Hay una norma común en los últimos tiempos: silencio y miedo. Se repite con la constancia de la gota malaya hasta socavar los pilares de las precarias democracias sostenidas por leyes y constituciones caducas y limitadas que en estos momentos vemos en peligro. Padecemos tiempos en que defender lo conquistado es causa común y da mucha pena. Porque el futuro debiera ser el punto de mira, ver cada día como mejoramos leyes, casuísticas sociales, debiera ser norma y no tener que detenernos a amparar los derechos conseguidos.
Es la triste realidad que nos acompaña. En EEUU llegó ese despilfarro de ser humano llamado Trump, mientras en Europa se abaten aires de un fascismo remodelado al gusto de la modernidad y no se nos caen los pelos del sombrajo por ver a un ministro italiano (Salvini) insultar al inteligencia y el buen gusto queriendo caer simpático mostrándose desnudo en una cama en revista de máxima tirada. Por no hablar de los gobiernos polacos, húngaros, austriacos…que se deslizan a paso de oca hacia tormentosas ideologías que creíamos caducadas ¿Qué nos está ocurriendo? ¿Qué pasa en la mente de las intelectuales (femenino inclusivo) para dejar pasar la tormenta poniéndose a cubierto, sin mayor implicación? Hace días escribía Saviani en artículo clamoroso (de clamar en desierto) https://www.eldiario.es/zonacritica/parte_6_795530457.html haciéndose las mismas preguntas ¿Dónde están las voces que debieran alzarse?
Un silencio aterrador nos responde. Un silencio cobarde y aturdido nos da respuesta a las mayores atrocidades que salen de la pantalla de nuestras televisiones para juntarse con la sopa que tomamos al mediodía sin alterarnos el apetito lo más mínimo. Ya no hablamos del ciudadano común, no, hablamos de intelectuales, gentes del deporte, teatro, cine, televisión. Callan, callamos con el silencio cobarde que otorga y dejamos hacer al canalla sus tropelías sin menoscabo de seguir viviendo. Porque no nos toca. Porque no nos llega a nosotros en nuestro egoísmo social absolutorio.
He asistido en varias ocasiones a los silencios de personas que luchaban, que rompían moldes, en los últimos tiempos. Desdecirse de una crítica más que justificada por miedo a un proceso y a la coartación de un futuro. Ocultar el nombre o disimularlo en la firma de un artículo…por evitarse problemas laborales futuros. He tenido que quitar párrafos de alguna entrevista…por temor a represalias. Soslayar la verdad en aras de no complicarse la vida y/o el futuro. Y callar. Callar mucho porque nunca sabes quién te lee o quien te escucha ¿Todas conspiranoicas? ¿Todas cobardes? ¿Todas con miedo? De todo hay y de todo nos debemos examinar.
Cuando callamos o disimulamos la verdad nos estamos haciendo cómplices y mantenedoras de una situación que camina hacia la locura. En EEUU se separa a los pequeños de sus familias, inmigrantes, y pocas voces, muy pocas se han levantado en contra de una medida tan cruel como la que llevó a millones de personas a la muerte allá por los años cuarenta del pasado siglo. Comenzaron haciendo ghettos ¿recuerdan?
El gobierno sionista/asesino de Israel encarcela, golpea, mata a niños, jóvenes, pisotea derechos, crea un apartheid ante el silencio y la aquiescencia de los gobiernos domados de Occidente que solo muestran sus garras cuando los intereses políticos/económicos lo permiten. ¿Recuerdan aquella guerra santa que se llevó a cabo contra el maléfico de las armas de destrucción masiva? Nada hace prever que los amigos de las democracias la emprendan a gorrazos contra Nethanyahu o contra Trump por las felonías. Nadie hace prever que las diatribas xenófobas, racistas que insultan al oído, de Salvini, hagan negar el saludo a los amigos de la Unión Europea. Son cosillas de risa, son cosas de un tipo un poco exaltado. Pecadillos perdonables, no nos pasemos, se dicen en las alfombradas alamedas de las reuniones del G8 y similar. ¿Qué decir de las medidas que están siendo tomadas en Hungría, Polonia, Turquía? Gritamos con alegría cuando por un puñado de votos salvamos un gobierno de las garras de la ultraderecha más aguerrida y respiramos aliviadas cuando debiéramos saltar de barricada en barricada defendiendo el derecho a vivir en libertad y el derecho a todo ser humano a mantener la vida y la dignidad.
