Concha Morell

 

 

La pareja formada por el valenciano Manuel Morell Gómez, con la cordobesa, Dolores Nicolau, procrean una hija que nace en Córdoba, el doce de marzo de 1864, con el nombre de Concepción Morell Nicolao. Al poco tiempo, la familia marcha a las Américas para mejorar la vida, cosa que no ocurre puesto que  Manuel Morell muere en 1880, dejando a la viuda con su hija en estado precario. Dolores Nicolao, emprende la vuelta a España con un misterioso embarazo, se instala con su hija  en Córdoba donde no encuentran facilidades sociales para integrarse. Poco después muere la madre, dejando a Concha con dieciséis años en desamparo. Para entonces, se desconoce con que medios, pero la joven estaba  formada culturalmente además de  conocer el francés y el italiano.  Poco antes, ante la cercanía de la muerte, deja a la adolescente bajo el amparo de un hombre desconocido…que solo conocemos por “papá” o el “Caballero de la Triste Figura” tal como le cita  Concha años más tarde en las misivas que intercambia con Galdós. Ese padrinazgo no fue todo lo inocente que se supondría por la diferencia de edad y la desprotección que sufre la protegida. Viven en Madrid, en la calle Argensola doce, principal derecha.

La joven es independiente, tiene ansias de libertad, de vivir su vida sin mayores cortapisas. Muestra un carácter individualista que casa mal con la época que le ha tocado nacer.

Mientras, Don Benito Pérez Galdós es un escritor consagrado, conoce de forma casual a Concha en Madrid, él tienen 39 años, ella solo 19. Apenas repara en ella, más que visualizando a una joven hermosa, alta, de tez blanca, cabellos rubios y distinguida. No se volverán a encontrar  hasta diez años después, cuando él prepara su primera  obra de teatro, Resurreción.

Don Benito, anda en el ocaso de su vida, aunque mantiene el aplomo juvenil, su atractivo agrandado por el éxito que ha cosechado con su obra. Es un gran conquistador de mujeres, pero ni se ha casado ni piensa hacerlo nunca, quizá perturbado por la relación familiar con una madre absorbente (hija de un inquisidor) y una familia ante la que él es su principal sostén.

La mujer en el siglo XIX, y entrados en el XX no tiene acceso al trabajo más que de forma excepcional, con pocas opciones: costura, servicio y en las zonas donde hay industrias, como obreras mal pagadas, por lo que si no están casadas y no han profesado en convento, los hombres de la familia se han de hacer cargo de ellas…o se ven sumidas en la indigencia absoluta como fue el caso de Dolores Nicolau, la madre de Concha. La “protección” de señores y la prostitución conformaban las posibilidades de subsistencia de las mujeres que no tenían un hombre que las mantuviera.

Don Benito, aunque no quiere casarse  sí desea disfrutar de los placeres conyugales sin más trabas que las de la discreción. En ese tiempo, mantiene una relación con Doña Emilia Pardo Bazán, que si bien al principio fue apasionada, debido a la infidelidad de la condesa con el joven y atractivo José Lázaro Galdiano (aventura de poca enjundia que un indiscreto le cuenta a don Benito, provocándole enfado y celos…cuando él, precisamente, no era un adalid de fidelidad) Doña Emilia está casada, aunque separada, además de ser mujer independiente poco amiga de ataduras, por lo que la relación con ella es satisfactoria, de igual a igual. Se admiran, quizá más que se aman, y mantendrán toda la vida la grata amistad que los unía. También mantiene una relación con Lorenza Cobián,  la que precisamente el año que conoce a Concha, 1899, le ha dado una hija, María Pérez Galdós Cobián. Lorenza es una mujer hermosa pero poco cultivada, vulgar en su formas, por lo que tampoco se le ocurriría presentarla a la familia. Asume la manutención de Lorenza así como de la hija con las que mantiene lazos estrechos de afecto.

Es un buen año para don Benito, la hija le satisface gratamente, su obra es reconocida,  ha decidido escribir teatro y presentar en Madrid. Por fin la han  llegado los planos de San Quintín, la casa que ha diseñado para vivir  en Santander, y  será su única vivienda en propiedad por la que siente gran ilusión.

