Bulos o fake news

 

El que se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras, llega a no saber lo que hay de verdad en él ni en torno de él, o sea que pierde el respeto a sí mismo y a los demás”.

Fragmento de Los hermanos Karamazov, de Fiódor M. Dostoievski.

 

 

Rafael San Román, psicólogo de la plataforma ifee, define las fake news como un tipo de patógeno que crece en el cerebro de algunos humanos. «Empieza colonizando nuestra comunicación y acaba afectando al resto de nuestros órganos sociales«. No son simples rumores. Al contrario que el rumor, que puede ser o no verdadero, «el bulo siempre es algo falso transmitido con una finalidad, normalmente generar daño«. En su opinión, son invenciones deliberadas envueltas de algún elemento de verosimilitud. «Lo que para uno puede resultar una burda invención para otro, por su estado emocional, nivel cultura, ideología o su capacidad de sugestión, puede resultar verosímil».

Dimos por hecho que vivíamos en una sociedad culta, bien informada,  con una secuencia de verdades culturales asumidas por todos/as. Hasta que llegaron noticias perturbadoras. Quizá fue la pandemia la que nos puso frente a un espejo que mostraba una distorsión de la realidad inverosímil que nos parece lejana hasta que la tenemos cerca y nos salpica.

En la retina y en la memoria tenemos los inclasificables mensajes que nos llegaban de personajes conocidos. El “chis” que nos integraban con la vacuna, la ingesta de lejía o de alcohol concentrado (800 personas muertas por beberlo) metanol (5.900 hospitalizadas, 60 ciegas)  con el fin de purificar nuestro interior. Aunque eludiéramos nos llegaban  las más peregrinas teorías  conspirativas sobre la pandemia, que iban desde la negación hasta haber sido propiciada por poderes ocultos que pretendían la destrucción de la raza blanca.

Conocemos, no sin perplejidad, que gran parte de estas teorías inclasificables proceden de EEUU. En nuestro magazín hemos publicado las más extrañas, como la Teoría del Reemplazo, muy en boga por los trumpistas y ultraderechistas europeos, que refieren como Occidente es invadido por razas menores, en un intento masivo de violar a nuestras mujeres  y reemplazar a la raza blanca por otras menos lustrosas.

El caso conocido como Pizzagate, consistió en el lanzamiento de un bulo sobre una pizzería que, supuestamente servía de tapadera del abuso de menores;  en su sótano, un grupo de personas, cuya jefa era Hilary Clinton, se dedicaban a violar nenes y asesinarlos. Uno de los creyentes del bulo se armó con fusil de largo alcance, asaltó la pizzería y solo la suerte propició que no se produjera una masacre. Ni había sótano, ni menores (más que los que devoraban su cena pizzera con el susto en el cuerpo) ni se sabía nada de Hilary en el lugar. Bien, en estos momentos el 45% de los votantes de Trump siguen creyendo en que el Pizzagate es cierto de principio a fin.

Alex Jones, difusor de bulos y ultraderechista convencido, explicaba  a los oyentes de su podcast  InfoWars, que el terrible tiroteo producido en diciembre del 2012, en la escuela  Sandy Hook de Newtown, Conneticut, que produjo la muerte de veinte pequeños y seis adultos, era falso. El bueno de Jones, explicaba que todo eran mentiras inventadas por los que pretenden regular la posesión de armamento pesado en EEUU.

Los oyentes convencidos por las palabras de Jones pasaron tiempo acosando y amenazando a los padres de las víctimas que se encontraban con el terrible desmentido y los ataques de los furiosos fans del podcast criminal. El realizador del infundio fue denunciado por los padres del pequeño de seis años,  Jesse Lewis, víctima del tiroteo, consiguiendo sentencia favorable y la condena al demagogo de 4,5 millones de dólares como  indemnización. El 25% de los estadounidenses votantes de Trump sigue pensando que las mentiras de Jones sobre el atentado, son ciertas. En total  25 millones de personas, no creen que ese tiroteo se produjo y que es solo una campaña de desprestigio de los padres.

Otro de los bulos que propició una guerra y las consiguientes secuelas de atentados y desastres fue el invento  de las armas de destrucción masiva, que fue construido por empresas interesadas en la intervención militar de EEUU en un Irak productivo y lleno de petróleo. Sobra explicar las consecuencias del bulo, aunque reconocido por alguno de los jefes de estado que participaron del engaño, Aznar sigue empecinado en su mentira y niega la mayor.

