De banderas y escudos

 

 

El haz y el yugo de los Reyes Católicos, cuya adopción como distintivo constituye uno de los grandes aciertos de nuestra Falange, debe figurar en las armas oficiales para indicar cual ha de ser la tónica del Nuevo Estado.

Cita de un escrito de la Falange fundacional.

Para muchos/as las banderas son importantes. Los símbolos patrióticos inflaman el pecho de ardores  pasionales que conducen al desfile emocional o llevan  hasta la trinchera al ilusionado creyente. El flambeo banderil ilumina los ojos y arrebata la pasión de gente variopinta.

Confieso poca afinidad con esas lides, más que las que simbolizan pueblos o colectivos marginados . Puedo esgrimir con orgullo la bandera saharaui, palestina, republicana o la del arco iris porque cualquiera de ellas simboliza la dignidad de pueblos y colectivos marginados o colonizados. Nada más. Pero entiendo perfectamente las emociones, positivas o negativas que producen. Imagino que la enseña marroquí produce rabia y dolor profundo al saharaui expulsado y colonizado como la de Israel al palestino. Entiendo el simbolismo así, de débil contra fuerte, jamás al revés.

Entonces, me preguntarán ¿a qué viene el empeño en erradicar la simbología y la nomenclatura fascista de las calles de mi ciudad, región o país? Si da igual…

Resulta que no da igual, porque los símbolos, como su nombre indica, representan de forma gráfica algo doloroso o vibrante que rememora humillaciones varias o dolores históricos. Por ese motivo, la esvástica está prohibida en todos los países que padecieron el nazismo y a poco informadas que estemos se nos corta el aliento cuando la divisamos, aunque sea de lejos.  No quiero pensar lo que siente un/a judío/a polaco o húngaro cuya familia padeció el terror nazi.

Caminaba plácidamente por la calle Infantes de Santander, más concretamente por el parque de San Roque cuando al llegar a la parroquia que le da nombre levanto la vista hasta divisar algo que  me interpela con furia…Ajusto mis gafas, al tiempo que mi piel se eriza al encontrarme frente a un monumental escudo del águila franquista con toda su parafernalia fascista incluida. En el propio frontal de la iglesia. Debajo mismo de una escena bucólica del pobre San Roque (imagino, no estoy muy puesta en santos) y de la cruz cristiana. Allí estaba luciendo en todo el esplendor posible junto al santo y a la cruz.

Además de ser algo completamente ilegal conforme a la Ley de Memoria Democrática del Estado, y de la Ley de Memoria Democrática de la Comunidad de Cantabria (vigente aún, esta última, aunque con la amenaza de la pandilla PPVOX de derogación) Además de la ilegalidad, digo, ese símbolo tiene una historia que voy a desglosar.

Fue el 29 de agosto de 1936, en decreto firmado por Miguel Cabanellas Ferrer, general golpista, que se impuso la bandera rojigualda, descartando la tricolor como simbología republicana, repudiable por los que integraron la asonada. La orden se complementa el día 13 de septiembre de 1936, firmando el coronel Federico Montaner, que confirma la bandera. Finalmente, el dos de febrero de 1938, en el Decreto N.º 470, ya con la firma del general Franco, se añade el águila y el resto de simbología fascista a los atributos de un golpe de estado que poco después triunfaría en una guerra (in)civil,  gracias a las ayudas italianas, y alemanas. Gobiernos fascista y nazi respectivamente, que hicieron campaña militar con el socio y amigo de ambos, Francisco Franco.

Si bien el pájaro que luce surge del águila de San Juan, que Isabel la Católica impuso a las enseñas de una soñada patria que ella como reina de Castilla junto a su marido, de  Aragón, debieron concebir en sus sueños más húmedos. Conquistando (que no reconquistando porque España no existía y sí existía Al Andalus con todo el esplendor social y cultural posible) el resto de la península donde vivían los cultos musulmanes, hoy tan denostados. Ocho siglos de cultura, medicina, arquitectura singular, poesía, arte en general, que disfrutaron en las tres cuartas partes de la península mientras en el resto andábamos casi en taparrabos y tirando con arco. Bien, el origen del  águila es de los reyes católicos. ¿Y el yugo? ¿y las flechas? ¿y el nudo gordiano?

