Carmen llegó a Urgencias, de María Alcocer

Era primavera al atardecer cuando Carmen llegó a Urgencias. Nada la distinguía de cualquier mujer joven ni tenía otros síntomas que vagos sentimientos y cierta aprensión. Al principio todo parecía tan normal, tan achacable a su depresión. El mundo se le derretía como un soufflé frío cada dos minutos, y cada dos minutos lo enderezaba con un trabajo exquisito de reconstrucción. Yo andaba ocupada y preocupada por un hombre no tan mayor que sangraba sin cesar y sin oportunidad para reponerlo, casi a punto de muerte, que sin dilación fue abordado por algún cirujano intrépido. Mientras corría por los pasillos tratando de mantener a este hombre, Carmen esperaba los resultados que la mandarían a casa. Recuerdo recibir una llamada de la residente de Urgencias para ver un frotis anodino de esa paciente.

Casi era la hora de cenar. El hambre me confundía y me alentaba. «Un poquito mas y estaré en la cafetería, descansaré y supondrá un descenso a la inactividad , una pausa para no pensar».

Llegue a ver la extensión como sin ganas, con paso lento, atolondrada por el hambre y el cansancio. No tenia dudas. Era una leucemia aguda. Era un bestial golpe en la nuca.

Estaba vestida, a punto de salir para casa cuando aparecí en el pasillo. Me agache a la altura de sus piernas sentadas y con toda la serenidad de la que fui capaz le di la noticia. Iba a ingresar sin saber cuando saldría. Nada es tan agónico como una madre herida de muerte.

Carmen murió una tarde tras dos meses de encierro.

No volvió a ver a su hija.

No volvió a llorar.

Texto: María Alcocer

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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