Pasa a las 14:53, según el horario de la compañía.
A las 14:35 ya estoy en la parada esperando el bus. Soy previsora, precavida, puntualísima e intento avanzar a los acontecimientos, así que no suelo perder autobuses ni trenes.
Me entrego con pasión al plan A, pero voy acariciando los poco apetecibles planes B,C,D,F … y así llego con tiempo a todas las paradas.
A las 14:53 cuando suba al bus dejaré atrás mi más reciente pasión, mi ilusión, mi esfuerzo y mi fe de los últimos dos ańos.
Está decidido por doloroso que sea. Nos hemos despedido bien, entre abrazos y promesas que sé que no serán.
Las 15:10 y el bus no viene. Habrá una confabulación para que no me vaya?
Las 15:35 y el bus no viene. Me inquieto.
Llamo a la compañia y me informan que el bus va con antelación a su horario, que no les consta ninguna incidencia y que el próximo en la línea pasará dentro de 3 horas y 45 minutos.
Coño, la incidencia soy yo!!! Que me habéis dejado tirada en medio de la nada!!
La frustración y la rabia me vencen por minutos y, un momento …, es un bus, al fondo en la curva y viene hacia mi. Va lento y envuelto en una nube de humo. Un poco extraño pero, estoy salvada!!!
Se detiene, abre las puertas y subo. Arranca veloz como una centella que casi me tira. Miro desconcertada a mi alrededor y Oh! diosmiodemivida que no hay nadie dentro y ni al volante!
Busco algo, algún indicativo y leo:
DESTINO: UTOPÍA
(Microrelato)
(Cosas que escribo cuando pierdo un bus y tengo que esperar tres horas y pico al siguiente)
Silvia Augé Tarrés
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