“El trabajo más bello, mas atractivo, que existe en el mundo, la labor de educar a la infancia, por error en los métodos, en la visión general del problema y en España, por acumulación absurda de niños en un local, se convierte en algo perfectamente estúpido, cuando no en una odiosa carga del trabajo forzado en un penal (…) En la “Maison des Petits” de Ginebra, vi salitas de trabajo pequeñas, sencillas en su amable “confort”. El número de niños en cada una no excedía de veinte”.
“Hablar de clases sociales refiriéndose a la escuela, más que absurdo, es un crimen de lesa humanidad para el que por desgracia están la inmensa mayoría de las gentes, sordas y mudas. Así, la escuela nacional en España es la “escuela de pobres”. En cambio, cuando aparece una bien organizada pronto se ve invadida por niños de clases acomoda[s] que, dada la escasez de escuelas, desplaza a los desheredados de la fortuna. Y esto no puede ser.”
“Hacer trabajar intensa, eficazmente, con gusto; proteger, presidir los ensayos de vida que realiza la infancia, tal es hoy el papel del maestro. A la escuela del alfarero ha seguido la del jardinero. No es barro inerte al que hay que dar forma convencional y petrificada; son seres vivientes que en lo físico y en lo espiritual, han de crecer siguiendo sus leyes propias”
Aurelia Gutiérrez Blanchard.
En la España de 1887, había un 71,50% de analfabetismo total, en las mujeres la cifra se elevaba hasta el 81,16%. La ley Mogano de 1857 fue la primera en sugerir la formación en las mujeres y en 1882 se formó la Escuela Central de Maestros, lo cierto es que la formación de los/as niñas/os estuvo en manos de la iglesia en su mayoría, siendo los curas rurales (en los pueblos) y las congregaciones de monjas en las ciudades los encargados de la enseñanza. Ambos colectivos (curas y monjas) adolecían de escasa formación, ciñéndo su trabajo a impartir conocimientos religiosos y apenas las cuatro reglas. Nada más proclamarse la Segunda República los sucesivos gobiernos se impusieron la obligación de culturizar al pueblo. Sirva como ejemplo que desde 1932 hasta 1936 se construyeron en nuestro país 9991 escuelas (cifra cuestionada por algún historiador, aduciendo que parte de las obras habían comenzado durante la dictadura de Primo de Rivera) Lo cierto es que la República formó a 7000 personas con licenciaturas pero sin experiencia docente con el fin de incrementar el número de maestros/as del estado. Famosas fueron las misiones pedagógicas enviadas por el gobierno para cubrir los puestos de las escuelas rurales de los lugares más apartados de la geografía hispana.
Baste decir que en 1940 el analfabetismo se había reducido hasta el 40% y no precisamente por el impulso del año gobernado por Franco. La República supuso un avance de suma importancia para la cultura en general, y de forma especial en la enseñanza. Ni los más recalcitrantes enemigos lo dudan.
En cuanto finalizó la guerra, o durante la invasión de los golpistas en las zonas conquistadas o adheridas, cobró fuerza la obsesión del bando ganador en anular los avances culturales y en la enseñanza de los republicanos. Se creó un Juzgado Militar Especial de Depuración de Funciones Civiles, donde se examinaron los expedientes de todos/as las maestras y funcionarios del estado. Solo se investigaban el profesorado público, ya que de- los de escuelas privadas daban cuenta los directores. El autor José María Pemán, encabezó una comisión de depuración cultural que tenía a los maestros en el punto de mira, sin obviar a bibliotecarios, escritores, periodistas y toda persona de ideología democrática que tuviera algo que ver con la cultura. La censura fue instituida hasta pasado tiempo de la muerte del dictador…La ley impulsada por el ministro franquista Manuel Fraga, tuvo un falso ingrediente liberador.
La cifra de maestros depurados asciende a 564.269 de los cuales, algunos fueron apartados de forma total de la carrera, otros suspendidos durante años y bastantes de ellos/as fusilados. Los cargos de imputación eran peregrinos: Haber retirado los crucifijos de las escuelas, en función de las nuevas leyes de laicidad, llevar alguna insignia de significado “rojo”, contando que pare ellos “rojo” era cualquier demócrata, amante de la lectura, cultura, sindicalista, republicano, o simplemente neutro en temas religiosos. A veces fue la inquina del cura o de las fuerzas vivas del pueblo las que apuntaban con declaraciones injuriosas lo que suponía el “paseo” o el fusilamiento y posterior enterramiento en fosa sin nombre.
