Teresa Claramount

«Dejaos, amigas mías, de esos embustes que os enseñan las religiones todas. Desterrad lejos, muy lejos, esas preocupaciones que os tienen, como a los esclavos del siglo XIII, con un dogal que no os deja moveros para que no penetréis en la senda de la razón. Mi voz no llega a todas vosotras, compañeras queridas; pero seáis las que seáis las que leáis estos renglones que dicta un corazón que siente y un cerebro que piensa, no olvidéis que la mujer se ha de preocupar por su suerte, ha de leer los libros que enseñan, como son las obras ácratas, ha de asociarse con sus hermanas y formar cátedras populares donde aprender a discutir o para ir aprendiendo lo que nos conviene saber.» «A la mujer, fraternidad»

 

Teresa Claramunt.

 

Reconozco que este apartado de #LaPajarera me ha llevado a descubrir personajes admirables que forman parte de mi altar personal. Recabando documentación para la biografía de Federica Montseny, me topé con el nombre de Teresa Claramunt, que apenas había oído nombrar. Federica,  muestra una admiración tan grande por esta mujer, que provocó mi curiosidad. Llega a decir, Federica en una entrevista  que uno de los momentos culminantes de su vida fue oír a Teresa  en un mitin.

Teresa Claramunt, es hija del pueblo. Nace en una familia de trabajadores, en Sabadell, con un padre trashumante que va trasladando a la familia conforme su trabajo  de mecánico montador de  hilaturas le lleva de un lado a otro. No va a la escuela, trabaja desde muy niña y no recibe más formación que la que sus ojos y una inteligencia preclara  buscan. Aprende a leer y escribir de mayor, compaginando su formación autodidacta con el trabajo duro que desempeña para poder vivir.

El padre de Teresa fue alcalde de Barbastro, uno de los lugares donde residió la familia;  participó como coronel en las milicias de la I República, la madre tiene un carácter fuerte y resolutivo. El ambiente familiar y la constatación del clima de sojuzgamiento de la clase obrera de la época, con la miseria que convive con un trabajo sin tregua, movilizan a Teresa en la lucha obrera haciendo de su militancia causa de vida que no la abandonará jamás.

Apenas cumplidos los veinte años, se lanza a la primera escaramuza. Fue una de las líderes de la  Huelga de las Siete Semanas, reivindicando la jornada de diez horas, ya que se abandonó la idea de pedir las ocho horas por considerarse utópica. Las condiciones laborales eran de extrema penuria, cosa que hace entender la desesperación de la clase trabajadora. Hicieron huelga once mil trabajadores, hubo despidos masivos, detenciones y fue el Somatén quien acabó a sangre y fuego con el paro.  Se saldó con un fracaso, pero la ratifica en el ideario anarquista. Esa huelga conforma el génesis de su lucha posterior, creando La Liga Anticlerical Montti Tognetti, con varios compañeros de la misma ideología.

A partir de ahí, la vida de Teresa se desdobla en la lucha sin cuartel por conseguir derechos laborales, y la emancipación de la mujer.      Funda la Sección Varia de Trabajadoras Anarcolectivistas, más tarde colabora con la primera asociación de feministas del estado la Sociedad Autonoma de Mujeres de Barcelona. Colabora con la publicación Humanidad Libre, donde colabora con Louise Michel (biografiada por #LaPajarera) Emma Goldman, Rosa Lidón, y otras. En 1905 publicó uno de los primeros folletos escritos por una obrera en torno a la condición social femenina: La mujer. Consideraciones generales sobre su estado ante las prerrogativas del hombre, un texto de referencia del feminismo.

Huye a Portugal con su marido, donde participa también de la lucha anarquista, las continuas detenciones y la persecución del Somatén hacen imposible la vida a la familia de Claramunt.

A los dos años regresa a España, donde sucede el atentado del Liceo, símbolo de la burguesía catalana a la que el movimiento anarquista pretende descabezar.  En dicho atentado, el anarquista Santiago Salvador arrojó dos bombas en la platea de este teatro, causando veinte muertos y una gran cantidad de heridos. Se trató de una venganza por la ejecución del anarquista Paulino Pallás, que había participado en el atentado del general Martínez Campos. Teresa fue inmediatamente detenida, pero no tardó en ser liberada porque no tenía nada que ver con el atentado.

En 1885 conoce en Barcelona en un congreso a Juan Montseny (Federico Urales) padre de Federica, iniciando una amistad con la familia que perduraría toda la vida.

Reside en Barcelona y comienza un tiempo de actividad casi clandestina de lucha obrera  con participación en mitines y conferencias, así como realizando artículos de prensa. La persecución a la que es sometida  es tremenda, debido a los tiempos convulsos que vive la Ciudad Condal, con los atentados anarquistas, las condenas a muerte y la represión posterior. Entra y sale de la cárcel de forma continuada, nadie puede demostrar que participara en hechos violentos, pero su inteligencia y su discurso convincente le hacen peligrosa para el poder negro que campa en Cataluña en esos años.

