En el año 2014, David Hockney, con sus 77 años a cuestas, decidió retomar el tema de los retratos en su taller de Los Ángeles. Pidió entonces a amigos y familiares que posasen para él. Cada uno, muy gustoso por ser modelo escogido de un artista de renombre internacional, se dejó retratar durante tres días. Del 10 de noviembre de 2017 al 25 de febrero de 2018, se pueden descubrir los 82 retratos en el Guggenheim de Bilbao, expuestos primero en la Royal Academy of Arts de Londres y en Melbourne.
Al entrar en la sala, a primer golpe de vista, el visitante tiene la impresión que está viendo casi un mismo retrato repetido varias veces con distintos colores. Mismo fondo, mismo suelo de color liso, sea verde, sea azul. Misma silla con asiento y respaldo amarillos, reposabrazos de madera. Todos los retratados, de cuerpo entero, están en una misma posición: Sentados, mirando al pintor. Una misma luz intensa que no deja casi lugar para los efectos de sombra, envuelve a hombres y mujeres. Mismas dimensiones para todos los lienzos – 121 x 91 cm – refuerzan, sin lugar a dudas, esa primera sensación de uniformidad.
Mas al poco de iniciar el recorrido vamos descubriendo cómo el artista inglés desvela la individualidad propia de cada cual, gracias a una delicada aptitud natural e innata para significar el carácter de sus modelos. Cada detalle reviste un significado especial. Cada signo, de los pies a la cabeza, relata una realidad específica: zapatos distintos de las botas de media caña a los tacones altos, manoletinas, zapatos de piel, con o sin cordones. Playeras, mocasines. Piernas cruzadas elegantemente o piernas abiertas relajadas. Manos enjoyadas, descansando en las rodillas o en los reposabrazos de la silla. Manos también cruzadas. Miradas serias, irónicas, risueñas, altivas, bondadosas, ausentes, cómplices. A cada cual la suya. Cabezas reclinadas, rectas, de frente, de tres cuartos, de medio lado. La vestimenta también revela la forma de ser de cada uno, deportiva, clásica, distinguida con traje y corbata, vestidos cortos, largos, escotados o cerrados. Una amplia galería de modelos y de psicologías diversas.
Casi a medio camino, el visitante se lleva de pronto una sorpresa no exenta de una pizca de humor británico: un bodegón interrumpe de pronto el hilo psico- descriptivo de Hockney . ¡Con pimiento, plátanos y limones, el pintor sustituyó al amigo que no acudió a la cita!
82 retratos y un bodegón.
82 ejercicios de estilo que bien podrían recordar los de Raymond Queneau (1) quien relata una misma anécdota anodina 99 veces, nada más nada menos, con diversos registros narrativos. Variaciones literarias y variaciones pictóricas se hacen eco.
(1)Raymond Queneau, Ejercicios de estilo publicado en 1947. Fue fundador del grupo OULIPO
Dominique Gaviard
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