«Igual que en las cajetillas de tabaco se obliga a los productores a poner el FUMAR MATA, en las redes sociales, también se debería obligar a los que las gestionan a advertir: LO QUE VA A LEER USTED AQUÍ PUEDE SER MENTIRA».
Estas palabras están extraídas de una de las intervenciones que tuvo la periodista Soledad Gallego Díaz en un acto organizado por el grupo MULTIMEDIA JIENNENSE para conmemorar su veinticinco aniversario. Acto en el que estuvo acompañada del profesor, periodista y escritor Antón Losada, del magistrado del TSJA, profesor y escritor Miguel Pasquau Liaño, y que coordinó Manuel Expósito Moreno, director del Grupo.
Porque, tal y como se subrayó en el mismo, vivimos momentos muy preocupantes pues, a la falta de profesionalidad que muestran un gran número de medios, generalmente asociados a empresas multinacionales y grandes grupos de comunicación, se le une la acción desinformativa de las redes, convertidas en un surtidor infinito de «bazofia», hay quien la llama posverdad, que el potencial consumidor deglute sin ningún tipo de prevención. Esta es una causa no menor de la ola neofascista ultraliberal que nos invade.
Conocí a Soledad Gallego Díaz personalmente hace ya más de dos décadas. En aquel tiempo, compaginaba mi trabajo de profesor con el de concejal y portavoz del grupo municipal de IU en Úbeda. Se dio la circunstancia de que, siguiendo el turno rotatorio establecido en el Ayuntamiento para proponer pregonera o pregonero de las fiestas locales, el grupo municipal que representaba eligió a Soledad para dicho cometido. La elección no fue fortuita, el nombre de su padre, Matemático José Gallego Díaz, es también el de un centro de primaria de la ciudad, hoy reconvertido en centro de Secundaria. Por aquel entonces, un proceso de «guentificación» del centro escolar ponía en peligro su continuidad. Soledad no dudó en acudir a nuestra llamada, ofreciéndonos un pregón ajustado y preciso, que acabó por convertirse en una reivindicación emocionada no sólo de la figura paterna, sino de la de aquellas y aquellos docentes republicanos purgados por la dictadura franquista. La luz del conocimiento y la razón frente a la penumbra enajenada de la falta de educación y la fe ciega.
Veinte años después, he vuelto a escuchar y a conversar con una mujer, con una periodista, cuyo currículo profesional sobrepasa con mucho la extensión de este texto, (https://es.wikipedia.org/wiki/Soledad_Gallego-D%C3%ADaz…) pero que, si nos centramos en el ético, se podría resumir con una palabra HONESTIDAD, un valor en riesgo de desaparición en tantos ámbitos de esta sociedad deforme y perdida en la que vivimos, pero de forma dramática, por su trascendencia, en el del periodismo. En esos minutos que pude compartir con ella, encontré a una mujer cansada por los kilómetros de sendero recorridos, quizás con una sombra de escepticismo, pero con una convicción férrea en los principios éticos y republicanos que la han movido durante toda su vida.
Me despedí de ella en la puerta del hotel con dos besos y un «cuídate» que, en realidad, escondía un «sigue cuidándonos», lo mismo que hice hace más de veinte años, cuando el monstruo neoliberal apenas nos balbuceaba con aliento podrido sus soflamas distópicas. Entonces, personas como Soledad, periodistas como Soledad Gallego Díaz eran muy necesarias, hoy ya son imprescindibles.
Juan Jurado.
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