Seamos serios y utilicemos el humor para ello.
Tararí, tararí, los jueces y magistrados se cabrean tras el acuerdo de Junts per Catalunya y el PSOE.
Anda jaleo, jaleo…
¿Pero qué chanza es esta? ¡Formalidad! ¡Gravedad! ¡Compostura! ¡Estamos ante la justicia!
Luchemos contra gigantes, amigo Sancho. Estos son: el miedo, la ignorancia y la injusticia…
Es evidente que Cervantes a lo largo de su obra habla de una injusticia como falta de libertad, el don más sagrado que Dios pudo dar al hombre, pero también de los que llevaban a cabo la distribución de la justicia y de su poder.
Todas las asociaciones de jueces y magistrados se han revuelto contra el mencionado pacto. ¿Quizás tengan miedo a que les quiten su libertad como parte del Estado o miedo a que se le controle, a que se le vigile? No tengan ustedes tanto temor, advertidos jueces y magistrados, no sean tan asustadizos, que nadie pretende robarle su libérrima autonomía. Pero es curioso, ¿sabrían ustedes la cantidad de veces que la ciudadanía hemos tenido ganas de revolvernos contra algunas de sus decisiones claramente prevaricadoras o partidistas, y siempre a favor de una derecha recalcitrante? ¿Ustedes creen que cuando se pronuncian finalmente de una manera, los ciudadanos no vemos intención determinada en su fallo? ¿Tan tontos nos creen?
En la mirada de Alejandro Casona sobre el Quijote, señala del manchego, cuando habla de la justicia y de la libertad, que, según creía lo que sobraba era la ley. Quién sabe si de alguna manera no hemos llegado a esto por un camino más que retorcido. La expresión inglesa lawfare (guerra judicial) se suele acuñar para señalar que el Poder Judicial es utilizado como un actor partidario, para desprestigiar la carrera política de un opositor o trabar una política pública, entre muchos otros casos. Hecho que, en el fondo, significa que la búsqueda de la verdad en la investigación de un caso ha sido sustituida por una especie de guerra llevada adelante por los tribunales.
-Huy, anda jaleo, jaleo; ya se acabó el alboroto y ahora empieza el tiroteo…
¿Nos suena las denuncias y demandas judiciales contra Podemos, todas ellas cerradas sin consecuencias jurídicas, pero, sí políticas? Y no quiero hablar de la utilización jurídica del régimen franquista, que tanto añoran algunos ciudadanos de la extrema derecha, pues no tendríamos papel suficiente, pero baste nombrar a Julián Grimau, acusado falsamente y asesinado por esta utilización de la justicia.
¿No se produjo en dicho régimen la utilización de la ley y de los procedimientos jurídicos como arma de guerra? ¿No se están utilizando ahora? ¿No?
Hagamos un ejercicio imaginario. Elijan ustedes un sector o un opositor, el que ustedes quieran, por supuesto con la consideración de enemigo, por lo que ustedes se convierten en el opuesto hostil, por supuesto oficialista y detentor del poder. Su ejercicio es utilizar los procedimientos judiciales como forma de perseguir, reprimir e incluso eliminar política, social o económicamente a su adversario o a la oposición. Ahora bien, esto no es un trance entre dos sin más. El oficialista necesita a alguien que conduzca dicho procedimiento bélico y que le dé carta de naturaleza a su objetivo. Este tercer elemento, normalmente miembro público de la judicatura, usará las normas, las leyes como proyectiles, y siempre a favor de usted, del poder.
No soy jurista de ninguna característica, y tampoco quiero meterme en ese campo, por lo que mi narración de lo que es un lawfare está basado en las tesis del abogado Maximiliano Rusconi. ¿Pero a que se entiende bien? Pues eso.
Yo me subí a un pino verde por ver si la divisaba, y solo divisé el polvo del coche que la llevaba. Anda jaleo, jaleo; ya se acabó el alboroto y ahora empieza el tiroteo…
¿Se creerán los jueces que los ciudadanos somos tontos, ingenuos o iletrados jurídicos? Bueno algo de todo esto si tenemos, pero somos capaces de ver el polvo, la polvareda que muchas resoluciones nos imponen dichos magistrados. Estos funcionarios del Estado deberían saber lo hartos que estamos la ciudadanía de esa actitud endiosada que muestran, demuestran e imponen. Parecen que no son de este mundo real, de la sociedad a la que pertenecen, pero el daño que urden cuando sus fallos son, como mínimo, partidistas o prevaricadores, demuestran que están ahí, donde están y para quien están.
¿Sabrán lo harto que estamos de la actitud antidemocrática y chocarrera del CGPJ? ¿No hay en su comportamiento un ejercicio bélico contundente y sangriento jurídicamente? ¿A quién apuntan? ¿De qué se defienden? Dan pena cada uno de ellos y la sociedad no tiene ya el mínimo respeto que se merece una institución como el CGPJ.
Queridos jueces, una comisión de estudio, análisis o investigación parlamentaria, no es más que eso, y su resultado nunca serán fallos judiciales, ni intentarán menospreciar a la legislatura. ¿Pero es que los ciudadanos, por medio de la participación de nuestros representantes, no podemos analizar y debatir vuestras actitudes jurídicas? ¿Quién os creéis que sois, dioses? Insisto que estas comisiones, que no son nuevas, ni originales, no devastan vuestra autonomía estatal, ahora bien, vosotros si podéis criticar, incluso opinar políticamente, como con la ley de Amnistía, a la parte legislativa y como permuta los ciudadanos solo debemos adoraros. ¿Es que, a uno de los jueces más nefasto para la propia judicatura, el Sr. García Castellón y los ciento veinticinco sobreseimientos en la Púnica, entre otros, hay que aguantarle sus saltos en el vacío por ser juez? No sabéis lo cansados que nos tenéis a la ciudadanía.
Toma castaña, Evaristo… ¿Calentitas?… Caliente, caliente, recién sacada del horno, de la sartén…
En fin, estimados magistrados, alguien dijo que la justicia, a pesar de ser ciega, en España veía mejor por el ojo derecho. Tampoco pretendemos que no tengáis vuestro corazoncito político, religioso o moral, pero si me llevan hasta un juez, ¿he de tener precaución ante estos conceptos o por la justicia que debe impartir?
No enfadaros tanto. El lawfare ha existido siempre, existe y existirá, está en la condición humana y en la política, o, mejor dicho, en la posición de poder; el problema es que ustedes no deben ser mano de este poder o utilizar la potestad que os dan las leyes para manipular el poderío contra un adversario o una opción contraria a vuestros principios religiosos, morales o ideológicos. Sé que este principio es básico y que ustedes lo tienen como regla esencial en vuestro ejercicio. Nadie lo duda, por lo que no señalo a todo el oficio, a todas las categorías, pero es que hay algunos que se le ve a distancia y levanta una polvareda densa y lejana.
Jesús Carmona Díaz-Velarde
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