intriga, el tanteo, el riesgo, el desafío abren la puerta al lector para que él mismo asuma el gusto y la manera de hacer suya la entrega poética. Algo que Rafael Soler repite para que no haya dudas sobre su compromiso con la poesía a la hora de explorar tantos aposentos como caben en una hondura acostumbrada a romper silencios y clandestinidades. Supongo que a esta manía se llama vicio.
Rafael Soler regresa en este libro. Y por muchos caminos, incluso acudiendo a madre, a la ternura, al beso de couché, al sueño adolescente que nunca se fue, al abuelo, al erotismo, quizás a padre, bienaventurados agosto y las cerezas.
«Memoria y no» quizás sea un punto de encuentro del poeta consigo mismo. Y de todos los que comulgamos los deshielos de la memoria y sí. A medida que avanza el libro por nosotros se atisba algo como un presente compasivo ( Rafael) desde el que escuchar un momento fugaz la decrepitud, una interpretación contemplativa más desde fuera. Porque todo es un alarde de destiempos como si antaño fuese mañana o al revés. Pero el hachón sigue encendido y el gusto por la poesía indómita también.
No hacer caso al poeta si se conforma con un verso de Luis Cernuda. Estamos ante un autor siempre ascendente cuya retahíla de pasos por la literatura no se dejará de oír. Más de cuarenta años de versatilidad creadora imprimen un carácter sacramental y sin escisiones que se prolonga en este libro hilando detalles hasta eliminar balbuceos y confirmar que el futuro sigue en pie.
Creo firmemente que este es un libro para poetas. Por su incitación. Y porque esa realidad interior que Rafael Soler varea al sol desde la bruma parece orientada a mí. Como si nunca un libro me hubiera amado tanto y de esta manera tan limpia de afonías. Como si yo.
Como si yo no saliera del placer al engolfarme en un libro que no cesa de volar, y en cada poema hay una promesa de que en el siguiente poema te espera un nuevo río encendido para seguir la ruta de una memoria que jamás dará la espalda.
«Memoria y no» es un libro embaucador. Te envuelve en su capa de viaje y ni te paras a pensar en palabras como compromiso, comunicación, estética, y te dejas llevar. Y qué bien. Pienso en los terribles ancianos inquietos adonde no llega aún Rafael Soler, pero sí sus versos para recordar las húmedas piedras que nadie ve. Ahora somos capaces de domesticar los inviernos.
Hablo por mí: esta mañana tengo muchas más ganas de vivir.
(«Memoria y no» ha sido editado por Oscar Ayala -en el recuerdo- y Enrique Villagrasa para la Colección Rayo Azul de Huerga y Fierro Editores).
Valentín Martín.
Sobre Valentin Martín 63 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

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