Un amigo, dos naranjas, tres libros, cuatro piedras, cinco veces tu nombre. Puse una manzana en el walkman y salí a correr, es un misterio que no me acostumbre, el sueño de los escarabajos, pensé, respiré hondo y enfilé la cuesta. Hay pocas historias como esta me repetía, inútil todas son la misma, la misma historia y tengo la cabeza llena de grillos, óxido en las manos y los pies helados. Ojalá ese ruido fuera lluvia, el de los grillos, el ruido de los grillos, no va a salvarme de los caminos cortados, de las vías muertas… todo el mundo necesita una historia. No se para que el walkman si solo escucho a los grillos.
¿De qué te ríes? Supongo que de las coincidencias, dijo. Fue al baño y yo seguí hablándole a través de la puerta, después nos besamos y bailamos muy juntos cogidos de la mano, el mundo era nuestro, nos pertenecía todo lo que podíamos tocar. Me enamore de él por su mirada, por la forma de ver las cosas, yo era un ser desorientado que no sabía defenderse del vértigo, entonces no supe verlo, pero todas las luces escondían un mensaje cifrado. Podía haberme conformado con las piedras, con las hojas secas de aquél otoño, con aquella lluvia fina o con el estornino que picaba insistente en la ventana, pero lo quería todo.
Cuánto mas tiempo pase mas tristes estaremos, pensaba, mientras sonaban las variaciones Goldberg, lo mejor del invierno decía, mientras yo pensaba en Hannibal Lecter, y las gotas caían desde su pelo mojado apoyado en mis rodillas, y los pies subían hasta los hombros, los ojos cerrados. Pensaba en lo parecidos que éramos y me daba miedo, me daba terror, era ese saber que estás equivocada y seguir y seguir tan lejos, lo supe desde aquél día que me dijo que el agua fría era el mejor invento, después del agua caliente. Nunca imaginará las veces que pienso en él, en su cara recién afeitada delante de un espejo empañado sin saber que soy yo quien le mira, quién le acompaña, quien acaricia su sombra en la memoria. Nos engañamos como si viviéramos un ensayo, como si nos sobrara el tiempo.
Muchas veces mas mi cuerpo evaporándose. Antes y después. Su boca en mis rodillas, sabía que no iba a defenderme del frío, ni de la humedad, de sus manos mojadas y ahora pienso si algún día recordará todo esto como un anticipo. Entra si quieres porque no tenemos nada que perder, le dije, si quieres mirarme descorre las cortinas porque mañana estaré demasiado lejos, no me esperes, no te detengas, no me compares con nadie, no te lamentes. Lanza una moneda y dime a quién le tocará marcharse, aunque estas cosas debimos pensarlas antes de empezar. De los que vengan, de los que vayan, aprenderé otros sueños, otros secretos, sus palabras de entonces siempre en el laberinto que ahora habitan los grillos.
Escaleras, un, dos, tres, un rellano, un piso, luego otro, la ropa en el suelo, el agua fría en la cara. Yo solo quería una historia diferente. Ahora tengo una vida y sueños para tres vidas mas.
Marisa Pradera
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