No conozco mejor arrullo
que la nana marina
que me ofrece el mar embravecido
ni caricia más dulce
que la prestada por el sol
lamiéndome la espalda
cuando se erige, al mediodía,
entre soplos y nubes levantiscas.
No hay beso más tierno
que el robado por la brisa
caminando por mi cara
y haciendo remolinos con mi pelo,
volteándolo, alegre,
dejándome en suspenso
con el borboteo, dulce, de los sueños.
Con ellos, el mar, la brisa, el cielo
compongo un paraíso enardecido
que me repone y me estimula
aunque en el mundo,
sigan sonando truenos.
#MariaToca
Berria-8-4-2017. 15,04
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