La escabechina con los/as maestras fue de tal calibre que nos faltan datos para consignar una cifra total de asesinados, pero podemos intuir que fueron varios miles debido a las cifras que vamos recabando de cada ciudad o comunidad. Para los fascistas era prioritario eliminar los vestigios culturales, bien explicado con la frase de Millán Astray ¡muera la inteligencia! que le gritó a don Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca, a lo que el sabio profesor, respondió: “venceréis pero no convenceréis” que le supuso el posterior asesinato, negado por las facciones franquistas y ya demostrado claramente.
Ese ¡muera la inteligencia! fue el sesgo seguido por la dictadura y el flagelo de tanta gente importante como fueron los maestros/as republicanos.
Con el triunfo del ejercito golpista, la enseñanza tornó a manos eclesiales cediendo parte del concubinato a Falange de las Jons, aunque en poco tiempo las eclesiales manos tomaron todo el poder. Como en tiempos anteriores, ambos estamentos, Falange e iglesia, carecían de formación académica suficiente para formar a los niños, tornándose a la secular carencia de conocimientos. Se tardarían decenios en obtener los mismos atributos que gozaban los maestros republicanos, no olvidemos que muchos de ellos/as se habían formado o mantenían contacto con la Institución Libre de Enseñanza (ILE) contagiados por los valores laicos, científicos y mixtos del Instituto formado por Giner de los Ríos.
Sirva como ejemplo de tantas/os como nos encontramos y que vamos biografiando la vida de Aurelia Gutiérrez Blanchard, nacida en Santander el uno de diciembre de 1877 de familia culta y burguesa, cuyo abuelo Castor Gutiérrez de la Torre (abuelo también de Matilde de la Torre) fundó la Abeja Montañesa, periódico conservador donde escribieron Pereda y variados intelectuales de la época. El padre de Aurelia, Enrique Gutiérrez Cueto fundó, a su vez, el Atlántico, periódico también de cierto prestigio. Una de las hermanas de Aurelia fue María Blanchard, siendo la madre, Concha Blanchard, hija a su vez de un francés de ascendencia polaca.
En la casa familiar se recibía a los más conspicuos intelectuales de la época, al citado Pereda, se unían Gómez de la Serna o Lorca, que escribió una elegia para María.
La familia de Aurelia tenía noticias de la Institución Libre de Enseñanza, conocían a Francisco Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón y a Gumersindo de Azcarate, seguidores todos del krausismo que conformó el ideario de la ILE. La misma Aurelia conoció de niña a Augusto González Linares que fue secretario de la ILE.
En 1904 muere el padre de Aurelia, trasladándose ésta con la madre a Madrid, a la vez contrae matrimonio con Manuel Barahona Mugërza que era de Granada. En 1905 nace la primera hija del matrimonio, Regina, y entre 1907 y 1909 nace el segundo hijo a la vez que Aurelia estudia en el Escuela Normal de Granada. En 1910 supera el examen de ingreso en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio, comenzado a dar clases en la Normal de Granada a la vez que tiene su tercer y cuarto hijo, ingresando en 1912 con el numero uno de su promoción en la especialidad de Letras. Todo esto siendo madre de familia, asistiendo a las clases embarazada y con una edad superior al resto del alumnado.
Llegados a 1914 Aurelia Gutiérrez Blanchard consigue plaza en Jaén, provincia con una tasa de analfabetismo del 80%. Es quizá ahí donde comienza el choque entre la formada Aurelia, de carácter marcadamente progresista y el conflicto con una parte menos interesada en la enseñanza de calidad y laica. En Jaén estaba Pedro Poveda Castroverde, llamado padre Poveda, que en 1911 había fundado la Institución Teresiana, con fines docentes de cierta calidad pero con un marcado tinte religioso. Ambos personajes confrontan por las diferentes formas de entender la docencia.
Aurelia solicita un traslado a Almería y en 1925 se trasladó a Melilla donde ejerció como profesora de Pedagogía y Practicas de Instituto General Técnico. En la ciudad que integraba parte del Protectorado de España en Marruecos, Aurelia ejerce una grata influencia, incluso estrena una obra teatral escrita por ella en una fiesta que organiza con ocasión de la llegada de catedráticos de Granada. La formación de Aurelia Gutiérrez Blanchard es muy extensa, incluso conoce perfectamente los métodos pedagógicos de Claparede, Dewey, Dacroly, Ferriére, Cousinel y Montessory.
En 1928, obtiene una beca y se traslada a Milán y a Ginebra con el fin de ampliar sus estudios. Aurelia, con esa marcha, se evita los últimos coletazos de la dictadura de Primo de Rivera así como los disturbios que se producen por parte de los estudiantes descontentos con el desastre político de la monarquía, formando la FUE que se manifiestan y protestan con virulencia contra el régimen.
