El último ajusticiado por garrote

La triste historia de la España franquista pone colofón a su historia de sangre y muerte con los cinco fusilados de 1975, militantes de ETA y FRAP, ampliamente explicados en nuestro artículo…https://www.lapajareramagazine.com/cronica-de-los-fusilamientos-del-75-entrevista-a-manuel-blanco-chivite

El 20 de Diciembre de 1973 salta por los aires el coche del entonces Presidente del Gobierno y mano derecha de Franco, don Luis Carrero Blanco. Con él, salta la sucesión del franquismo, el hombre de confianza del carnicero del Pardo, con quien había hecho la guerra y su más fiel compañero de armas. Franco está enfermo de Parkinson, sus lagunas mentales y físicas son notables y la salud se le resquebraja por momentos. El golpe recibido la mañana del 20 de Diciembre es descomunal para los prebostes franquistas que ven desmantelado un futuro ahogado por el Almirante. Es preciso dar un golpe de mano, demostrar que se sigue siendo fuerte, con la crueldad malévola que produce el miedo al pueblo.

Poco antes se ha detenido a Salvador Puig Antich, militante anarquista que en un forcejeo con la policía que va a detener a varios, se produce un tiroteo y muere un policía. Salvador es herido también y rápidamente se le acusa de la muerte del agente. En juicio sumarísimo y tan irregular como los de postguerra se le condena a muerte. Nada importan la falta de pruebas, que en el cuerpo del agente haya cinco balas y en la pistola de Salvador solo se disparasen tres…Los hechos ocurrieron en un portal y nadie analiza que bala y de que pistola fue la que mató al policía.

Se dice, que Puig Antich, al conocer la noticia de la muerte de Carrero, dijo: “ETA me ha  matado a mí también” en la seguridad que  tiene del golpe de efecto que necesitaba el régimen para demostrar a la población que el miedo doma.

Al tiempo un hombre atractivo, alto, de mirada perdida, que dice ser polaco, no tener familia y estar de paso por España, ha matado a un guardia civil y herido a otro. Confiesa llamarse Heinz Chez (o Ches).

En el crimen de Chez no hay motivo. Está tomando un café en un bar de  un camping de Tarragona, el agente entra y Chez dispara. No hay provocación ni disputa. Nada.  Sin mediar palabra. Ambos hombres, Puig Antich y Chez, han unido sus destinos y los de esta tierra regada por la vesania.

Al régimen le viene muy bien un crimen común de un tipo desconocido. Poco antes un guardia civil ha matado a un mando…pero eso no les sirve, no se puede matar a un servidor público. Sería un mal precedente, al guardia civil se le conmuta la pena de muerte. No así a Chez que envuelve con su condena la muerte de Puig Antich obviando la procedencia política del joven catalán en un delito común sin mayor sentido. El de Heinz Chez.

Un investigador infatigable, poseído por la obsesión que a veces invade el alma de los periodistas, Raúl Riebenbauer, persigue el rastro del supuesto polaco durante diez años. Sueña y respira con el personaje que llega a absorber su vida y su hacienda hasta ir descubriendo una  personalidad  completamente diferente a la trazada por el hombre que dijo ser y no es.

No es polaco, que es alemán, nacido en  Cottbus en la antigua RDA, obsesionado por salir del paraíso alemán y volar a la RFA, llega a España de forma casual para cometer un crimen que no tiene explicación.

Raul Riebenbauer, el periodista,  primero intenta creer que es inocente, para darse cuenta que da lo mismo. Georg Michael Welzel, verdadero nombre de Chez, será o no culpable de haber elegido mal, de cometer errores letales, de no tener criterio pero lo que en el libro nos deja heladas, es como un cúmulo de despropósitos le lleva a una muerte horrible que explica mejor que nada el espanto del régimen franquista.

Interpol  había informado de la personalidad real  del reo, pero la policía y los jueces no buscan a la familia, ni comunican al abogado civil nada. No conviene saber quién es y movilizar a un país o a una familia en su defensa. Es condenado a muerte y ratificada la pena después de una comilona donde el vino y la paella han sido abundantes  –Albert Boadella realizó la obra La Torna, basándose en esos hechos. Le costó la cárcel, exiliarse de España y posiblemente la muerte de su hermano-

Georg Michael Welzel, está  condenado a muerte como Puig Antich como escarmiento a un pueblo. Alevosamente se les condena a garrote,  forma medieval de matar. El problema es que hace tiempo que no se usa el garrote y el verdugo es inexperto.

Un hombre sencillo, José Monero Renomo, se hizo verdugo pensando que jamás tendría que hacer su trabajo. Error. Cuando fue avisado de que se precisaban sus servicios,  se negó hasta que la fuerza pública la condujo a la prisión de Tarragona donde estaba en capilla Welzel. Portaba un garrote oxidado que no sabía usar. Sientan a Welzel en una silla, se dan cuenta que no hay poste donde apoyar el garrote. El verdugo intenta el ajusticiamiento sin el poste…No puede. Hace un apaño con unas tiras de tela vieja. El reo sufre lo indecible con la carnicería que en la prisión se está haciendo. Alguno de los presentes se marea, otros salen del cuarto…No resisten la masacre tortuosa que le realizan a un ser humano.

Al fin, después de casi media hora de tortura, sangre y horror, Welzel muere. El presidente del Tribunal que le ha juzgado, Francisco Muro, impone la ley del silencio ante unos hechos que jamás debieron ocurrir. Amenaza a los presentes para que no cuenten nada de lo ocurrido en la sala de la cárcel de Tarragona. Le entierran en un ataúd de barato en una fosa común del cementerio de Tarragona, donde años después la familia le rinde sentido homenaje.

Años después, Raúl Ribenbauer, reconstruye todo el proceso pieza a pieza, la vida y la baraka del condenado y nos lo cuenta en un magnífico libro, editado por La Vorágine  hasta dejarnos sin aliento. Es una reconstrucción minuciosa de la investigación obsesiva de un periodista que persigue dar nombre y personalidad a un hombre que pudo ser culpable pero jamás mereció un fin como el que tuvo.

No se pierdan El silencio de Georg. Nos describe una España que no es tan lejana ni tan distante.

María Toca Cañedo©

Sobre Maria Toca 1674 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

1 Trackback / Pingback

  1. Puig Antich, cincuenta años después – La pajarera Magazine

Deja un comentario