En todas las guerras, dicen los periodistas, que la primera víctima es la verdad. Los gobiernos de los contendientes instauran una oficina de prensa, que es sinónimo de la  censura que filtra las noticias publicables. En las previas a cualquier conflicto la propaganda es absoluta con el fin de convencer a jóvenes llenos de vida que se entreguen a una guerra que muy posiblemente les torne al hogar en forma de cadáver o con el cuerpo mutilado. Los intereses del poder se blindan con propaganda, con mentiras infames sobre el adversario. Cualquier poder, cualquier adversario. Nadie se exime de las falacias que rodean a un conflicto.

Lo que sorprende es que esto mismo ocurra en tiempos de paz, aunque si analizamos en profundidad comprobamos que los bulos jamás son inicuos, siempre tienen un interés importante detrás que los impulsa con fuerza. Interés de poder y/o dinero, naturalmente.

No han empezado ahora, ni mucho menos. Aunque los medios de comunicación con los que contamos hacen fácil la difusión rápida y mundial de cualquier falacia por burda que sea, este juego perverso que desvirtúa la verdad viene de antiguo.

En la antigua Roma, Octavio, que deseaba el poder unipersonal, lanzó infundios obscenos contra Marco Antonio, que andaba liado con la pobre y calumniada Cleopatra y le discutía el poder, además de ser amado por el pueblo. Octavio hizo imprimir en monedas burdas mentiras difamatorias contra Marcho Antonio, como que era borracho, mujeriego, corrupto. Eran frases cortas y contundentes, tal que un twit grabado en bronce mismamente. Fue efectivo, Octavio torció la voluntad popular proclive a Marco Antonio y se coronó emperador enterrando la republica romana para siempre.

En 1835 el New York Sun publicó seis artículos sobre un supuesto descubrimiento de seres vivos en la luna, incluyeron dibujos de seres extraños que poblaban el satélite, asegurando su avistamiento. La gente se lo creyó hasta que se descubrió el engaño pasando a la historia como El gran engaño de la luna.

La mentira urdida por el precursor de Steve Bannon  con su engranaje  falaz en medios de prensa propios, William Randolf Hearst, hizo que los Estados Unidos entraran en guerra contra España debido a la noticia del falso ataque y hundimiento del Maine por parte española. El engendro, supuso la perdida de Cuba y con ello la liquidación de ese imperio añorado por los señores ultras del momento.

En 1938, el genio Orson Wells, de forma inopinada y espectacular, formó un escándalo con una obra radiofónica, La Guerra de los Mundos, donde los escuchantes, se creyeron que un grupo de extraterrestres invadían la tierra propiciando escenas de terror colectivo. El engaño no fue intencionado ¿? y le supuso al genio del celuloide ser contratado sin cortapisas por Hollywood creando Ciudadano Kane, que también fue un escándalo pero no por mentir, sino por contar la vida de William Randolf Heasrts  con un sentido crítico que casi le granjea la expulsión del medio.

Es una constante en la historia la construcción interesada de grandes mentiras que avalan conflictos de intereses. Se nos haría eterno el artículo si detalláramos todos.

Lo que de verdad sorprende, no es tanto la construcción de esas terribles falacias como la creencia  por parte de millones de personas de las mentiras, en ocasiones, poco cocinadas por los medios.

En la actualidad, como dijimos al principio es constante el flujo de fake news, palabra acuñada por el gran difamador Donald Trump. Trump, con treinta y cuatro delitos de extorsión abuso y violación sexual, se ha convertido en defensor de la familia, arrastrando tres divorcios rumbosos, numerosas infidelidades, públicas y privadas, además de creerle sus acólitos,   adalid de los precarizados, siendo  millonario por herencia y especulación en la cumbre. También sus fieles le consideran un luchador contra las elites neoyorquinas desde la Trump Tower, culmen del horterismo decorativo plena de ostentación y muestra del poderío empresarial, situada en la rumbosa Quinta Avenida de New York.

 https://www.youtube.com/watch?v=lTF6Jzav8wk

¿Cómo es posible que semejante fantoche llegara a la presidencia  por dos veces, y esta última de forma masivamente votado? ¿Cómo es posible que ese mismo fantoche se haya apoderado del prestigioso Partido Republicano, y no quede nadie que imponga orden y limpieza a semejante tipo? ¿cómo es posible que población precarizada y perjudicada por el modelo neoliberal, le vote y le aclame con entusiasmo?

