La llamada a rebato de las derechas (la ultra y la ultra+) ante el anuncio de los artículos que van desde el 544 al 549 del código penal que definen el delito de sedición, ha rayado la histeria. Claro que todo lo que haga el gobierno comunista/bolivariano/etarra es postulado como alta traición para las huestes de los nuevos Tercios de Flandes, y por tanto no nos extraña mucho.
Acusan al gobierno de “vender” la patria a cambio de los apoyos que prestan los independentistas. Es posible que sea así, les concedo ¿Y qué?
Qué problema tienen para que gente que hace cinco años se dejara apalear y su despecho hacia el estado español les condujera a un salto sin red sobre la legalidad vigente, que ahora prestan conformidad a un gobierno, que de comunista tiene lo que yo de monja clarisa. Lo dejamos en ligeramente socialdemócrata y sobra. Haber dado la vuelta al irredentismo catalán -que no me engaño, las personas independentistas no han cambiado, solo se adaptan a las circunstancias como llevan haciéndolo muchos años- creo que es uno de los triunfos incuestionables de este gobierno. Quizá el mayor.
Se ha pasado de un problema acuciante a una sucesión de componendas y negociaciones que no irritan demasiado a ambas partes. Como debe ser. Como deben de tratarse los conflictos.
Lo que ocurre en este país es que tendemos al todo o nada (la izquierda también, pero ese es otro tema) a vencer o morir. El pacto, la transigencia y la componenda está mal vista por las derechas montaraces que sienten que la victoria guerracivilista llega hasta el presente. Se consideran dueños de España y a quien no acepta ese axioma le dan leña. Pero leña irredenta e incendiaria. No comprenden que cualquier conflicto debe resolverse con pacto. Incluso después de una guerra. De las derrotas infames y totales suelen salir rencores que anidan en las raíces de la historia. Como ejemplo está la paz de Verdún y sus consecuencias en los bares alemanes de entreguerras. Sin irnos lejos, nuestra guerra civil no ha cerrado las viejas heridas porque los vencedores ejercen de tales y a las vencidas nos sigue corroyendo la rabia por la falta de empatía del otro bando.
El presidente Lincoln, acabada la guerra civil americana se propuso cerrar heridas, considerar que toda persona confluía en el mismo país y que juntos le harían grande. A fe que lo consiguió mientras que el franquismo optó por diluir en los muros de los cementerios las ideas democráticas, socialistas y republicanas. A golpe de fusilamiento, ricino o rapado quisieron eliminar la parte de la población que no pensaba como ellos.
Nadie va a evitar la ideología del opuesto, porque parte de nuestras emociones y vivencias, pero sí podemos evitar el dolor y el pudridero del rencor trasladado en el tiempo.
No lo entiende así la derecha…Por eso voy a desgranar alguna de las condenas que se han producido en nuestro país, no por sedición, sino por rebeldía, matiz importante porque en la primera no hay violencia ni se utilizan armas mientras que en la segunda sí, con manifiesta intención de revertir la Constitución.
El golpe de estado producido el 23 de febrero de 1981, con el ataque e invasión al Parlamento, la amenaza armada a sus señorías durante largas horas, el apartamiento de los líderes de izquierdas en habitaciones solitarias, además de la salida de tanques y su paseo nocturno por Valencia, que aún hiela la sangre de la gente que lo vivió, la salida de la acorazada Brunete, en un movimiento suicida del comandante Pardo Zancada cuando ya se atisbaba la derrota al operativo, siguen perturbando a las personas que recordamos aquello con terror. Y con el pasaporte en la mano…
La media de condena de los interfectos fue de seis años. Les dejo algunas de las sentencias y lo que se cumplió.
Antonio Tejero Molina: condenado a treinta años. Cumplió en penales habilitados a todo lujo con visitas de gente de todo el país, paellas, jamones y tartas a discreción. Salió en 1996. Hay que decir que el perla, tenía un largo, larguísimo, historial de sediciones varias. Cartas al ministro de turno manifestando rebeldía, cartas a la prensa, revueltas en cuarto de banderas y…la operación Galaxia, que fue detectada siete meses antes del golpe. Se organizó la frustrada asonada en esa famosa cafetería de Madrid. Estaban implicados mandos militares con cargos importantes. Y no pasó nada, se le amonestó con cariño, no se le puso vigilancia ni se abrió investigación sobre unos hechos altamente amenazantes como se confirmó poco después. Lo de no investigarlos… es algo un poco increíble. Ocurre que si se confirmara que era seguidos e investigados la pregunta que surge al momento es ¿cómo fue posible que organizara el 23 F? Misterios que espero conocer antes de morir, aunque, les confieso, que tengo muchas certezas y pocas dudas sobre lo acontecido.
Seguimos con las penas impuestas a los rebeldes, que no sediciosos.
