RITA Y LOS CAUDILLOS

Advierte Rita a los ancianos de que el sexo está en el cerebro. Otra que tal. Esta Rita me hundiría del todo, porque Rodríguez, experto en cerebros, ya me dijo hace tres años que mi cerebro tenía 95 años. Si sumamos un trienio más, ahora andará por los 98. Según Rita, mi sexo ha entrado en coma profundo. Está muy equivocada, por eso yo a una amiga apasionada del ajo y la cebolla, le digo que te bese Rita. Qué manía con hurgar en el sexo de los viejos.
Y qué vicio este país con ayunar responsabilidades y encomendarse a algún caudillo. A mí los caudillos me dan dentera. Incluido Viriato que era de mi pueblo donde, al igual que en Letur, todos somos familia aunque no parientes.
A Viriato le han dado vueltas casi todos, desde Tito Livio -el mejor prosista del mundo, junto a Azorín, Miró y Ferris– hasta los aviadores de Franco. En mi pueblo sabemos que Viriato dormía sin pijama. Y que murió de una traición (somos la traición pendiente) pero que lo de Roma no paga traidores es un bulo más, como el de tócala otra vez Sam, o siempre nos quedará París.
Lo que no es un bulo es la mentira de la reforma agraria que nos prometieron desde Galba hasta la Falange. Por eso nuestro Viriato se enfadó y lo hizo saber en nombre de todos.
Ahora esos todos tenemos voz, son contraproducentes los caudillos hasta para jugar al dominó. Mal asunto es callarse y que hablen por nosotros Rita o Viriato.
Mira lo que le pasa al Barça por culpa de sus caudillos. También otros equipos tuvieron sus caudillos, como el Deportivo, el Betis, o el Real Madrid. Para saber de este último asunto es muy recomendable leer la biografía de Santiago Bernabeu que escribió un gran periodista llamado Julián García Candau, antes de volver al Mediterráneo.
A mí me gusta el fútbol, aunque un individuo devoto de María y de Frascuelo me lo reprochase. Yo, Iniesta siempre antes que un torero aunque sea de Churriana. El fútbol también le gustaba a Alberti, a Galeano, a Benedetti. Lo de este último ya era una pasión que escapaba a las emociones: si perdía Nacional, no dormía; y si además ganaba Peñarol, ni cenaba ni dormía.
Félix Maraña recuerda mucho a Biafra, porque es de los que recuerdan todos los olvidos de los demás. Pues hasta los últimos niños de Biafra fueron felices con el fútbol, sin tener ni idea de Frascuelo.
Yo sabía algo de fútbol, se van muriendo los grandes jugadores que me enseñaron. Sé, por ejemplo, por qué el Barcelona de Helenio Herrera y de los húngaros perdió la eliminatoria de Copa de Europa frente al Real Madrid en abril de 1960.
Yo fui un niño de Biafra feliz cuando mi equipo del alma -la UDS– le ganaba al Arandina. Y me muerdo la lengua para no decir lo que pienso cuando mi UDS desapareció por una deuda de 23 millones de euros, mientras ahí siguen otros que ese mismo día debían 601 millones de euros.
Porque me lo impide mi rechazo a los caudillos, sino saco las cenizas de Viriato.
Valentín Martín.
Sobre Valentin Martín 64 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

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