La naturaleza se ha mostrado generosa sólo con aquellos a los que ha otorgado el privilegio de no pensar en la muerte.
En La caída en el tiempo de Emil Cioran
Da igual que la tierra tiemble o permanezca dormida,
el futuro que nos espera a los humanos
ha sido y será siempre el mismo.
La utopía y la muerte.
Da igual que la guerra se declare en Oriente o en Occidente,
el futuro que nos espera a los humanos
ha sido y será siempre el mismo.
La utopía y la muerte.
Da igual que el hambre sea la causa principal de muerte en el planeta,
el futuro que nos espera a los humanos
ha sido y será siempre el mismo.
La utopía y la muerte.
Sometidos como estamos
a los azotes del Azar,
“ Dios único del universo”,
las lágrimas, el dolor, los gritos y los lamentos que generan los diarios encharcamientos de la sangre derramada injustificadamente
por las dolorosas heridas de las guerras,
son patrimonio y esperanza
de las flores muertas de los cementerios.
Utopía y muerte.
Puertas únicas que nos quedan
a los humanos para reinventarnos.
Utopía y muerte.
Hadas madrinas que nos invitan a ascender y descender por esa escala evolutiva
que fue desde el animal hasta el hombre.
No permitiendo el descenso
los humanos caemos
tanto, tanto…,
que somos inconscientes
que el camino del ascenso
lleva al egocentrismo , la guerra
y las flores marchitas de los cementerios,
mientras el descenso al camino de la humildad y la sorpresa
que conduce a aventurarse
en el origen de una vida plena llena de utopías.
Enrique Ibáñez Villegas
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