Miguel Manchado García: condena de ocho años. Cumplió tres.
Milans del Boch: condena de treinta años (recuerden, mandaba en Valencia, sacó tanques, escribió un edicto para el toque de queda que espeluzna) cumplió nueve años.
José Ignacio San Martín: diez años de condena, cumplió cuatro
Diego Ibáñez Inglés: diez años…que se quedaron en escasos cinco.
Ricardo Pardo Zancada: doce años… cumplió cinco, como el anterior
Para el resto de los implicados, que según datos oficiales, muy discutibles, llegaron hasta los doscientos, no hubo condenas. Se alegó obediencia debida permitiéndoseles seguir en el ejército, incluso alguno de los condenados, también se reinsertaron en la vida militar, ascendieron y medraron lo suyo.
Claro que para el sistema nacido en el 78 no era lo mismo rebelarse a favor del ideario democrático como se demostró con la terrible humillación pública, a la que sometieron a la Unión Militar Democrática
( UMD), militares que tomaron ejemplo del Movimento das Forsas Armadas portuguesas y conspiraron para conseguir unas Cortes Constituyentes, el respeto a los derechos humanos y una democracia plena. Corría el año 1974 y este grupo (de 400 a 600 se dice) se reunían para realizar un pronunciamiento a la inversa. O “mojar la pólvora” según argot que utilizaban con el fin de democratizar y adaptar a los tiempos un ejército fascista con las resmas de la guerra civil en todos sus mandos.
Fueron detenidos y los nombro como homenaje agradecido:
Luis Otero Fernández, Restituto Valero, Fermín Ibarra, Jesús Consuegra, José Fortes Bouzán, Manuel Fernández Lago, Fernando Reinlein (a quien pediré, por medio de su hija, una entrevista algún día) Abel Jesús Cillero. José Ignacio Domínguez, no fue detenido al encontrarse fuera de España .
Se les hizo un Consejo de guerra el ocho de marzo de 1976, juzgándoles en un solo día. Las condenas fueron de cuatro a ocho años con la consecuente baja definitiva en el ejército español. Recuerdo con rabia las humillantes fotos de los militares y la prisión que sufrieron, que solo la ley de Amnistía de octubre de 1977, conmutó. Hubo un intento de rehabilitarles y permitirles el reingreso pero el ministro Gutiérrez Mellado (sí, el celebrado militar y ministro) amenazó con dimitir a la vez que el ruido de sables dejó en nada la reforma de la ley que se quiso propugnar. Corría el año 1980, en plena Modélica Transición.
No fue hasta el treinta de diciembre de 1986, cuando el gobierno socialista rehabilita a los gloriosos militares democráticos permitiendo su retorno al ejercito. En el 2002 fue solicitado por varios grupos políticos el homenaje y reconocimiento a estos héroes democráticos. El PP se opuso ¡cómo no!
Los homenajes mejor para los militares golpistas ¿verdad alcalde Almeida?
Y llegamos al Procés. Se les condena por sedición según la Abogacía del Estado, porque los/as políticas catalanas organizaron un referéndum contraviniendo a las autoridades judiciales que lo prohibieron. Penas a las que fueron condenados:
Raül Romeva, Dolors Basca y Jordi Turull, a doce años. Joaquim Forn y Josep Rull a diez años y seis meses.
Ahora, acusan al gobierno que la reforma del código penal obedece a la atenuación de penas de los condenados, inhabilitados y exiliados. Y les parece fatal. Los mismos que reivindican y nombran calles al militar golpista y fascista Millán Astray. Los mismos que consienten que en la Almudena se troceen las lapidas de las Trece Rosas.
Se lo decía en el inicio del artículo. Es “su” España. Es “su” ideología lo que defienden. Pero se enfadan cuando les llamamos franquistas o fascistas (algunos/as lo tienen a gala, por cierto)
El artículo podría extenderse a los crímenes realizados durante la Transición, por las FOP o por la ultraderecha que quedaron impunes o casi. A los desfalcos de las diferentes tramas (Púnica, Gurtel…) en donde prescribieron los delitos o hubo un “arreglo” con fiscalía o jueces afines que dejó en nada las condenas. Por no hablar de los delitos impunes que durante su reinado cometió el Emérito y su corte de los milagros. Tampoco es subversión los Protocolos de la Vergüenza, propiciados por Ayuso y su gobierno. Como no lo fue el enriquecimiento del hermano de la sinvergüenza mientras padecíamos el Covid.
No, amigas/os, eso no es subversivo. Robar, esquilmar, deshacer la sanidad pública, la escuela pública, paralizar la judicatura, privatizar entregando a amigos las empresas del estado, eso no es subversivo ni punible.
Solo es grave cuando alguien quebranta los artículos del 544 al 549, del código penal, salvo que sean de ultraderecha. Entonces son patriotas y los dedican plazas.
María Toca Cañedo©
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