Berta von Suttner

 

 

Una de las verdades eternas es que la felicidad se crea y se desarrolla en paz, y uno de los derechos eternos es el derecho de la persona a la vida. El instinto más fuerte es el de la conservación…

Berta von Suttner

Nacida condesa con el nombre de  Kinsky von Wchinitz und Tettau un nueve de junio en Praga, hija póstuma  del conde Franz Kinsky von Wchinitz und Tettau, muerto a los 75 años, poco antes de que naciera ella, y Sophie von Körner,  fue criada en los ambientes aristocráticos del imperio austrohúngaro, educada por tutores que la enseñaron idiomas, música, mostrando a su vez, aprecio por la cultura en general y gusto literarios amplios. No se consideró que realizara estudios superiores porque, como mujer, la madre  proyectaba para ella,  un buen matrimonio y nada más. Estudió en un internado de Viena por un escaso tiempo dando muestras de talento y ambición cultural.

El patrimonio familiar no iban bien, aunque de ascendencia aristocrática, al haber muerto el padre además del gusto por el juego de su madre,  habían mermado las arcas familiares, por lo que la progenitora la prometió al barón Gustav von Heine-Gelderu que era mucho mayor que ella. Al conocerlo, Bertha sintió que ese tipo de matrimonio de interés y la vida que la esperaba con tal esposo, no eran para ella  renunció al matrimonio. Marchó de casa puesto que el enfado materno era grande,  solicitando trabajo en la casa del barón Karl von Suttner, como tutora de sus hijos pequeños. Para entonces, Bertha había leído la novela Un recuerdo de Solferino, escrita por Henri Dumant, testigo de la batalla y fundador de la Cruz Roja, que la espoleó en su pensamiento posterior sobre la paz y la lacra que suponen las guerras para la humanidad.

En la casa del barón, von Suttner, comienza un idilio con el hijo mayor, Arthur  Gundaccar von Suttner, siete años más joven que ella;  al hacerse publico la familia condena la relación y la expulsan de la casa. Bertha, marcha a Viena, donde lee en un periódico un curioso anuncio que dice: “hombre adinerado y decente solicita secretaria y ayudante de confianza” Bertha responde a la solicitud y es contratada para lo que debe trasladarse a Paris. Se trataba del millonario inventor de la dinamita, Alfred Nobel, con el que trabajará tan solo unas semanas pero forja una amistad que durará hasta la muerte del inventor. Durante toda su vida se escribieron de forma continuada, son cartas que definen el pensamiento de Bertha von Suttner y moldean la perspectiva de Nobel sobre la paz. No estaban de acuerdo , porque Nobel pensaba que armándose los contendientes se temerían lo suficiente como para no emprender la autodestrucción por lo que propugnaba la fabricación y posesión de armamento. Bertha, mantenía el convencimiento que solo un desarme total podría dar paso a la paz entre los seres humanos.

Por error, se publicó la noticia de la muerte de Nobel, y este sorprendido, lee en los periódicos los obituarios que resaltan solo  el “honor” del invento criminal que mata a miles de personas. Eso le hace pensar en que no quiere pasar a la historia como artífice de muertes y decide crear una fundación que potencie el conocimiento humano -ahí está el influjo de Bertha– y el impulso  en pos de la lucha por la paz mundial.

El premio Nobel de la paz y su argumentario sale de las cartas que explayan el pensamiento de Bertha von Suttner claramente.

Al poco tiempo de trabajar con Nobel, el barón Arthur von Suttner la reclama en matrimonio casándose en secreto el doce de junio de 1876. La familia de Suttner, le deshereda, quitándole también el titulo de barón, quedando ambos cónyuges, en la absoluta precariedad. Deciden marchar hacia el Cáucaso donde sobreviven escribiendo novelas de subsistencia y traduciendo obras de otros autores.

Bertha von Suttner, para entonces conoce ampliamente las  obras de Darwin, Spencer, y Henri Thomas Backler sobre el pacifismo ético y la capacidad moral del ser humano en comprender la maldad intrínseca de la guerra. La pareja conforma el pensamiento sobre la paz, que impulsará su vida. La guerra ruso-turca de 1877-1878 los implica totalmente.

Arthur, para entonces ha publicado dos novelas que han obtenido éxito, mientras Bertha comienza a enviar artículos sobre la guerra convirtiéndose en corresponsal de las batallas que se producen durante  ese periodo.

 

En 1885 regresan a Austria produciéndose una grata reconciliación con la familia de Arthur y  pasan a residir en Harmamunnsdorf mientras Bertha continua escribiendo sobre la paz

Publica la novela La era de las maquinas, obra premonitoria sobre la incidencia de la tecnología en las guerras y resalta el peligro de un exceso de nacionalismo si va unido al fortalecimiento armamentístico. Veremos que además de escribir, y pensar, Bertha von Suttner tenía premoniciones muy claras.

En 1886, con cuarenta y seis años publica Abajo las armas, su obra cumbre, donde, desde un punto de vista de mujer relata lo que supone la guerra en dolor, perdidas y muerte.  A raíz de esa obra y del resto de sus escritos lidera los movimientos por la paz que se producen en el mundo. Conferencias, ensayos, congresos por todo el mundo ocupan su tiempo y su energía sin pausa. Impulsa la creación de una Sociedad de la paz en Venecia. Poco después conoce a Benjamino Pandolfi con el que se reúne, junto a personas con los mismos intereses y representantes de las conferencias interparlamentarias,  llegando a 1910 creando  la Unión Interparlamentaria.

Anteriormente,  en 1899 ha colaborado en la fundación de la Asociación Austriaca por la Paz y en ese mismo año funda la revista “Abajo las armas” donde diversos autores muestran el ideario pacifista, al que Bertha tiñe de feminismo.

Desde 1892 ha mantenido informado a Alfred Nobel sobre los progresos de los movimientos por la paz que ella encabeza sobre, como dijimos antes, Nobel establece las pautas para configurar su premio.

Junto a su esposo Arthur, que aunque la relación no es idílica puesto que él mantiene un romance con una sobrina, sigue trabajando en la Conferencia de Paz de La Haya de 1899.

Alfred Nobel ha muerto,  ella recibe el premio que ha ayudado a crear,  en 1905 convirtiéndose en la primera mujer en recibir el Premio Nobel de la paz y la segunda de todos los premios Nobel, después de Madame Curie.

Crea un comité de amistad anglo-alemán formando otro nuevo Congreso por la paz en 1905. Considera que un país nuevo creado bajo bases igualitarias como EEUU, puede convertirse en el adalid de la paz, y contando ya setenta años realiza una gira por todos los estados americanos impartiendo conferencias, y entrevistándose con autoridades en pos de la paz…Consideramos que ahí no fue premonitoria Bertha von Suttner porque no afinó bien considerando a EEUU adalides de la paz mundial.

Enferma de cáncer de estómago en 1913 participa en el Congreso Internacional de la Paz en La Haya.

La muerte fue piadosa con ella, se la llevó el veintiuno de junio de 1914, residiendo en Viena. Pocos meses después se declaró la Primera Guerra Mundial, sin que el pensamiento y el ingente trabajo de Bertha von Suttner pudieran evitarlo.

Hoy, seguimos intentando una paz que parece cada vez más utópica. De todos modos, revisemos la obra y el pensamiento de esta gran mujer que supo dibujar un mundo mejor y más justo.

María Toca Cañedo©

 

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

Sé el primero en comentar

Deja un comentario