Tomar la tecla (que bonito quedaba antes decir, la pluma, pero no es el caso) hoy, se hace duro. Volver a disparar palabras con el ánimo templado por unas horas de meditada sensatez, aunque lo que pide el cuerpo es tirar con perdigón lobero, es costoso. Volvemos con la cara sonrojada y mordiendo indignación después de leer las noticias que el genuino juez Llarena nos sirve con un auto que nos ha dejado perplejas http://www.publico.es/pages/auto-procesamiento-juez-pablo-llarena-cupula-proces.html.
Hay trece procesados, que se enfrentan a penas de quince a treinta años. Se les acusa de incitación a la rebelión, con frases tan contundentes como: estallido social, fanatismo violento y diseño criminal… También redunda la acusación en malversación de fondos públicos ¡en el país, donde decir fondos públicos, es decir: nos los llevamos! No hay piedad para los vencidos, nos dice Llarena con su auto. No hay paz ni concordia para los que han osado cuestionar la forma de estado. Alerta, y ojito a navegantes, que no pasan una. Falsee títulos, robe lo público, haga mordidas, que da igual. Puede también hacer casas que se caigan y maten gente, aeropuertos sIn vuelos…Pero no cuestione la forma del Estado, no me toque la entente cordiale firmada entre la dictadura y un monarca de chichinabo porque entonces los Llarenas de turno se mosquean y pasan la ley cual apisonadora. Y pasito a pasito, con calma pero sin pausa caminamos hacia la bancarrota democrática de la mano de malandros, mentirosos, tramposos y ladrones.
La indignidad de este escarnio al Procés, la simboliza muy bien el nauseabundo twit del viscoso Albert Rivera que publicó nada más saber la noticia de que Marta Rovira había emprendido el camino del exilio; http://www.publico.es/tremending/2018/03/23/albert-rivera-incendia-twitter-con-sus-palabras-tras-la-huida-de-marta-rovira/. Ensañamiento sin piedad contra los elegidos de su pueblo, que merecen, cuanto menos el mismo respeto que él. Y digo cuanto menos, por ser correcta, ustedes queridos lectores, me entiendan y sepan leerme entre líneas. Lejos quedarían las palabras de Azaña, al que ese niñato dijo, en alguna ocasión, leer: Paz, piedad y perdón decía el bueno de don Manuel. No, lo del chico este es: odio, sarcasmo y venganza. Lo anotamos, querido, lo anotamos y lo repetimos porque todo apunta a que será, más pronto que tarde, algo más que el bufón de palacio que es ahora. Un infame con cara de pan. Y poco más.
En un país donde el partido del gobierno financia su sede en B, donde pasa sobres y sobres en turbia contabilidad a sus chicos, donde la mordida financia elección tras elección, donde se inauguraron y financiaron fiascos millonarios y donde (oh, risas) una Presidenta de Comunidad saca notable en un máster al que jamás acudió. En este país, trece personas pueden ir a la cárcel treinta años por votar en un referéndum, que eso es rebelión, incitación al odio, malversar caudales y muchas cosas malas más. Parecidos a los delitos con los que nos gotea la prensa a diario. Iguales.
Hemos asistido a un descalabro de acciones cada día más bajas, más rastreras, más inicuas, en un despeñe al infierno de la venganza, que no de la justicia, sin igual. Desde el principio, cuando los hijos de la gran gaviota azul, se despendolaron en contra de la reforma del Estatut votado mayoritariamente por el Parlament. Despeñados y envalentonados , envueltos en la nube de un nacionalismo rancio con el único fin de ganar votos en el resto del Estado y castigar a una autonomía díscola, ha ido in crescendo el sindiós. Se les negó lo justo y ante su respuesta rebelde se les machaca sin piedad poniendo en solfa cualquier atisbo de sentido común y de convivencia.
Judicalizar, lo que es solo política, es suicida. Alentados por un cipayo fiel, junto con estómagos agradecidos, que sin encomendarse al sentido común, y casi diría a las leyes que dicen defender, atacan sin piedad a los elegidos por el pueblo catalán. Y con estos actos, más y más división, más y más cisma en una comunidad modélica en integración, por mucho que los cínicos pescadores de río revuelto, lo nieguen.
En Catalunya había paz social. Aunque solo fuera como prueba, para demostrar lo que afirmo, que saber que la mismísima jefa de la oposición (sublime Arrimadas, vacua y floreada que hasta la desmiente Telva) es nacida y criada en Jaén, vive tan solo desde hace ocho años en Catalunya, donde encontró un trabajo digno y de alto nivel, aprendiendo catalán sobre la marcha. Lo irónico, lo verdaderamente irónico de ese partido lerrouxista, incitador de la discordia, es que se contradicen justamente con ella, con Arrimadas ¿Cómo es posible que sean capaces de decir que en Catalunya se discrimina habiendo llegado tan lejos ella misma? Ojo, queridos compatriotas del resto del Estado, que son los amigos de Arrimadas y Rivera lo que nos llega en un próximo futuro. El IBEX ha decidido y dudo que cambien.
El sentir de algunas personas (menos de las que quisiera, lo confieso) es de una profunda sensación de vergüenza, de no saber levantar la voz en defensa del derecho a decidir en paz y tranquilidad, de la dignidad de un pueblo que se pisotea con la alevosa sensación de la venganza, del caínismo español, tan conocido y padecido.
Nada bueno sale de cimentar la política con la puñalada, con hundir la daga al vencido hasta la empuñadura. Más y más resentimiento. Más y más rabia que se reconcentrará tal que la vivida por esta España maltrecha desde los ancestros de la historia. Como si una maldición se cerniera sobre nuestras cabezas: “caminarás por la historia matando y humillando al hermano” parece decir la voz de un Jehová malévolo. Pensábamos, inocentes de nosotras, que habíamos superado el caínismo, y resulta que es al contrario, lo hemos alimentado como a una serpiente venenosa y hoy sale con fuerzas renovadas.
Triste patria que no negocia, que necesita pisar y humillar al hermano. Triste historia que se retuerce una vez más en una trágica vuelta de tuerca.
María Toca
Y lo más triste, que no será la última vuelta de tuerca.
Así lo pienso. La próxima nos toca a los demás, porque esto es pura represión. Un abrazo cálido de las que amamos la libertad Gustau.