Como siempre, tapándome la nariz: porque voto, pero no elijo. Nunca elegimos, porque este sistema no lo hicieron para nosotros.
Pero es solo un puto voto para cerrarles el paso.
Porque lo único que nos dejan elegir es a quién habrá que combatir.
Porque esta mierda no es democracia, pero en manos del fascio va a ser una regresión directa al franquismo.
Y voto por las más de 1200 asesinadas en los últimos veinte años que ya no podrán votar, mientras el partido que protege el terrorismo machista va a llegar al gobierno.
Para no escuchar al futuro presidente del país justificar la violencia machista con que “él tuvo un divorcio duro” en un país en el que hubo 180.000 denuncias por violencia machista (500 agresiones al día y un número indeterminado sin denunciar) en el último año.
Porque no quiero que esté en el gobierno del Estado quien llama al acoso callejero “el piropo español”.
Porque no quiero dejar de ver la sonrisa en mis hermanas y hermanos, sean de la raza que sean y hayan llegado hasta aquí cómo hayan llegado.
Porque no quiero volver a ver el miedo en los ojos alerta de quienes venden en una manta, ni de quienes aman a quien quieran amar, ni de quienes tienen en el rostro marcado su origen extranjero y no vinieron en avión sino en patera o en los bajos de un camión.
Porque no quiero ver en el poder a quienes montaron una campaña contra una voluntaria de la Cruz Roja por abrazar a un migrante, que lograba llegar roto y hambriento de abrazos a la costa tras nadar durante 20 minutos para rodear el espigón del Tarajal.
Porque no quiero que gobierne quien lleva años amenazando como un matón a niños que llegaron solos huyendo de la pobreza, a feministas, ecologistas, hippies, mariconas, locas, putas, brujas, guarros, rojos, libertarios y todo aquel que sale del rebaño y no vive del enchufe de papá… pero no se atreve con los fondos buitre y pone el grito en el cielo cuando se denuncia a un empresario que creó su fortuna del dinero público y se va del país para no pagar impuestos.
Porque aunque sacan rentabilidad de denunciar la precariedad y la pobreza existente, ellos nunca van a hacer nada para mejorar nuestras condiciones de vida.
Porque no quiero volver a escucharles gritar “¡Que se jodan!” cuando ganen otra votación para empujar más al abismo a los desempleados.
Porque en la lucha de clases no hay empates, y ellos nos van a llevar a un clasismo despiadado.
Para que nunca más condenen a muerte a 7.291 mayores que murieron como ratas en Madrid por no tener un seguro privado en abril y mayo de 2020.
Porque no quiero que volvamos a ser los pringados del rescate bancario, dejando deudas eternas a hijos y nietos mientras les escuchamos decir que vivíamos por encima de nuestras posibilidades.
Porque no me convencen las opciones de izquierda, pero es en el día a día donde debemos construir una alternativa, no en una lista electoral.
Porque ellos van a votar todos, sin fisuras. Y nosotr@s somos más. Y somos mejores.
Porque no quiero seguir viendo cómo el régimen disfruta viendo cómo consiguen fracturar a la izquierda y enfrentarnos entre nosotr@s para perpetuarse en el poder real.
Porque no quiero que las madres contra la droga, que mientras enterraban a sus hijos Galicia era la puerta de entrada de la droga a Europa, vean a los amigos del narco en el gobierno.
Porque no quiero ver cómo los jóvenes caen en las casas de apuestas como caían en la heroína en los 80 en un negocio sucio con tentáculos en la política.
Por la memoria de miles de maestros, jornaleros y sindicalistas represaliados en la larga noche del fascismo, que no quiero que vuelvan a ser tratados como invisibles o como criminales.
Porque no queremos volver al armario, al barro ni a la fosa de la mano de quienes desprecian a Miguel Hernández y a García Lorca.
Porque queremos seguir buscando a los más de 100.000 que lo dieron todo por defender las conquistas sociales en 1936 y hoy permanecen en cunetas.
Porque no olvido que los que sacan a ETA hasta en la sopa son los hijos y herederos de quienes bombardearon Madrid durante casi tres años con aviones de Hitler.
Para que no dediquemos días y días a hablar de crímenes de ETA en los 80 mientras aceptamos que el presidente sea amigo íntimo de un narco y su vicepresidente nieto de un alcalde franquista y en cuyas listas hay condenados por actos terroristas.
Porque no quiero volver a ver cómo se cancelan conciertos, se cierran periódicos, se secuestran revistas, se ilegalizan partidos políticos o se prohíben libros.
Para proteger a los animales del maltrato y de la tortura. Para evitar que deroguen la ley y empujar a que vaya mucho más allá de lo que ha ido.
Porque ya no podrán votar las que se tiraron por la ventana el día que el banco ejecutaba el desahucio generado por su usura especulativa.
Porque no quiero volver a ver a nuestr@s abuel@s siendo estafados por la banca con las preferentes.
Para no seguir escuchando que llueve cuando en realidad nos están meando encima.
