ALGUNAS REFLEXIONES Y RECUERDOS A PROPÓSITO DE LO QUE ESTÁ OCURRIENDO DENTRO Y FUERA DE UCRANIA

 

No puedo dejar de estar pendiente de cuanto está ocurriendo en Ucrania, por más que haya decidido en una determinación desesperada limitar al máximo el seguimiento de lo que las cadenas de televisión nos ofrecen actualmente en materia de guerra.

Solamente las noticias, me digo, como si de esta manera pudiera seleccionar la información y no cayera en la complicidad de la reiteración de las mismas imágenes, quizás por ausencia de otras, quizás por la oportunidad de éstas; oportunidad perdida en el momento de que son manoseadas una y otra vez, perdiendo de esa manera la auténtica carga denunciadora que contienen.

Solamente las noticias y no los debates, me propongo, como si se tratara de la actualidad política nacional o internacional, de los enfrentamientos dialécticos sobre la corrupción, sobre las decisiones rápidas o tardías, lo que tú no haces pero haría yo, aunque no lo hiciera cuando pude y debería haberlo hecho.

Sin embargo, no puedo dejar de pensar en nuestros amigos invisibles que están sufriendo las penalidades que no les corresponden. Los niños y niñas que han tenido que ser abandonados una vez más porque no hay nadie que pueda hacerse cargo de ellos. Ni siquiera una madre que llorosa escriba en su mano un número de teléfono antes de despedirle para que cruce la frontera y llegue al otro lado de la vida, sorteando la muerte.

Viene a mi memoria el recuerdo de Viachi, un niño que había nacido justo al filo de que la Unión Soviética dejara de serlo en Kiev para mostrar al mundo con su desmembración las miserias que escondía mediante una unidad forzada. Sin nadie que se hiciera cargo de él y con la única relación de su pasado en forma de una abuela, se encontraba internado en un orfelinato ucraniano.

Un hogar de acogida temporal le proporcionaba una estancia vacacional cada año que lo mismo servía para respirar el ambiente límpido que debe proporcionarse a todo menor por el mero hecho de serlo, que le podía hacer la comparación el resto del año con la injusticia de vivir en un internado.

Circunstancialmente tuve un breve contacto con Viachi y pude apreciar sus ganas de disfrutar lejos de su propia casa, en un hogar que no era el suyo pero que era un verdadero hogar. Ausente como estaba del contacto con una figura paterna, Viachi me tomó afecto, lo mismo que yo a él, hasta que pronto se desvaneció ese sueño de una noche de verano y, desde entonces, no he vuelto a saber más de él.

Ahora, cuando veo imágenes de menores acumulados en sótanos, tratando de seguir con su vida bajo el sonido de las sirenas, la amenaza de las bombas, la penuria de los alimentos, la aparición de las enfermedades, el miedo y la soledad en medio de la multitud, me pregunto qué será de Viachi.

Por edad, hace mucho tiempo que ha tenido que dejar el sórdido mundo de los orfelinatos al que seguramente cada temporada vacacional regresaría como si hubiera de cumplir un castigo impuesto no se sabe por quién, ni tampoco por qué.

Por edad, digo, si vive, él, como otros muchos de su generación, estará en la disyuntiva que se abre ante los que forman parte de Rusia o de Ucrania, de tener que luchar de una u otra parte. Atacando o defendiendo, si es que poseen la información suficiente para ser conscientes de lo que está pasando y, por lo menos, saber que luchan y pueden llegar a morir por algo que no se les aparece mucho mejor que lo que les correspondió vivir desde su más tierna infancia. Pero ahora sin vacaciones en casas de acogida.

Cuando veo las imágenes de menores concentrados en sótanos no puedo dejar de retrotraerme a aquellos días felices, aunque lo fueran en breves intervalos, cuando se suponía que para Viachi y tantos otros viachis aún podía vislumbrarse un futuro más esperanzador que lo era su presente. Nos equivocamos y la ley de Murphy acabó por hacer su fatal presencia.

José Ramón Saiz Viadero.

 

Sobre J. Ramón Saiz Viadero 34 artículos
Escritor, historiador, periodista, conferenciante. Especialista en historia de Cantabria y del cine español. Ha sido asesor cultural del Ayuntamiento de Santander, y concejal en las primeras elecciones municipales.

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