Se desconoce cómo volvieron a encontrarse Concha Morell y Galdós. Ella está harta de la dependencia de “papá” quiere libertad y sabe que para eso necesita dinero. En las numerosas misivas que intercambia con Galdós después de sus encuentros,  le explica las perturbadoras relaciones que mantiene con su padrino y le solicita un papel en la obra que estrenará en teatro el autor. Concha piensa que puede ser actriz, pero sobre todo ansía que esta sea la forma de obtener su libertad  y la independencia soñada.

Concha refiere a don Benito la triste vida de mujer subyugada a los caprichos de un rijoso que la encadena a su vida, y éste se ofrece a protegerla. Con lo explicado  en las cartas, el talento de Galdós concibe una de sus obras más interesantes, Tristana para lo que se refugia en Santander donde es posible que ya le acompañe Concha Morell.

En la novela, la joven Tristana, vive bajo el mecenazgo de un tiránico y detestable Don Lope, que no la deja respirar. La joven conoce y se enamora de forma romántica y exagerada de un joven, Horacio,  mientras  la historia va despeñándose entre las ansias de libertad soñadas por Tristana y la realidad de la época que no consiente los dispendios femeninos. Dejamos un texto de la obra que explica su relación con Horacio:

Se fue desvaneciendo la persona misma de Horacio, sustituida por un ser ideal, obra temeraria de su pensamiento, ser en quien se cifraban todas las bellezas visibles e invisibles. Su corazón se inflamó en un cariñazo que bien podría llamarse místico, por lo incorpóreo y puramente soñado del ser que tales afectos movía”. (Tristana, 116)

El romanticismo es mal consejero para emprender la liberación por lo que la joven de la historia sufre de “cariñazo” que Horacio no puede colmar. Don Benito y Concha, comienzan un idilio apasionado y tan excesivo como el de la novela, con la salvedad de que el autor de Fortunata y Jacinta, tampoco puede colmar las ansias románticas de Concha Morell. No quiere presentarle a sus hermanas, elude hacer publica la relación, aunque entre las bambalinas es la comidilla de mundillo teatral. No obstante, muestra una lealtad hacia el hombre que la ha convertido en inmortal con el personaje de la novela Tristana.

«Tengo muchísimos deseos de conocer el libro que ahora estás escribiendo, ese que dices que te he inspirado yo. Ven pronto para que lo leamos juntos», le había escrito ella”. (AMPG5 , 3065). Le manifiesta en una de sus misivas con añoranza.

Don Benito ha creado un personaje sencillo a la medida de Concha, arropado por el resto de los integrantes del elenco, con poco texto y escasos movimientos dramáticos. Da igual, Concha Morell no tiene el talento necesario para brillar en la escena, pues se bate con María Guerrero, Margarita Xirgú y otras primeras damas de la escena. Todos son conscientes de que no hará carrera; ella es lo suficientemente inteligente para comprenderlo  lo que le supone un gran desengaño.

Carece de talento dramático.  Ama a un hombre que la comparte con otras, que no la integra en su vida. Quiere liberarse y ser independiente pero no tiene forma de conseguir dinero suficiente para ello. No le queda más opción que acceder a la “generosidad” de don Benito. Viajan por diversas zonas de España, llegando hasta visitar París.

Galdós trata bien a sus mujeres…bien para la época, por supuesto. No adquiere compromisos pero las mantiene, les pone casa, incluso las intenta colocar cuando se ha cansado o las ha sustituido por otras. Intenta cultivarlas, ya que las mujeres del pueblo, en la época, carecían de cultura, apenas sabían leer y escribir. Entabla con ellas una relación de respeto, pero sin mayor compromiso. A Concha comienza a pesarle la relación, no le parece bastante;  en las misivas intercambiadas le reprocha que no pueda relacionarse con la familia del autor. A Don Benito le cansan los reproches, la grandilocuencia de Concha, que habla abiertamente de su relación con la gente del teatro, lo que le molesta mucho ya que es extremadamente discreto con su vida personal. Los cambios de humor, los arrebatos místicos y dolores variados ( neurosis, los llamó el doctor  Díaz Manrique en la ponencia que realizó en el Segundo Congreso Internacional Galdosiano de Las Palmas en 1978. Añadió que también era diabética) le producen un hartazgo grave.  Concha se queda embarazada, sufre altibajos de caracter y torna por un tiempo a la casa de la que había huido. Vuelve a la protección del “papá” detestado por ella y por don Benito.