Y callamos. Y nuestro silencio lo llenan ellos, los que sí hablan, los que sí gritan. Gritan consignas racistas, pupulistas bastardas basadas en mentiras que mil veces repetidas calan en el pueblo y las hacen suyas. Como la falacia de los subsidios a inmigrantes, de ayudas, de prebendas. Da igual que demostremos una y mil veces que es mentira, que esas palabras vocingleras solo buscan el odio. El pueblo solo oye una voz y termina por creerla. Porque con nuestra cobardía ayudamos de forma pasiva a proclamar la mentira.
Callamos cuando el cachorro de la ultraderecha, que ahora preside el PP nos quiere hacer retornar al siglo XIX, rescindiendo derechos como el aborto, las leyes de violencia de género y posiblemente hasta la lavadora y el lavavajillas para volvernos mujeres de nuestra casa. Callamos cuando en hora punta, en la Catedral de Santiago, en misa retransmitida por RTVE un tipo con vestidos dorados y tiara más digna del disfraz de día del Orgullo, se atreve a cuestionar el preservativo y relaciona la sexualidad con los males del mundo. Callamos y dejamos pasar.
Asentimos con el silencio culpable de los cobardes y mientras el mundo se despeña con nuestro asentimiento. Estoy convencida que todo ese futuro que guardamos, todas esas palabras que comemos, toda esa cuidada “prudencia” nos va a retornar en forma de violencia y de rabia de unos cachorros envenenados de fascismo.
Entonces ya saben que como se han llevado a tantos, nos vendrán a buscar y no habrá remedio. Eso sí, habremos callado y sido prudentes por encima de nuestras posibilidades.
María Toca
Hola Maria , me ha puesto los pelos de punta tu artículo , ayer mismo tenia esta conversación con mi marido mientras ibamos para casa por la noche, y le preguntaba , donde y porqué esta callada la izquierda? . Solo les importa llegar al poder, y nada mas , ya no confio en ningún partido , esta fallando la educación que damos a nuetros hijos ,pensamos que con darles todo hay suficiente , lo digo por lo que veo de muchos jovenes y cómo piensan , estamos volviendo para atras , y sólo nos importa las cosas materiales , todo es una mentida y mientras no nos toque a nosotros que mas dá, en fin perdona lo largo de mi opinión , pero cada vez estoy más desanimada , y ya sin comentarios de lo que pasa aqui , perdona otra vez , y feliz verano , un abrazo
Así es Olga. Lo observamos en todos los ámbitos…y en @LaPajareraMgzn de forma especial, quizá porque somos lenguaraces y eso asusta un poco. Y no, creo que debemos dar pasos al frente, aun a riesgo de equivocarnos. La ley Mordaza hace daño, la precariedad laboral hace daño a la gente joven que teme por su futuro. Es comprensible pero no justificable. Si te sirve de consuelo, somos varias las que no sentimos miedo dentro de esta casa, o si lo sentimos no lo hacemos caso. La sociedad no se construye con miedo. Gracias por tu opinión, Olga.
Pura víscera tu artículo. Es hora de perder el miedo. En mi trabajo tuve que contenerme mucho. Callar. Ya no más. No tiene tanto mérito porque acabo de quedarme sin él. Pensaba cerrar mi facebook para dejar de amargarme por tanto comentario imbécil y pensaba que te echaría de menos. Ya no lo cierro. Y no me voy a callar. Tampoco yo. Y, como tú, espero animar a que otros y otras tampoco se callen. Aunque nos caigan chuzos de punta y tengan que caer algunas amistades que no merece la pena mantener. Gracias doña incansable.
A ti. Y mil gracias por esa decisión y por el apoyo. Un abrazo con grito de rabia