Necesidad es aquello que si mi organismo no recibe o canaliza, enferma.
Mantener actividad erótica, compartir sexo con otras personas, con tu pareja, con una amante, no es una necesidad vital, ni mucho menos un derecho.
Utilizar el cuerpo de tu pareja sin su consenso, hacer creer a tu compañera que tiene que ponerse al servicio de tu deseo, de tus fantasías, es una perversión.
El sentido de derecho sobre los cuerpos de las mujeres, de las compañeras, es una ley no escrita que muchos hombres heterosexuales han asumido como norma y que cristaliza en las casas, en las habitaciones, en las camas.
Si no follamos en unos días se pone tenso, comenta que no «aguanta», refiere que se tiene que controlar, hasta que yo cedo.
Me presiona, paga su enfado con nuestras criaturas, retira la energía emocional de mí, hasta que claudico.
Si me mantengo firme para no hacerlo sin deseo alguno de interacción, se enfada hasta que la convivencia resulta tensa en extremo.
Cuento los días que pasamos sin tener sexo mutuo y me preocupo cuando el sumatorio es mayor de una semana, le digo que a mí no me apetece, que estoy agotada, que no quiero tanta rapidez y celeridad, que mi cuerpo la mayoría del tiempo sueña con dormir abrazada. Le explico que a mí también me gusta el sexo pero no así, no por obligación.
Ha llegado a amenazar con buscarse a otras personas, porque él tiene necesidades que no están cubiertas.
Entonces yo me lo creo, bajo la guardia y me dejo hacer, no doy nada de mí, me desconecto y mi cuerpo se pone al servicio.
Esto ha pasado tantas veces que ya ni lo recuerdo.
Cuando hablo con mis amigas, el relato es similar.
No me queda fuerza al final del día para hablarle de mis necesidades y mi deseo.
¡Tus necesidades, tus necesidades! Me gritó la última vez.
Siempre estamos hablando de tus necesidades, me espetó.
Eso también me lo creí.
Así que para que él no se enferme por no follar, lo hago yo follando sin querer.
Tengo dolor en la vagina, se me inflama la vulva, cistitis recurrente y jaqueca.
Esto me cuentan en consulta varias veces a la semana. Relato similar repetido.
La sexología feminista busca, entre otras muchas cuestiones, justicia y reparación en el ámbito íntimo. No propicia ninguna guerra de sexos, ni puritaniza la relación entre los mismos.
Se pregunta qué ocurre en las calles, en las casas, en las camas.
Y escucha las respuestas.
Y hay que estar dispuesta a oír.
Buen día, otro día.
María Sabroso.
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