El hermano del autor, Domingo Pérez Galdós, principal sostén de la familia, muere quedando la esposa y ambas hermanas, Concha y Carmen Pérez Galdós, en desamparo, por lo que él debe asumir su manutención y cuidado, así como atender a las deudas impositivas por unas propiedades poco rentables que la familia Hurtado de Mendoza (de su querida cuñada Magdalena, que fue quien le financió la edición de su primera obra La fontana de oro) mantienen en Cuba. Además de mantener a Lorenza y a su hija María, por lo que las finanzas de Galdós están en mínimos.

Las preocupaciones de Galdós debieron ser extremadas en esa época, se quejaba de que con tanta producción como tenía nunca le quedaba dinero. Cae en manos de prestamistas que le aprietan para la devolución, algo que se refleja claramente en su obra, en la que siempre hay un usurero poco agradable extorsionando a los personajes. La presión de Magdalena, Carmen y Concha Pérez Galdós y el resto de la familia en contra de su relación con Concha Morell es alta.

En el verano de 1892, como consecuencia de los encuentros en Buen Suceso, 17, Concha está espera un hijo que nunca llegará. Entran en grave crisis y poco después, durante el verano de 1894, Concha Morell, reside de forma esporádica en pueblos de Santander (Mengo, Conlillas, Requejada), esperando vanamente una boda con Galdós. De los últimos meses de este año debe ser, por los motivos ya indicados, la primera ruptura  de Concha y Galdós. Gilbert Smith en su entrecortada colección de documentos aporta uno de este año muy interesante porque traduce y resume la situación vivida por la pareja, casi de opereta.

El malestar del autor de Fortunata y Jacinta se une a producirse   problemas con el editor de su obra, a quien demanda y se ve obligado a indemnizar con 100.000 pts. además de pagar por los pleitos, 15.000 pts. de la época lo cual era una fortuna. Se convierte en editor de su obra, pero no va todo lo bien que él imagina, lo que le  conduce al descalabro económico y la de una relación desigual, que no satisface a ninguno de los integrantes de la pareja.

Concha escribe cartas dolorosas, él responde, unas veces con cierta displicencia, otras con mansedumbre y alguna se permite reprocharle su conducta al volver con el anterior protector. La relación iniciada el 22 de junio de 1891, como recuerdan los amantes en carta de 1892,  se mantuvo, con altibajos, hasta 1900. A partir de entonces, la ruptura fue casi total. Una de las cartas que mediaron, muestra la claudicación de Concha de sus primarios deseos de libertad ¿Es la soledad o el amor lo que le hace expresarse así?

«No te pese -le decía Concha un «domingo» [de febrero de 1898] a Galdóshaberme dado a beber la hiel de la verdad. He dicho siempre que el amargo de ésta como el de la quinina saben mal, pero hacen bien. Perdona mi insistencia en haberte manifestado los ardientes deseos que tenía de acercarme a tu familia y casa. Sé cuánto apego y cariño les tienes, hasta el punto de abandonarme por ellos. (Abandonarme es no tenerte contigo) y pues ni yo podía ni quería imaginar si quiera que por mí los dejases, y estoy tan sola en el mundo, y te quiero tanto. Por acerme [sic] a ti, me sentía yo capaz hasta de… soportar la vida de familia. Y no digo sacrificar mi libertad, pues esta libertad mía es puramente nominal, y aunque fuera efectiva, muy poco o nada me importaría perderla puesto que ni la quiero ni la necesito … Pues, deseas que nada quiera con los tuyos, por darte gusto y por convicción, puedo decir con el que fue mi poeta favorito non che la speme il desiderio e spento. y antes habría podido decírtelo, si antes me hubieras dicho en esta forma que tu casa es un templo y que lo profanarías si me llevases

, BENITO PÉREZ GALOOS, Misericordia, ed. Luciano Garcla Lorenzo y Carmen Menéndez Onrubia

 

Las ansias de libertad e independencia de Concha Morell, su camino hacia la independencia no puede ser más tortuoso. Vive en Santander, por estar cerca del autor, pero ya la relación está rota. Su ansia de rebeldía a la vez que la desazón que la producen las duras diatribas del catolicismo oficial contra la obra y la persona de Galdós, le hacen buscar en el judaísmo el amparo de una nueva religión. Incluso, durante su inmersión en la nueva creencia, Concha Morell, muestra cierta cultura y conocimientos de lo ocurre fuera de las fronteras españolas. El texto de una de sus cartas lo demuestra:


«Yo estimo -le explica a Galdós en febrero de 1898que los templos todos son muy chiquitos… Si he entrado en la sinagoga, ha sido porque en un momento en que te insultaron, tanto amor y piedad entrañable sentí por toda la raza superior y desgraciada, que desde entonces soy perra judía … A mí se me ocurrió que no pudiendo tú por ser español defensor a Dreyfus, debía defenderlo Zola. Comiendo un día en casa de unos parientes del .condenado lo, dije. Y a los pocos días Zola defendía a Dreyfus … »

Se cuenta, que paseando por el Rastro con Galdós, contacta con un pobre anciano que pide limosna y es judío para que la ponga en contacto con quien pueda formarla. Se integra en la nueva religión de forma apasionada,  eso será causa de ser expulsada de los Ángeles Custodios, centro religioso santanderino donde se refugia. Poco después pasa a residir en el Asilo de la Divina Pastora  a donde llega huyendo, según cuenta en las cartas, de pretendientes  atrevidos.

Residiendo en Santander contacta con republicanos, federalistas, incluso manifiesta tendencias libertarias y feministas. Su ideología toma forma gracias a las nuevas amistades mostrándose activa en la defensa de los valores que representan. Escribe diversos artículos sobre republicanismo y a la muerte de Augusto González Linares, publica en La Voz Montañesa, un artículo refiriendo  como fue protegida por él.

Reside en Monte, en una humilde vivienda donde pasa once años de su vida. Galdós sigue manteniéndola de forma esporádica  y cuando enferma de tuberculosis atiende todos los servicios médicos necesarios.

Concha Morell, muere de tuberculosis en el pueblo de Monte donde ha residido, el veintidós de abril de 1906. La casera  de los últimos años, Consuelo Rivera Gómez, recogió los manuscritos y enseres personales de la actriz frustrada y antes de tirarlos contacta con una dirección de Madrid, llegando poco después una persona desconocida a recoger lo que quedaba de esta triste mujer que quiso volar alto, y a la que el lastre de una época terrible para las mujeres independiente, la dejaron a ras de suelo.

Fue inspiradora de Tristana, quizá de otros personajes femeninos de la obra de Galdós. Como ocurre  en la ficción, vemos con tristeza, que la vida de muchas mujeres válidas y capaces no acaba ni trascurre  bien. Las terribles  apreturas patriarcales ahogaron demasiadas vidas como la de Concha Morell, que no sabemos cómo hubiera desarrollado su talento de haber  sido posible vivir libres.

María Toca Cañedo©

Esas cartas, las de la novela Tristana, aparecen a partir del capítulo VIII de los veintinueve totales del texto, y ocupan los VIII, IX, XVI, y XXI, insertadas en el discurso novelesco mediante diversas técnicas de taller que Galdós domina: la carta directa, 4 Carta 9408 a Miguel de la Cámara, de 13 de noviembre de 1891: «Mando 17 cuartillas. Es poco, pero los principios siempre son difíciles. Enjareté el comienzo que es lo que más cuesta, y una vez adquirido el impulso avanzaré rápidamente hasta el fin». (AMP; archivo Museo Canario) Confía Galdós en la nueva novela como medio eficaz para obtener réditos urgentes. Acuciaban al escritor los gastos derivados de las obras de Santander, pero también los del sostenimiento de la familia: los alquileres de las casas de Madrid y de Santander, el alquiler del palomar de Concha, y los gastos precisos para el sostenimiento y cuidados de Lorenza Cobián y de la pequeña María.

5 AMPG. Archivo Museo Pérez Galdós. Galdós entre Pardo Bazán y Concha Morell 25 © 2021 CASA-MUSEO EMILIA PARDO BAZÁN. La Tribuna. Cadernos de Estudos da Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, núm. 16, pp. 21-28 el monólogo epistolar incorporado al discurso narrativo, las voces de los personajes comentando o repitiendo pasajes epistolares, etc.

Pasaje publicado por Yolanda Arancibia en su obra Galdós entre Pardo Bazán y Concha Morell.

 

 

 

Sobre Maria Toca 1630 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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