Diario de La Pájara Pinta III: Ese yo republicano

Nos llegó el 14 de Abril, y fíjense que lo celebro. Yo, la misma que calza argumento de que las banderas son todas trapos que pueden servir para fregar, me cuelgo de la ventana de mi calle ayer a oscuras y hoy vestida de verbena , la tricolor, que es un gusto y  paso el día desafinando con La Internacional que, les aviso, no se pasen por La Leva, si quieren conservar el oído. Así soy yo: contradictoria. Como esto es un diario, lo cuento sin avergonzarme ni nada. Cosas

El porqué del simbolismo republicano, es sencillo. La República fue derrotada, y a una, de temperamento romántico irredento y anarcoide, le gustan los derrotados. En el barrio de los perdedores clavé mi faca y me quedo a vivir en él.

 

Además, siendo niña, que es cuando las cosas se clavan muy adentro y ya no se pueden sacar, escuché contar historias del abuelo Juan, de cuando era joven e idealista. Aún no estaba sentado esperando la muerte con la cabeza entre las manos y el futuro en una copa de sol y sombra. La abuela, recia y espartana, era la que hablaba con saña y cierta rabia retenida. Él no, tan solo la contemplaba callado, hundido entre las sombras de la derrota, mientras ella refería  como se llevaron al hermano,  le mataron  y descansa –es un decir-  en zanja sin nombre. Como le abofetearon  y despreciaron, como humillaron a tantos, que tan solo unos años atrás se regocijaban pensando que las penurias se acababan y podían levantar la cabeza los pobres y los desheredados. Escuché, entre algún sollozo y siseo, que pedía bajar la voz, no fueran a oír los vecinos, como la abuela fregó iglesias, como algunas vecinas   fueron rapadas, tomaron ricino y pasaron, todos, hambre de comida y  de libertad. Y se me clavó, saben ustedes. Se quedó ahí, escudado en el fondo del corazón hasta que medró, convirtiéndose en el florido prensil de libertaria que me adorna. Por eso, calzo con la tricolor la ventana de La Leva, destrozo La Internacional a toda pastilla, que los vecinos dudan si llamar al frenopático o a la Guardia Civil.

Celebro el día, porque fue el último atisbo de dar la vuelta a un país que adolece de caspa y de caínismo desde en el siglo XIX y no lo ha sacudido aún.

También lo celebro, porque  me la clavaron en la Transición. Fui una de tantas crédulas que se dijo, que bueno, la monarquía no era lo ideal, pero…mejor esto que el desastre, sin darme cuenta de que el desastre era y es no elegir al que manda. Que el desastre es pensar que debe mandar alguien por apellidarse de una forma y heredarlo, porque eso implica el resto de los desmanes. Porque si un presidente de gobierno se equivoca, no se le vota más y ya está, pero si el rey nos sale golfo, ladrón y putañero, para echarle, lo mismo necesitamos mortero y/o guillotina. Y eso no mola, saben ustedes, que se pone todo perdidico de sangre y de cólera ciega. Que no, que lo mejor es elegir. Por eso cuelgo la tricolor  en la ventana de La Leva, me calzo mis playeras de los domingos y me voy a Ciriego a agasajar a los perdedores/as. A cantar, a subir  puño y a pensar que es posible ver la Tercera  y con ella el reencuentro entre compatriotas.

Así soy de incoherente y de infantil. Oigan, que luego vuelvo a casa y siento que el abuelo Juan, junto con los que le precedieron y siguieron de la familia (unos cuantos ya) me sonríen y me empujan un poquito. Y que quiero que los pequeños  -los míos,  los de ustedes, incluso  los  que no la quieren-  ­­no tengan que pagar barraganas ni cuñaos.

Por eso mismo ¡ Viva la República!

#MariaToca

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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