Cinco lobitos. Cinco. La sentencia recoge que no se trató de una violación, sino de un conjunto de ellas, de una serie continuada de agresiones sexuales. La gorda a la que se iban a follar entre los cinco para darle vidilla a la noche de juerga fue violada en un portal,de forma simultánea, bucal, anal y vaginalmente. La gorda se lo había pasado en grande, decían, disfrutó, señoría.
Cinco lobitos, diez violaciones. Salen a dos por barba.
Ella, esa chica anónima que apenas es una sombra en los vídeos grabados la noche en que empezó su infierno, ha debido de pensar muchas veces si no hubiera sido mejor ponerse en pie, recomponer la ropa y alejarse del daño causado a su cuerpo y a su alma en un portal cualquiera, en medio de unas fiestas donde todo el mundo bebe más de la cuenta. Habrá imaginado cómo sería haber callado, haberse negado a asumir que ella no quería y no pudo quitarse de encima a los cincos mostrencos que no pueden admitir siquiera que una mujer no quiera hacer lo que ellos querían hacer con ella. Que ella no era culpable ni cómplice ni la coprotagonista de una orgía cutre con cinco monstruos que grabaron la película porno que solo se rodaba en sus asquerosas mentes para inmortalizar la hazaña y compartirla con colegas tan sucios y mala gente como ellos.
Nos ha ayudado a todas esa mujer que decidió no callar, seguramente a costa de muchas cosas. No quiero imaginar sus dudas, el miedo prolongado cada vez que el caso volvía a cobrar actualidad, la profunda desconfianza hacia los hombres que ha tenido que sentir después de aquello, la certeza de que algo se le ha roto por dentro para siempre por culpa de las cinco bestias necias y malvadas de este cuento.
Nos ha dado una lección de resistencia y valor, porque tres años es mucho tiempo para alguien que debe escuchar lo que ha oído de una noche que solo ella sufrió. Tres años es casi un siglo si te acusan, te ofenden, se burlan de ti, de tu cuerpo, falsean tus intenciones, te acusan de ser una zorra vengativa que se lo pasó en grande y simplemente quería más. Claro, siempre es un placer que te violen cinco tíos que apestan a vino y se creen que son los más guapos y salaos del lugar. Planazo.
La creímos y hoy se demuestra que teníamos razones para hacerlo.
Patricia Esteban Erlés
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