Hace algunos días, Mario Osorio Olazábal, investigador de la Sociedad Andina Ancestral, abandonó esta forma de existencia. Él nos dejó un precioso legado en decenas de libros, en sus charlas, conferencias, música, pinturas, fotografías… y sobre todo en su amorosa forma de vivir. Hoy comparto una de las entrevistas que él me regaló hace algunos años.
El ritmo acelerado de hoy nos lleva a buscar la pausa, el espacio en que la mente se para y se conecta con la esencia de la vida. Ingresar en un complejo arquitectónico andino es apretar esa tecla, es entrar en el no-tiempo. Estás tú contigo, solo, y a la vez con todo. Te concentras, te expandes. Inspiras, expiras. Silencio. Y sientes otra respiración, en otra dimensión. Más acompañado que nunca escuchas a las piedras que han estado allí tan quietas, tan eternas.
Mario Osorio Olazábal es arquitecto, escritor, pintor, fotógrafo… pero ante todo es un guardián de la tradición y la cultura andina ancestral. Hoy, tenemos la fortuna de hablar con él sobre el alma de las piedras, a las cuales ha observado por tanto tiempo. Hoy, Mario nos cuenta parte de lo que ellas le susurraron.
Mario, ¿qué pasa en nosotros cuando transitamos por un complejo arquitectónico andino?
Bueno, para ello hay que tener en cuenta que todo complejo está en función de los propósitos en los que una sociedad se quiere desenvolver. En el caso de la sociedad andina, el diseño de los edificios y las ciudades actúan como integradores de las actividades humanas y las de la naturaleza. Para ello, orientaron todos los complejos en función de las líneas de fuerza de la Tierra, que se manifiestan a través de los campos electromagnéticos. De esa forma, también se orientan con el tránsito de los astros que dan las lecturas de los ciclos. Así, el ser humano puede comunicarse con la naturaleza.
Por eso, cuando una persona transita por esos complejos lo que sucede es que se integra al conjunto de actividades o funciones del universo. Esta sociedad ancestral quería que el ser estuviese integrado a la naturaleza, por lo que, cuando una persona ingresa a esos espacios, siente como que el cuerpo pasa a formar parte del complejo y así librera su espíritu.
¿Nos puedes dar una sugerencia sobre cómo ingresar en uno de ellos?
Se necesita un tiempo previo para ingresar, es mejor hacer una caminata previa ya que hacen compresión y descomprensión del estado en que se encuentra la persona. Nosotros en las ciudades, nos encontramos con muchas presiones, cuando salimos a la calle, pasamos de la tranquilidad de la casa a una agresión tremenda por el tráfico, el ruido, la gente… Es un cambio radical y eso, aunque no se sienta va afectando nuestro carácter, espíritu y a la misma estructura del organismo. Por eso, en los tiempos en que estos complejos funcionaban, la persona que estaba en el exterior siempre requería de un tránsito para comprimir o descomprimir sus energías.
Mi sugerencia es que cuando ingresen tengan su mente y su corazón abiertos. Porque si ponemos de antemano todo aquello que se nos ha enseñado, que se nos ha impuesto, va a ser muy difícil percibir lo que ese lugar está mostrándonos.
Y las piedras en particular, ¿qué nos pueden contar?
Se puede decir que la piedra es la sangre coagulada de la Tierra. Ha vivido muchosprocesos, por ejemplo, las actividades volcánicas en que todo se ha licuado. Cada zona, cada lugar ha licuado distintos tipos de materia, de minerales que le han dado determinadas composiciones.
Cada piedra ha sido moldeada o tallada para que forme parte de un volumen que tiene masa y orientación y canaliza las energías propias de la Tierra. Al observar estas piedras se puede apreciar que algunas reflejan luz, otras la absorben, otras son porosas, otras lisas. Cada una cumple una función. Así, el conjunto de piedras semejantes que han sido empleadas en un edificio están cumpliendo la suya en relación a la información que contiene. Por ejemplo, si es piedra reflejante, todo lo que viene del cosmos o del Sol está siendo reflejado al entorno y eso genera también un microclima o una frecuencia de vibraciones que, de acuerdo a su orientación y composición, ayuda a los procesos de las personas, del medio ambiente.
¿Qué podemos aprender observando a las piedras?
Que tienen tal calidad de conceptos y ciencia aplicada que se mantienen ahí siglos de siglos a pesar de no tener ningún tipo de pegamento. Es simplemente el ensamble de una piedra con otra. Hay un dicho que dice: el tiempo teme a las pirámides. Y en el caso de la sociedad andina, con sus obras demuestran que la memoria teme a la obra andina, porque en su obra está conservada la memoria del universo. En la actualidad tenemos sistemas constructivos con cementos especiales, estructuras incorporadas, metálicas… pero viene un sismo y las fractura. Sin embrago, ese mismo sismo no le hace nada a un edificio hecho por la sociedad andina. Ahí se muestra que existe una ciencia extraordinaria aplicada en todas sus obras. Los propósitos con los que se desenvolvió esta sociedad son para que las cosas duren, para mantener la continuidad humana en las mejores condiciones posibles. Y por supuesto, estar siempre en armonía con el entorno.
Me quedo pensando en este no-tiempo, el mismo que trasmiten sus ojos atentos…
Mario, cuéntanos un secreto.
Las piedras me dijeron que ellas cumplen sus procesos más rápido que nosotros.
Y es que, aunque no lo sepamos, somos tan lentos…
Texto y fotos: Silvia Maza
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