El reino, serie de Netflix

Reconozco que llegué a la serie influida por el efecto Streisand, debido a la queja vía twiter del colectivo de iglesias evangelistas Aciera, que quedó reducido a un pataleo un tanto misógino e injusto. Era tan burda la protesta de los evangelistas que me levantaron la curiosidad ¡benditos ellos!

Los guionistas del Reino, son dos, Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro ¿contra quién cargaron los pastores? Evidente, contra Claudia, sacando además a relucir su inequívoca postura feminista  a favor de la legalización del aborto en Argentina. Nada nuevo , estamos hartas de ver las mismas diatribas en la iglesia Católica, porque el tema de la serie es correlativo con cualquier religión o creencia. A la protesta twitera siguió una marea de solidaridad  hacia la condenada guionista. Lo habitual.

La serie no es un documental, es ficción, como tal debe ser visionada por más que moleste o escarbe en verdades  a medias. Es posible que el revuelto se origine porque algo pica en los centros de evangelización…o los señores pastores tienen la piel muy fina. La ficción es libre y como tal debe ser tratada. Como si alguien cuenta que hay un criminal que nació en León y los leoneses se mosquean.

La serie El Reino trata sobre el poder, la política y la religión de una tacada. Lo mezcla y hace una mixtura que nos mantiene pegadas a la silla en cada capítulo  deseando pasar al siguiente. Todo comienza con la presentación del candidato a presidente de Argentina. Un atractivo hombre de negocios, bien posicionado en la sociedad, con una esposa bonita, una familia modélica ¿les suena? se presenta como candidato por un partido de centro derecha recién creado a imagen y semejanza del candidato.  Reconozco que al señor Armando Badajoz (candidato)  podría haberle interpretado perfectamente Macri (o cualquiera de los líderes de nuevo cuño pensados y diseñados para el triunfo). Como vicepresidente, a las mentes oscuras del partido formado para la ocasión,  se les ocurrió nombrar a un pastor de una triunfadora iglesia evangelista, Emilio Vázquez Pena, interpretado magistralmente por Diego Peretti. La familia del pastor, con marcados  tintes shakesperianos, conforma un  mosaico de pasiones encendidas, complejos y  ambiciones desmesuradas. La cohesión externa, el filial amor que muestran en el templo no es más que una sutil tapadera que intenta y consigue taponar una gusanera.

La noche de la presentación el candidato es asesinado por un fanático que le apuñala. Ahí comienza la trama. Lo de menos es quién muere, lo que importa es por qué. Nos desfilan por la pantalla personajes perturbadores  con la maldad desacomplejada en estado puro. Hay escenas memorables, una de ellas la protagoniza el pastor Emilio en un coche donde desgrana un discurso en voz muy baja con una exquisita mesura dramática,  que nos deja en estado de shock y hasta nos produce una incierta y  perturbadora comprensión. Luego llega la metamorfosis. El mismo pastor que poco antes se nos ha mostrado en toda su abyecta vulnerabilidad , se  trasforma para articular  el memorable discurso presidencial de la ultraderecha más deleznable. Reconozco que los registros de Peretti me han subyugado porque la composición de tan complejo personaje tenia riesgo de convertirse en pantomima llena de excesos. Y no, al contrario, hace de Emilio un tipo creíble, poliédrico y perfectamente real.

Los pastores de este tipo se sienten  elegidos por un Dios carnal que aborrece a la homosexualidad, la ideología de género, la masturbación y cualquier falta al escalafón social. El rico lo es porque está bendecido por el Señor y bastante hace invirtiendo tiempo y riqueza en beneficio de unos pobres que deben agradecer el dispendio en vez de andar resentidos y maledicentes contra el derecho natural y la escala social. Saltarse el orden de esa escala es ofender a Dios y engendrar los males del averno.

Seguro que les suena de algo, queridas lectoras/es, si dudan, tomen un discurso de Bolsonaro,  Salvini,   Abascal o Monasterio -los que daba Trump eran demasiado esotéricos-. Se predica una moralidad estricta, una férrea unión familiar de cara a la galería mientras  de puertas adentro, los paradigmas voceados sean pura podredumbre o carne de psiquiátrico.

El capítulo final les dejará sin aliento y con cierto escozor en las entrañas, les diría que se  abstengan los conspiranoicos porque la vida se les tornará oscura porque  lo escuchado en la serie nos suena cada día en las noticias o en las notas de prensa. Verlo así, a bocajarro, es sobrecogedor.

Hay un personaje sin fisura,  con los sesgos de los malos de los de antes, Rubén Osoro (Joaquín Furriel) con discursos que nos levantan el odio, como el que nos desmenuza en pocas palabras las maniobras que se gestan para llevar a un hombre al poder. La descomunal red de subalternos creyentes que entrecruzan información falsa, reparten por las redes todo tipo de falacias como forma de destrozar la reputación de quien osa enfrentarles. La forma impía que  masacran al disidente, al que genera controversia

Nos sobrecoge por real, porque sabemos que de esa forma han llegado y llegarán al poder,  verdaderos indeseables, mediocres, medio tarados e ineptos. Son siervos de un poder desconocido y oculto que mueve los hilos de un capitalismo feroz. El problema surge cuando el mando lo alcanza un monstruo. Cuando el alumno se aventaja, coge carrerilla y deambula por los pasillos purulentos del poder ¿Qué puede pasar?

La trama se desenvuelve con la sincronía de un guion bien hilado, aunque a mi parecer sobran ciertos esoterismos que nos hacen perder credibilidad de lo que hasta ese momento eran patrones lógicos y bien estructurados, también las personas que se enfrentan a esos malos son un tanto estereotipos que vemos a menudo. Como la guionista es feminista vemos su mano en el personaje de la fiscal, que por una vez y sin que sirva de precedente, es una mujer y su ayudante un hombre.

No importan los pequeños fallos que se subsanan porque la gozada visual, el apabullante discurso social, nos dejan sin palabras.

No se pierdan la serie. Es corta y llegará segunda parte…deja el final bien preparado para ello.

Y no se fíen de los lobos con piel de oveja. Ni de los que se sienten a cubierto del mal porque tienen a Dios por amigo mientras quieren soterrar las libertades. De esos, menos.

María Toca©

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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