¿Qué pasó con la vida cotidiana?, ¿dónde se escondieron las pautas y los ritmos diarios marcados por la dictadura de un tiempo que dejaba atrás a todo aquel que no llegaba a tiempo a la parada del autobús, a la parada del metro, a la cita del médico o a fichar antes de entrar a su puesto de trabajo?. Tiempo de preguntas que surgen de la “nada” cuando hace tan sólo unos días nuestras preguntas eran otras muy distintas que nacían del “todo”. Preguntas que sólo ahora afloran a la sombra del temor y la incertidumbre irracional, como cuando surge la fe en el ateo de una forma espontánea y sorpresiva haciéndole sentir vulnerable ante los ojos de un Dios cuya existencia se antoja angustiosamente necesaria.
Ahora que el ruido del mundo al girar ha cesado, no es momento para que se aglomeren preguntas en nosotros incapaces de respetar el metro y medio de distancia necesario para evitar la expansión de un virus que no sólo infecte cuerpos sino mentes. Ahora que el ruido del mundo al girar ha desaparecido, es el momento de pensar, reflexionar y esperar con paciencia la llegada de las respuestas a las preguntas que nos hacíamos cada vez que cogíamos un autobús, un metro o nos dirigíamos a trabajar. Aprovechemos para recibir y acatar esas respuestas que aplaquen el hambre de decenas de nuestros “¿cómos?”, nuestros “¿cuándos?” y nuestros “¿por qué?”. Una vez todas las respuestas hayan sido escuchadas y comprendidas, estas deberían ser guardadas en lo más profundo de cada una de nuestras conciencias para que dentro de un tiempo, más inminente que lejano, no olvidemos que fuimos ridiculizados por algo más pequeño que nuestras propias células pero muchísimo más grande y potente que nuestro propio ego. Sólo así habremos aprendido algo que de verdad sirva para algo una vez que el IBEX y los indicadores macroeconómicos vuelvan a situarnos en las celdas sin barrotes de nuestra ansiada libertad.
El mundo parece haberse detenido pero, que nadie se lleve a engaño, sólo lo parece en nuestras mentes. El planeta sigue girando impasible e imperturbable, carente de todo sentimiento hacia las sociedades que alberga en su interior. Seguimos dando vueltas en un punto indeterminado del universo sin que a nada ni nadie le importe, por muchas plegarias que se exhorten o por muchas lágrimas que se derramen. Cuando seamos conscientes de nuestra propia gran debilidad y de que durante semanas estuvimos sometidos a los dictados de un destino que para muchos nunca podría haber existido, entonces y sólo entonces comprenderemos que para salir adelante necesitaremos a los demás.
En este tiempo de pandemias, incertidumbre colectiva y la venida de nuevas plagas bíblicas, es el momento de recluirnos en lo más profundo de nuestros hogares para evitar que nuestra presencia en las calles pueda suponer la condena de otras personas que quizás ni conozcamos. Tenemos la oportunidad de luchar todos juntos y convertirnos en un gran ariete que sea capaz de abrir las puertas de un nuevo periodo que pueda ser recordado como el logro colectivo más importante de nuestras vidas, y a su vez, que sirva como lección para las generaciones futuras.
En poco tiempo el ruido del mundo al girar comenzará y todo volverá a ser como antes. Espero volver a veros a todos muy pronto de nuevo, como si nada hubiera ocurrido, pero con una gran lección de humildad aprendida y con las ganas de reflexionar y pensar sobre todas aquellas cosas que el mundo de nuevo al girar no nos permitirá.
César Canales
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