Hay una España aguda y brillante que tiene delectación por el «Amanece que no es poco» y otra nostálgica que reza, entre alcanfor y aceite ricino, para que «comience a amanecer«. Entre ambos «amaneceres» hay todo un abismo, un socavón infranqueable que separa las dos orillas de una tierra horadada por la Historia. Algún día, que todavía siento más cercano a la utopía que a la quimera, la de la risa inteligente, la de la razón, la del pensamiento se acabará asentando y terminará por germinar.
Mientras tanto, la sombra de la sotana, el hedor del sahumerio con que se alimenta la amenaza del fuego eterno, la doctrina, la sinrazón y la desigualdad nos seguirán provocando el escalofrío de la memoria.
La semana que viene la momia seguirá colonizando el parlamento ¿Quién escuchará su voz, llena de anacronismos? ¿En qué intestinos depositará sus huevos? No hay armonías en la garganta decrépita, sólo el gañido cercano al crepitar de la madera carcomida que desentona, que pervierte, que mancilla la casa de todos.
El cadáver volverá a lucir su raída túnica, justo cuando los comensales se disponen a digerir el postre de una etapa en la historia de nuestra trabajosa democracia, que ha logrado sacar luz entre los nubarrones de una pandemia, de una crisis integral y de una guerra; que ha logrado amainar la tempestad mediática y que, finalmente, sigue luchando -eso espero- por sobrevivir a su propia maldición.
Será la aparición del espectro, prueba evidente de la degradación moral que puede sufrir un ser humano, la que debiera colocarnos a todos, a todos en el camino correcto, en la bifurcación adecuada que nos aleje del «no muerto«. Y si la derecha de la zanja, dinamita las pasarelas impidiendo el mestizaje y la plural convivencia, será la izquierda la que tendrá que sobreponerse a Caín y escuchar la voz del futuro, porque si no fuera así, el pasado acabará por sentarse en la mesa.
No juguemos con la Historia, mirémosla de frente y hagámosle las preguntas adecuadas, al futuro por hacer se llega sumando gente, restando siglas y aparatos, recuperando la raíz de una primavera en la que una multitud se puso a soñar codo con codo. La disyuntiva está servida o «amanece que no es poco» o «en España volverá a amanecer».
Juan Jurado.
Excelente