Traemos hoy una pintora de gran calidad un tanto olvidada. Rosario de Velasco. Nace en Madrid un veinte de mayo de 1904. Su padre, Antonio de Velasco Martin Cuadrillero Bezos, era coronel del Ejército español, y su madre, Rosario Belausteguigoitia Landaluce, una vasca de ascendente carlista y muy religiosa. Rosario se educa, por tanto, entre la tradición, la religiosidad y conceptos de la patria militarizada y de fuertes tradiciones. Poco se sabe de su formación aunque es posible que asistiera a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando sin haber constancia de su paso por el centro. Lo que sí sabemos es que la forma Fernando Álvarez de Sotomayor, pintor tradicionalista y regionalista gallego, que fue director del Prado durante los años 1922, 1931, 1939 y 1960, representando el academicismo clásico frente a los experimentos de las modernidades que se imponían tanto en España como fuera. Sotomayor tuvo gran influencia en la pintura de Rosario, hasta que en los años sesenta y setenta se sacudió el clasicismo comenzando su etapa más personal y experimental.
Sotomayor la impulsó al estudio de Tiziano y Velazquez, hasta que en 1924 concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes con dos cuadros, Vieja segoviana y El chico del cacharro.
En 1932 obtuvo la segunda medalla de pintura en la Exposición Nacional de Bellas Artes con el óleo Adán y Eva (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), obra representativa del retorno al clasicismo, o «retorno al orden», experimentado por las vanguardias europeas en el periodo de entreguerras, con la que ese mismo año concurrió a las exposiciones organizadas por la Sociedad de Artistas Ibéricos en Copenhague y Berlín.1
Con El baño, presentado en 1931 en el Salón de otoño, participó en 1935 en la exposición que la Librería Internacional de Zaragoza dedicó exclusivamente a jóvenes mujeres artistas y escritoras, con la colaboración de Carmen Conde, Norah Borges, Menchu Gal y Josefina de la Torre, entre otras, y en 1936 presentó a la frustrada Exposición Nacional de ese año Los inocentes o La matanza de los inocentes (Museo de Bellas Artes de Valencia), de un realismo calificado de intimista.7 En 1934 expuso en Carnegie Institute de Pittsburgh y en 1936 en la Exposición de Arte Español que tuvo lugar en el Musée des Écoles Etrangères Contemporaines de París.
Su extremado catolicismo la hizo acercarse a la Falange, siendo de las primeras mujeres en militar en dicho partido, además de mantener una estrecha amistad con José Antonio Primo de Rivera ( fue ella quien realizó la última foto en el patio de la cárcel de Alicante poco antes de su fusilamiento) así como de su hermana Pilar. Militó también en la Sección Femenina de Falange.
Viviendo en Barcelona, vio, desde el balcón de su casa, como unos milicianos de la CNT detenían a una monjas. Tomó unas bombillas que envolvió en unos paños arrojándoselas a los milicianos. De momento no le pasó nada, pero una vecina la delató tiempo después siendo detenida y conducida a la cárcel Modelo de Barcelona. El que luego sería su marido, el doctor Xavier Ferrerons, junto a otro compañero médico, la ayudan a escapar, sacándola en una carretilla de la cárcel. Es posible que la salvaran la vida porque la compañera de celda fue fusilada al ser falangista como ella. Poco tiempo después se casó con el médico, huyeron a Francia con el fin de pasarse a zona sublevada y tuvo a su única hija, María del Mar. Poco después se refugian en Las Machorras, pueblo de Burgos y más tarde, la familia pasa a vivir en San Sebastián donde comienza a colaborar como dibujante con la revista Vértice.
Acabada la guerra, Rosario, se distancia del régimen por considerar que el dictador se alejaba del inicial ideario fascista joseantoniano, incluso se dice que despreciaba a Franco por considerarlo un patán. Su alejamiento del oficialismo posiblemente potenciara el ostracismo de su obra. Siguió pintando y manteniendo un selecto grupo de amigos de talente cultural como Dionisio Ridruejo, Pere Pruna, Carmen Conde o Eugenio d’Ors, quien dijo de ella que era la Pola Negri —diva del cine mudo— de la pintura.
El diario Abc la describe como una mujer hermosa, tal que pan cálido y ojos melosos, además de otras lindezas que poco o nada tenían que ver con su gran talento pictórico.
En 1941 expone en la Exposición Nacional de Pintura y Escultura, en 1942 en la Bienal de Venecia, en 1944 es seleccionada por Eugenio d´Ors para el Segundo Salón de los Once. También realiza ese mismo año las pinturas murales de la capilla de la Residencia de Señoritas Teresa de Cepeda (creada por afines de la Sección Femenina, queriendo emular al Lyceo de Señoritas que unificó el talento femenino durante la Republica)
En 1968, cuando ha evolucionado desde su clasicismo hacia formas más diluidas y personales de nueva objetividad, ya que en sus años anteriores está visiblemente influida por el expresionismo alemán que se enfrentaba a las nuevas formas que conformaban el arte abstracto y dadaísta, se le otorga el Premio San Jorge, y en 1971 la galería Biosca realiza una muestra de parte de su obra, de forma individual.
Muere en Barcelona el dos de marzo de 1991.
La obra de Rosario de Velasco, andaba desperdigada entre diversos particulares y familiares, una de sus sobrinas, al ver un cuadro suyo en medio de Dalí y Maruja Mallo, en el Museo Reina Sofía, toma conciencia de su valor y del desconocimiento de la obra de su tía. Reúne la diversas pinturas desperdigadas que son cedidas por particulares y conforma una exposición que le hace justicia al tiempo que nos permite valorar el tamaño artístico de esta pintora poco valorada y casi olvidada.
María Toca Cañedo©
https://www.youtube.com/watch?v=1EbMm-XQ0rQ
Deja un comentario