Ella señaló un calendario. Él buscó un hueco. Ella adornó con flores la entrada. Él salió tan pronto que puso las calles. Ella usó de almohada dos nubes. Él enlazó dos trenes para llegar a primera mañana. Ella acudió a recogerle a una estación equivocada. Él se desesperó de esperarla. Ella quiso llamarle pero se había dejado el teléfono en casa. Él llamó por error a su esposa que estaba de viaje, y se pasó diez minutos contándole un cuento chino y obligándose mentalmente a no despedirla con un “te quiero”. Ella quiso volver a casa para intentar llamarlo pero por el camino su coche cayó por un terraplén. En el tren de vuelta él no llegaba a entender el porque ella no respondía a ninguna de las 16 llamadas. Ella sobrevivió hasta la noche. Él descolgó dos días después el número de ella para enterarse del accidente por su marido. Su marido llevaba dos días sin dormir y él tuvo que consolarlo, aunque la voz también se le iba quebrando por el camino. El otro le preguntó si podía imaginarse la vida sin ella y él echó un vistazo fugaz al calendario. Nunca la había conocido en persona. Entonces llamaron a la puerta y él se disculpó y colgó suavemente. Quería abrir la puerta a su mujer y decirle “te quiero” pero solo era otro certíficado.
Deja un comentario