Una de las víctimas del capellán Maskell cuenta que muchos años después se enteró de que estaba recluido en una residencia de ancianos y se presentó allí, vestida de rojo. Les preguntó a las enfermeras si podía saludarlo, alegando que había sido alumna suya. Se inclinó sobre su silla de rueda y lo miró a los ojos. Solo vio en ellos un vacío, la nada. Humo encerrado en un par de pupilas perdidas. Se consoló pensando que era una especie de compensación. El padre Maskell apenas tenía sesenta años pero su mente se había desconectado para siempre del mundo real. No guardaba en ella recuerdos de las visitas a la rectoría que obligaba a hacer a las aterrorizadas alumnas del instituto, tampoco sabía ya quién era, ni el poder que había tenido y que le había librado de dar cuentas ante la justicia. Parecía haber entregado su esencia, sus recuerdos, a cambio del horror que le sobrevivió, el que habitaría siempre, como un fantasma solitario, en las mujeres que tuvieron la desgracia de cruzárselo en sus caminos.
The Keepers, desoladora y lúcida radiografía de la autoridad moral corrompida, del poder fagocitador de la iglesia, un monstruo inteligentísimo y muy adaptado a la vida moderna.
Patricia Esteban Erlés
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