El domingo siete de Junio de 1896, se comete un atentado al paso de la procesión del Corpus donde mueren seis personas, Teresa no tiene nada que ver con el atentado, no obstante es  detenida  con su marido, Gurri, entre otros. Comienza el temido proceso Montjuic, que cierra locales, encarcela a líderes obreros y diezma el movimiento anarquista. No hay ninguna prueba que apunte al matrimonio, pero les mantienen en prisión. Soledad Gustavo relata: “lo que Teresa sufrió en aquel  cautiverio es  imposible de imaginar. Azuzada y perseguida por las monjas que interiormente  cuidaban de aquel establecimiento, pasó muchas desazones y gracias a su energía pudo salir  lo mejor posible de sus manos… dentro de la fortaleza y encerrada en un calabozo lleno de miserias, oyendo los lamentos de los que en otros calabozos estaban sometidos a torturas y con la horrible pesadilla de lo que sería para ella el mañana”.

Esas terribles torturas le dejan secuelas de por vida, haciendo que su salud se resienta. En un tiempo se le produce una parálisis que le aparta de la actividad política, aunque siempre que puede y su salud le permite sigue de forma incansable la lucha. Las presiones internacionales hacen que sea liberada pero le castigan a un destierro que cumple en Paris y Londres desde donde continúa la actividad política y periodística.

Regresa a España en el año mítico de 1989;  funda un periódico poco más tarde. Su lucha sigue decantándose, también  hacia un feminismo militante. Dejo que sean sus palabras quienes expresen la ideología que la movía entonces: “En el orden moral, la fuerza se mide por el desarrollo intelectual, no por la fuerza de los puños. Siendo así, ¿por qué se ha de continuar llamándonos sexos débil? (…) El calificativo parece que inspira desprecio; lo más, compasión. No, no queremos inspirar tan despreciativos sentimientos; nuestra dignidad como seres pensantes, como media humanidad que constituimos, nos exige que nos interesemos más y más por nuestra condición en la sociedad. En el taller se nos explota más que al hombre, en el hogar doméstico hemos de vivir sometidas a capricho del tiranuelo marido, el cual, por el solo hecho de pertenecer al sexo fuerte, se cree con derecho de convertirse en reyezuelo de la familia (como en la época del barbarismo) (…) Hombres que se apellidan liberales los hay sin cuento. Partidos, lo más avanzado en política, no faltan; pero ni los hombres por sí, ni los partidos políticos avanzados se preocupan lo más mínimo por la dignidad de la mujer”.

Es consciente de que solo la educación liberara  y equiparará a la mujer en la sociedad

Su carisma y su análisis de la actualidad van haciendo su figura  más grande, ganando el prestigio internacional a pulso. Vuelvo a dejar sus palabras que expresen las ideas que le adornaban en aquellos momentos:

Esos anarquistas que dejaron de serlo por tal o cual causa y esos otros que han forjado un molde para que de él salgan los anarquistas derechistas y perfectos, me hacen mucha gracia.

Yo dejé de ser católica, no por las pillerías de algunos curas o gente católica, sino porque al tener uso de razón comprendí que el catecismo católico era muy inferior a mi moral y a mis aspiraciones y aunque todos los católicos fueran buenos yo sería atea. Soy anarquista porque no podría ser de otra cosa, mientras mi organismo funcione con la regularidad que ha funcionado hasta hoy.

Siento amor sin límites, y la infame sociedad actual pone ante mi noble deseo una valla.  Anhelo el goce, y sólo dolor me rodea. Deseo la vida, y la muerte con su faz fría se presenta a mi vista.  Lo bello, lo grande, me fascina, y la muerte son su faz fría se presenta a mi vista. Lo bello, lo grande, me fascina, y por doquier veo fealdades, pequeñeces y miseria. Amó el trabajo por ser fuente de vida, y a los que trabajamos nos roe la anemia, las escaseces nos agobian, el hospital es nuestra recompensa.

Creo posible una sociedad más justa, más bella, más humana, que hemos dado por llamar la sociedad anarquista, ácrata o libertaria, porque estos hombres significan no autoridad, base primordial  de toda tiranía; por eso soy anarquista, ácrata o libertaria”.

Teresa sigue su lucha aunque su mermada salud le impide hacer todo lo que ansía, su figura tiene proyección internacional siendo consultada por personajes importantes del anarquismo mundial, como Emma Goldman que viene a verla a Barcelona. Su lucha continúa pero su  fuerza se apaga, muriendo el día once de Abril de 1931. Su funeral se realiza en día catorce de Abril, justo cuando se anuncia la II República. Al paso del cortejo fúnebre, todas las banderas se inclinan ante el féretro de Teresa Claramunt, se da la cifra de 50.000 asistentes al entierro. Tuvo, además cinco hijos, que murieron todos. Hizo de su vida una entrega generosa al ideario anarcosindicalista y la liberación de la mujer.

Texto:MariaToca©

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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