Quietud de tarde soleada
qué añorante asomas a mi cuarto
déjame con tu plácida mirada
la calma y el sosiego de mirarte.
Envíame la suave brisa cual caricia
que a mi rostro devuelva paz y calma;
los ojos se me llenen de paisajes
que el crepúsculo amaine, cual tapiz
y déjame enjalbegada con mis sueños.
Abrí la ventana para verte
dejé, entre sombras, el visillo descorrido
a fin de que el aroma y el susurro
de tus suaves contornos me cubrieran.
Ahora, en mi cuarto se respira
la paz aciaga de esta tarde,
mientras a lo lejos, escucho
el canto lívido de un pájaro
y el titubeante ladrido de algún perro.
Tarde, liviana tarde que se oculta
entre anaqueles de costumbre
y el opalescente recuerdo de otras tardes
que con su manto, el crepúsculo, oculta.
#MariaToca©
Santander-7-5-2017. 21,11
Muy bueno, María, desde tu ventana interior y exterior.