Para no legitimar a quienes tienen secuestrado el poder judicial desde hace cinco años recuperando el poder político para blindar su impunidad.
Para que no vuelva la policía política que espiaba o elaboraba basura contra sus rivales políticos ni legitimar a las cloacas del Estado como la principal agencia de comunicación del régimen.
Porque no quiero ver cómo mis seres cercanos se dejan la vida para pagar un alquiler a un inhumano tenedor de viviendas que goce de la prioridad absoluta en contra de lo que dice la Constitución.
Porque no quiero seguir viendo cómo las clases trabajadoras escuchan el discurso de la meritocracia o el de las paguitas, en boca de quienes tienen apellidos compuestos y sus familias amasaron su fortuna del franquismo o de la corrupción.
Porque nuestros abuelos fueron los primeros de la historia en levantarse contra el fascismo en 1936, y nuestros padres pactaron el perdón y la amnesia en 1978 para evitar más sangre, pero yo no quiero formar parte hoy de esta legitimación democrática por no introducir un papel en una urna.
Porque no quiero ver cómo los hijos de la clase obrera vuelven a quedarse fuera de la universidad.
Porque no quiero que la cultura del país esté en manos de un torero franquista o de los del “menos libros y más España”
Por defender la memoria de Carlos Palomino, que puso su cuerpo contra los que ahora entrarán en el gobierno.
Porque en esta fábrica de infelicidad lo último que queremos es que se rían de nosotros y de la salud mental desde sus poltronas privilegiadas mientras el suicidio es la principal causa de muerte entre la población joven.
Porque me parece un crimen que planteen la sanidad pública como una lacra y prometan que deje de ser universal.
Porque no quiero vivir en ciudades sartén con espacios sin árboles, donde los gobernantes eliminen carriles bici, prioricen la contaminación sin ningún tipo de restricción y talen miles de árboles mientras solo plantan nuevos para ver cómo se secan.
Porque quiero dejar de oír que somos unas histéricas por preocuparnos por el cambio climático.
Porque no quiero volver a ver cómo su negligencia deja arder toda la sierra de la Culebra y la respuesta política medioambiental sea organizar un concierto que ni siquiera consiguieron hacer.
Porque no quiero ver cómo la política del agua en este desierto a corto plazo prioriza los campos de golf de los pijos en la peor de las sequías.
Porque no quiero que inmundicias como el Ku Klux Klan feliciten públicamente al pueblo español por ascender al gobierno a sus amigos en España.
Porque no quiero que el partido del futuro vicepresidente tenga las cuentas opacas (y no informen ni de los negocios de los que forman parte ni de qué ingresos tienen) mientras el futuro presidente ha obtenido un incremento desorbitado del patrimonio en los últimos años.
Porque no quiero tener unos gobernantes que criminalicen a la Cañada Real por ser pobres y llevan tres años sin luz ni alternativa, mientras veneran a la Casa Real a quien mantenemos sus borbónicas vidas.
Por los presos políticos que el sistema esconde y les prohíbe ejercer el derecho al voto, mientras los grandes ladrones, estafadores y corruptos nunca entran en prisión.
Porque no quiero desayunar, comer, merendar y cenar banderas de España, mientras quitan las banderas de la libertad sexual, por los refugiados o prohíben ikurriñas.
Porque no quiero que se vuelva a un fundamentalismo religioso que encomiende la educación a la iglesia católica y el empleo a la virgen del Rocío.
Porque no quiero que triunfe ese discurso que dice que esforzarse por no dejar a nadie atrás es llevar al país a la ruina, que nos venden quienes quieren gobernar para 200 familias.
Porque no quiero volver a un modelo que privatizó lo más rentable de la economía pública (eléctricas, comunicaciones, Tabacalera…) para repartirlas entre sus amigos a bajo precio y asegurarse en ellas unas jubilaciones doradas.
Porque no quiero ver cómo los que ganan más de 3 millones de euros no aportan nada al Estado.
Porque no quiero que vuelvan las tarjetas black para la casta a costa del sudor de los de siempre.
Porque no quiero que la España del 8-M, el 15-M o el 14 de abril vuelva a ser «el último bastión» de la derecha europea ni la punta de lanza de la reacción internacional.
Porque no quiero ver cómo España deja a la altura de aprendices a los ultras que la están liando en el gobierno en Finlandia.
Porque no quiero que quien hable en su lengua se sienta un delincuente ni lo enfrenten con el resto por ello.
Porque quiero que las naciones que comparten la península vivan en respeto mutuo y en solidaridad, y no quiero que se declare la guerra a Catalunya ni a Euskadi.
Porque quiero que el final de la vida sea un momento digno, y no quiero volver a ver un acoso como el que sufrió el doctor Montes, provocando meses de muertes sin sedación paliativa en los hospitales.
Porque somos mejores que todo ese catetismo reaccionario. Y, por mal que se hagan las cosas en las izquierdas, no nos lo merecemos.
Igor del Barrio.
Yo pienso igual, me cuesta entender que todo lo que dices, no sea visto por el resto de personas. Saludos