Fue Rafael Sánchez Mazas, poeta mediocre, fascista singular, personaje de Cercas y padre de Sánchez Ferlosio, además de amigo personal de José Antonio y admirador furibundo de Mussolini y Hitler, quien pensó que el yugo y las flechas formarían parte de la simbología del nuevo partido que estaban pensando las mentes fascistas de Madrid. Las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas (ojo al nombre, comprueben coincidencias) de Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo integrantes,  ideólogos y fundadores de dicho partido a imitación del NSDAP alemán y del Fascista italiano, tomaron el símbolo que luego se uniría al partido fundado por José Antonio Primo de Rivera, Falange, quedando constituido como: Falange Española y de las Jons. Simbología puramente fascista que entra en vigor en los años en que el fracaso del golpe de estado da paso a la cruenta guerra. Símbolos y bandera, ratificados luego por el resto de los integrantes fundacionales de la Falange de las Jons.

Para los responsables del ideario falangista, como José Antonio Primo de RiveraJuan AparicioErnesto Giménez CaballeroRamiro LedesmaOrbegozo, que dejaron sus reflexiones en la revista Fascio, ​ el emblema elegido también se aproximaba al del fascismo italiano, este a su vez inspirado en el fascio o símbolo de los líctores romanos, mediante la asociación polisémica en español de la palabra «haz»

El llamado aguilucho, con sus tirabeques restantes, hiere la mirada de una demócrata, de las que tenemos víctimas familiares del fascismo y de cualquiera con sentido común, aunque no tenga ideología. ¿Simbología fascista en una iglesia? Sí, en su pared principal, exhibiéndose con el mismo orgullo con la que se construyó, puesto que fue el primer templo edificado poco después de la guerra, en respuesta a la que eliminó (jamás sabremos porqué, puesto que era hombre moderado y nada anticlerical) el alcalde Castillo Bordenave, por nombre popular, “El Piqueta” por su afán reformador ciudadano que tenemos ampliamente estudiado y que les remito a revisar porque el personaje merece la pena.https://www.lapajareramagazine.com/reivindicacion-de-don-ernesto-castillo-bordenave

Nos contaron que había que superar tanto la guerra como los cuarenta años de franquismo. Nos contaron que era mejor olvidar, obviar los crímenes, los muros ensangrentados de los cementerios, las viudas que no podían llorar ni vestir de negro, las palizas, las rapadas, los campos de concentración, la tortura, los crímenes, las cunetas llenas de asesinados sin nombre…Nos dijeron que había que olvidar. Y lo hicimos, oiga, vaya si lo hicimos, el problema es que, levantando la vista, nos encontramos con la simbología de todo aquel horror. El problema es que vivimos cerca de la calle General Dávila, pasamos por Camilo Alonso Vega (calles denunciadas y que la Fiscalía ha tenido a bien entrar a trámite) Mientras paseamos por la Plaza de Italia, que cínicamente nos dicen que es en honor del país, no como cuenta la historia verdadera, por haberse acantonado las tropas del fascio italiano que conquistaron la ciudad. Porque repetimos,  Santander fue conquistada por italianos, moros y en menor medida navarros. La entrega se hizo al ejército del fascio italiano,  que acampó victorioso en la Plaza de Italia. Esas fueron las llamadas tropas «nacionales»

Mientras visitamos las innumerables iglesias con simbología fascista en sus paredes, grabados en piedra el estigma de ¡Caidos por Dios y por España! con los nombres de los muertos fascistas como si los otros, los del bando legal, los que luchaban por la democracia, la libertad y los derechos, fueran desechos humanos. Que lo eran para ellos. Que lo siguen siendo para un gobierno autonómico que pretende derogar una tímida ley de Memoria Democrática, que su único fin es igualar…con mucha, demasiada para mi gusto, timidez a los muertos.

Nos contaron que debíamos olvidar a los nuestros. Que debíamos hacer borrón y cuenta nueva, y lo hicimos. Con mucho dolor y la sensación de infamia, pero lo hicimos. Ahora nos preguntamos ¿lo hicieron ellos? ¿emprendieron ellos la tarea de asumir los crímenes, el golpe de estado ilegal y la posterior represión? ¿Hicieron algo para pedir perdón por tanto crimen y dolor? ¿Restituyeron lo robado en su taimada invasión? ¿Y el trabajo esclavo? ¿restituyeron a los miles de trabajadores esclavizados por el régimen de terror?

Las paredes de las iglesias, los nombres de las calles y los diversos monumentos en honor del fascismo, nos responden que no. Nos gritan a las claras, que ellos, sus hijos/as y nietas siguen consideraron que ganaron una guerra infame y  lo recuerdan con sus nombres y monumentos. Por si se nos olvida quien manda.

María Toca Cañedo©

Agosto 2024.

 

 

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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