¿Cómo es posible que una iletrada, mediocre, con un discurso tan banal que sonroja a bebedores en tasca de sol y sombra, como Ayuso, marque la agenda política de la derecha española? ¿Cómo es posible que un tipo que eludió la mili, sin estudios ni trabajo fuera de la política, mediocre y sin recursos culturales, se haya convertido en líder de un patriotismo de opereta con ínfulas violentas como Santiago Abascal? ¿Cómo fue posible que un tipo nombrado por un dictador, criado debajo de las faldas de la dictadura, iletrado, gorrón hasta la vergüenza, putero, abusador, extorsionador y corrupto hasta el tuétano nos tuviera embabucados/as durante decenios, hasta que una cadera rota y un elefante abatido en Kenia, nos mostrara nuestra estolidez?

 

¿Cómo es posible que creamos tanta mentira? ¿Qué pasa en nuestro cerebro para creer las  falacias interesadas que nos llegan sin cuestionarlas?

Son preguntas que nos hacemos de forma constante y que he intentado desentrañar.

En primer lugar, nos encontramos con el sesgo de confirmación. A nuestro cerebro, que adolece de impulsos emocionales, le cuesta mucho cuestionar lo que no concuerda con lo conocido, con lo seguro, con lo de siempre. Al encontrar una idea no concordante con el propio convencimiento huye impulsado por la vagancia inherente hacia lugar seguro y desprecia lo que cuesta entender por disparidad con lo conocido. Es un trabajo pesado cuestionarse las ideas propias, asentadas durante tiempo, introducidas por la educación, o el convencimiento anterior. El cerebro es perezoso y prefiere la comodidad de lo conocido.

Cuanto menos cultura, más pereza. Cuanta menor formación (lectura, escucha activa de diferentes ideas, cuestionamiento de las propias seguridades) más sesgo de confirmación se padece.  Nuestro cerebro, cansado por las crisis, las precariedades diarias, no quiere esforzarse en pensar demasiado.

Ahí tenemos parte de la respuesta a la disyuntiva de porqué se vota en contra de los propios intereses en barriadas populares. Nuestra cabeza va a  lo seguro. Mensajes claros, emocionales, pragmáticos, populistas y demagógicos… “Comunismo o libertad” “cañas y libertad” “que te vote Txapote” Llega sin esfuerzo al tejido neuronal, y se adopta el mensaje. Un cerebro agotado no puede discernir la mentira o la falaz solución a sus problemas.  Cuanto más intelectualismo en la elaboración del discurso,  más se alejan las clases populares del mensaje.

Esa pereza mental se le nombra como Atajo cognitivo porque la mente agotada tiende a acortar el pensamiento y las dudas. Prefiere algo elaborado a tener que decidir.

Las fake news son creídas de forma inmediata porque se acercan al sesgo personal impregnado de emociones primarias. También por el gusto que nos produce saber más de lo que sabemos. Estar en posesión de un secreto compartido solo por “listos” por “advertidos” de la verdad absoluta frente a los “engañados” por el sistema. Eso gusta y se tragan las más variopintas mentiras que se trasmiten como reguero de pólvora porque eleva la autoimportancia.

La pandemia, con el tiempo de reclusión, ha sido fecunda en la creación de bulos, de gente pervertida por estúpidas teorías conspirativas. Como ejemplo sirva el estudio realizado por The American Yournal of Tropical Medicine que investigaron la creación de 1500 bulos de teorías conspirativas desde el uno de enero hasta el cinco de abril del 2020 en EEUU.

Como conclusión diremos que si deseamos eludir la manipulación a la que nos somete un sistema y una corriente interesada en envenenar la mente social, nada mejor que cultivar la mente y ejercer el sentido crítico.

¿Cómo podemos detectar bulos? En primer lugar analizando el origen, de dónde sale la noticia, quién o quiénes avalan la teoría, qué medio o medios la publican, que estudios la preceden, bibliografía que comprobaremos, y contrastación con diversas fuentes fiables. Veremos que una vez detectado un bulo nos resultará más fácil con el siguiente…

Y sobre todo, pensemos antes de compartir. La mentira, los bulos, las fake news nunca son inocentes, siempre tienen un fin perverso puesto que no habrá buen fin para quien juega con la verdad. Los bulos, jamás son inocentes.

Cuanto menos no compartamos el tejido viral que contamina a la sociedad. Y nos intoxica a todas. Ya saben aquello que dijo el palestino crucificado: “la verdad os hará libres”

Pues eso.

María Toca Cañedo©

 

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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