Una vez acabada su formación en el extranjero regresa a Melilla. La zona está en plena conflictividad debido a las huelgas mineras del Rif, a donde se dirige Aurelia con el fin de entablar dialogo con los huelguistas y conocer su problemática. Este es un punto importante en la personalidad de estas mujeres, común a muchas personas de la época. Pertenecen, por familia, a la alta o media burguesía pero intuyen que por debajo de su clase social hay mucho mundo. Conocer las precariedades e injusticias de los trabajadores, las terribles carencias que tiene el pueblo les resulta prioritario, a la vez que toman conciencia de su deber para con la sociedad. Las/os maestros de esa España sumida en el Medievo, acceden a una lucha enconada en pro de la alfabetización, de llevar la cultura al pueblo. Y en eso hay que destacar los miles de profesoras/es que salieron de su confort burgués para cumplir con el mandato social. Muchas pagaron con la vida o con la salud. Todas con la libertad.
Ha llegado la República, no conocemos el ideario político de esta mujer, pero la imaginamos progresista, entusiasta republicana por las aportaciones de los gobiernos a la enseñanza, o al menos, las intenciones.
En 1933 el Ministerio de Instrucción Pública, nombra a Aurelia profesora de Paidología en la Normal de Valladolid. Se traslada con su familia a la ciudad castellana, que bulle políticamente. Aunque Aurelia no se manifieste sí está informada de los avatares sociales que se mueven en el país y muestra solidaridad con los diversos movimientos como demuestra la carta que envía en apoyo de los revolucionarios asturianos:
“Muy Sr. mío: El día 2 o 3 del corriente giré a esa administración cinco pesetas que supongo habrán recibido, pero por no haber yo escrito ignorarían cuál sería su destino, que es el de la inscripción a favor de los niños huérfanos de los obreros asturianos muertos en la revolución. Felicito a ese diario por su humanitaria iniciativa encaminada a suplir el bárbaro y cruel olvido de los que ni ante la infancia inocente desarman sus odios. Es preciso continuar la campaña hasta lograr que a ninguna de esas infortunadas criaturas falten ni el pan ni una protección amorosa”
Valladolid es cuna de Onésimo Redondo, fascista y admirador del nazismo. Familia de caciques agricultores castellanos. Redondo odia las pautas de la escuela pública republicana. Como ejemplo dejamos las propias palabras de Onésimo Redondo, excitando a los padres católicos a impedir ‘la prostitución a la que intentan conducir a sus hijas… Se refería, naturalmente, a la escuela pública.
La ciudad es un tremendo avispero de fascistas que enervan el ambiente y aunque Aurelia no muestra credo político definido, es fácil pensar que su liberalismo krausista además de su condición de mujer culta y moderna, entrañaba, para el fascismo incipiente, los ingredientes justos para generar odio.
Aurelia, además de sus clases, visita casas del pueblo, da conferencias, escribe artículos combativos sobre educación convencida, como estaba, de que solo la culturización del pueblo lo salvaría. Mientras, el cuatro de marzo de 1934 en el teatro Calderón de Valladolid, Falange Española y las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (de clara ideología nazi) realizan un mitin fusionando ambos movimientos. El fascismo se mueve con fuerza en la ciudad, se confeccionan listas negras en donde, a no dudar, Aurelia, está incluida.
En el acto intervenían la plana mayor del fascismo ibérico, Ramiro Ledesma Ramos, Onésimo Redondo, Julio Ruiz de Alda y José Antonio Primo de Rivera. Este hecho incrementó la inquietud entre los partidos de izquierda. Hubo duros enfrentamientos a la salida del acto y choques con la fuerza pública, de los que resultaron algunos heridos de bala. Pero fue la muerte del joven estudiante Ángel Abella García, de las JONS, lo que daría un vuelco a la conflictividad política en la provincia
Por este suceso fueron enjuiciados de urgencia en la Audiencia de Valladolid tres acusados, entre ellos Francisco Calle Blanco, alumno de Aurelia, antiguo miembro de la FUE y maestro nacional en Villanueva de los Infantes. Dos fueron absueltos, pero a Calle se le condenó a 14 años, 8 meses y un día de prisión. Esa condena fue recibida en la ciudad con indignación e incredulidad, ya que ninguno de los testigos de cargo certificó que el condenado estuviera entre el grupo que chocó con Abella; incluso el fiscal reconoció en su informe no tener pruebas acusatorias. Se organizaron manifestaciones y peticiones de indulto mediante una campaña de recogida de firmas en las que Aurelia participó activamente. Más de veinte mil se reunieron. La propia Aurelia, al frente de una comisión, se encargó de llevar a Madrid dadas sus excelentes relaciones con los altos cargos, como su antigua amistad con Marcelino Domingo, dos veces ministro de Instrucción Pública. Ello hizo que se presentara un recurso de casación ante el Tribunal Supremo.
