Trump y la DANA

Trump y la DANA tienen más en común de lo que se pueda imaginar. No se trata solo de la violencia y caos que ambos representan, sino de lo que han generado una y lo que le ha llevado al poder al otro. Me refiero a la mentira, por supuesto, pero pueden llamarla postverdad, es decir, tergiversar el relato en tiempo presente.  

La historia la cuentan los vencedores es una máxima que suena a antigüedad. En tiempos de tweets, donde la información vuela más rápida y en todas direcciones como un electrón alrededor del núcleo de realidad, los que cuentan la historia (prensa esponsorizada, influencers, youtubers y cuñados) no se esperan a vencer, precisamente utilizan su discurso para ganar. No nos engañemos, todo está inventado. Incluso Goebbles tomó ideas del pasado https://www.lapajareramagazine.com/edward-barneys-el-rey-de-la-propaganda. La novedad respecto a lo que está pasando ahora es que nos atañe a nosotros, no a nuestros antepasados, y por tanto tenemos una responsabilidad.  

¿De verdad millones de americanos se han creído las promesas de hacer américa [sic, EUA] grande otra vez? ¿De verdad esos mismos millones de americanos prefieren los delirantes y neoliberales planes de Trump frente a la política social (social por los pelos, no de izquierdas, por favor) de Kamala Harris? 

Tampoco deberíamos desgarrarnos las vestiduras viendo lo que pasa en nuestro país. La segunda fuerza más votada es un partido que está alineado ideológicamente con la dictadura que nos ensombreció durante 40 años. Y por si fuera poco tenemos nuestra propia extrema derecha que se está frotando las manos tras el triunfo de su franquicia yanki.  

Hasta aquí las lamentaciones.  

Hay tres nociones que para mí siempre han estado asociadas a la izquierda: 

  • Internacionalismo 
  • Popular 
  • Sentido crítico 

De las tres, la única que parece mantenerse es la última. Las críticas internas y la división han cercenado cualquier amago de refortalecimiento de la izquierda. Si a eso le añadimos las difamaciones y acusaciones por parte de los medios de la derecha, tenemos el terreno abonado para la disolución de fuerzas y la desilusión del electorado. 

 

En cuanto a las otras dos nos las han arrebatado la derecha neoliberal. Hay más alianza entre Meloni, Abascal, Miley y Trump, que entre …. vaya, me faltan los líderes de izquierdas. 

Pero lo más preocupante es lo de “popular”. Que el partido heredero de la dictadura se pusiera como apellido “popular” manteniéndolo incluso cuando se cambió el nombre de “alianza” a “partido” dice mucho de su pericia para interpretar el futuro. Vamos a hacernos populares, debió pensar el Miguel Ángel Rodríguez de aquel momento, a todo el mundo le gusta Shakira, lo importante es identificarse con alguien sin perfil ideológico.  

Reconozcámoslo, nos han ganado la partida. Podemos seguir discutiendo sobre el cambio climático, sobre el cambio de sexo y sobre los derechos de los animales -todo muy digno y necesario- pero deberíamos ampliar el foco porque la sensación es la de que nos olvidamos de lo fundamental: la mayoría. Me olvidé una cuarta característica de la izquierda moderna: la arrogancia intelectual. Y es que en poesía podemos escribir a una inmensa minoría, como diría Juan Ramón Jiménez, pero en política no. Y no, no se trata de hacer populismo, sino en ser popular.  

Volviendo a Trump y a la DANA debo decir que me preocupa el hundimiento del estado bajo el barro más allá de las banderas políticas. Lo que pasó en Paiporta es sintomático.  

Ojo, no me importa la cara de los líderes manchada de barro, pero sí el silencio más que elocuente del líder de la oposición. Entiendo al pueblo cortando el cuello a sus reyes, pero no que un grupo organizado linche a los políticos adueñándose del dolor del pueblo.  

Y del mismo modo entiendo la rabia, pero no que luego se vote a los que desmantelan las unidades de emergencia, la sanidad pública o critican a los científicos que dieron las alertas.  

Me preocupa la desaparición del estado porque quienes lo promulgan no son anarquistas que crean en la autodeterminación de los individuos, ni ingenuos que aboguen por la naturaleza de las personas. Los que alimentan las teorías conspiranoicas, los que dicen que todos los políticos son iguales señalándose ellos como distintos, son depredadores que aguardan a la disolución del estado atentos para devorar los restos. Ellos están en lo más alto de la cadena trófica o en sus aledaños pendientes de la carroña.  

Como buen rojo que se precie puedo ver con sentido crítico lo que sucede, pero soy víctima de un binomio que aprendí hace poco: parálisis por análisis.  

No puede ser que nos detengamos a analizar todo, sacar conclusiones y lanzar proclamas. Hay que pasar a la acción y recuperar la calle, eso que Fraga intuyó también desde un principio.  

Algo nauseabundo que ha pasado con la DANA es la mezquina manipulación de la información por parte de algunos políticos y algunos periodistas. En nuestras manos, además de colaborar en lo que podamos con los damnificados, tenemos la responsabilidad de desmentir los bulos que se den en nuestra presencia. No es fácil, se gasta más energía en desarticular una mentira que en crearla, pero vale la pena. 

Seamos la cerilla que no permite propagar el fuego.  

 Oscar Sotillos

Sobre Oscar Sotillos 1 artículo
Txarnego, zurdo, padre, poeta. Autor de varios libros, novela, novela juvenil, poesía. Dirige talleres de narrativa. Trabaja en biblioteca. Defensor de lo publico, naturaleza, cultura. A veces escucha voces y las pone por escrito. https://oyesvoces.wordpress.com

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