Estuve en el lado oscuro,
estuve entre penumbras quejumbrosas
cegándome los ojos con humo
del incendio que preparó
la muerte en mi morada.
Estuve allí instalada,
pensé que se convertiría en casa
perenne y decorada
con espantos y noches
en celo, sin calmar mis ojos
con las nubes del sueño o el deseo
de volver, a estar aquí, sin más carga
que la pena acabalgada.
Me fui o me llevaron a remolque
de insomnios y perennes madrugadas
en que no amanecía,
donde la oscuridad se me estrellaba
contra el suelo, y yo, me dejaba llevar
a cualquier lado,
con tal de labrarme plazos de un olvido
o el ensalmo de saber que algún día
volvería a caminar, al otro lado.
Estuve allí, os cuento:
son negras la fauces que la adornan,
es un túnel fugaz
de esos que se transitan con cuidado
porque en cualquier lado
te asaltan las bocas
hambrientas, que contienen
dientes, punzantes, muy mellados.
Pensé que no volvía
que anidaba mi alma en lo oscuro,
y se quedaba yerta, en compañía
de la soledad y del pecado.
Estuve en ese lado,
donde la noche es pesadilla
y la mañana se enmienda
y no aparece.
Os lo confieso, estuve en el lado oscuro,
teniendo una única compañía
y estando hermanada con la muerte.
Si volví, es porque tengo un acicate,
una misión, un cuento, una parte,
que cumplir, antes de volverme al otro lado.
Quizá, tan solo tengo que contarlo.
#MariaToca
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