Esta implicación solidaria de Aurelia Gutiérrez Blanchard, tanto como su historia de mujer culta y profesora de profesores, generó un odio hacia su persona que se contenía precariamente.
Percibe el peligro como se demuestra que el veintisiete de febrero de 1935 escribe a María de Maeztu solicitando el puesto de directora de la Residencia de Niñas, adyacente a la de Mujeres. María de Maeztu, tiene un alto valor intelectual, pero en esa época, su hermano Ramiro de Maeztu ha virado hacia el fascismo del que se convierte en teórico, y es posible que influyera en el ideario de María. Como sea, no se le concede el puesto siguiendo Aurelia sigue en Valladolid cercada por el peligro. Dejamos el texto de dicha carta:
“No soy joven ni vieja, 57 años. Estoy ágil y fuerte, gozando de buena salud. No dependo de nadie ni nadie depende de mí ya que de mis cuatro hijos tres están ya casados (…) Por otra parte me gustan tanto los niños, que son para mí la compañía preferida y jamás me cansan ni aburren (…) Naturalmente no me falta experiencia del gobierno de una casa y 20 años de profesora, diez de ellos en Pedagogía, me dan alguna en esta dirección. Hablo bien el francés y conozco el inglés y el italiano (…) Por último, para terminar este panegírico un tanto inmodesto (…) creo que poseo tacto social y carácter apacible y transigente sin excluir la firmeza necesaria para que las cosas de mi responsabilidad marchen bien. Si acaso, puede pedir informes al Sr. Zulueta, a la Sra. Cebrián, directora de la Normal del Hipódromo, al inspector Sr. Ballesteros que conoce mi labor como organizadora de la Normal de Melilla y fuera del terreno oficial a la Sta. Maravilla Segura, directora del colegio Paidós
El dieciocho de julio de 1936, la ciudad castellana se une rápido a los golpistas. Todo ha acabado para la escuela pública, para la modernización de la España medieval. Un telón oscuro se tiende sobre la sociedad. El veinticuatro de agosto de 1936, un grupo de falangistas visitan la casa de Aurelia, sacándola a empellones y la introducen en un coche para poco después ser asesinada junto a seis personas más. Avisada la familia reconocen el cadáver de la insigne maestra en el Depósito Judicial de Valladolid.
Como ella, miles de maestras/os de España son asesinados, muchos de ellos como Antoni Benaigues. Candida Bueno (asesinada por no poner crucifijo en su escuela en cumplimiento de las leyes gubernamentales, fue violada por sus tres asesinos) devota de la virgen del Pilar y creyente, además de maestra de Castiliscar. El matrimonio formado por Ceferino Farfante (33 años) y Balbina Gayo (34). Él era primo del escritor Alejandro Casona. Balbina a pesar de su juventud era directora del colegio público de Cangas del Narcea. La matan de un tiro en la nuca el 10 de septiembre de 1936. Como a Dioscoro Galindo, asesinado junto a Lorca, acusado por el cura del pueblo…Son tantos que necesitaríamos muchas páginas para citar sus nombres.
Con la victoria de los barbaros se puso en práctica el ¡muera la inteligencia! gritado en las sacrosantas paredes de la Universidad de Salamanca, delante de quien engendraba todo lo que querían destruir, Miguel de Unamuno que poco después fue asesinado, como un maestro más, precisamente, por amar la cultura y querer trasmitir los conocimientos a un pueblo que amaba profundamente.
https://www.rtve.es/play/videos/documaster/palabras-fin-mundo-unamuno/5942546/
Sirva estas palabras como un recuerdo más hacia los/as maestras españolas que amaban la vida y la educación y fueron asesinadas por ello.
564.269 fue la cifra de los depurados e investigados, algunos sobrevivieron imposibilitándoles ejercer su profesión viéndose obligados vivir de cualquier forma durante la dura postguerra. Creo que les debemos homenaje. Por mi parte, dediqué uno de los personajes más queridos y respetados de mi primera novela El viaje a los cien universos, a estas personas que demostraron de forma incontestable el odio del los barbaros hacia la cultura.
María Toca Cañedo©
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