Si el feminismo es beneficio personal para algunas sin transformación radical del sistema injusto y desigual que habitamos, entonces no es para mí.
Si al expresar que soy feminista debo añadir sentencias tales como:
-No estoy enfadada con los hombres.
-No soy peligrosa.
-No todos los hombres son.
-No soy una amenaza.
Porque yo sí quiero suponer una amenaza a través de la lucha, el pensamiento y la acción, a través del trabajo diario acompañando personas.
Una auténtica amenaza para todo lo que NO.
Si el feminismo es un mecanismo individual de autoafirmación narcisista en el que por declararme como feminista todo lo que yo hago o digo es verdad, auténtico y certero, no es para mí.
Si el feminismo no es interseccional, no es para mí.
Si sirve para oprimir a quien ostenta menos poder, status o rango, tampoco es para mí.
Si el feminismo conlleva que cada vez que me contradigan en algo supuestamente me están agrediendo, entonces que no cuenten conmigo.
Que no cuenten conmigo para que haya un discurso dulce y melifluo, «bonito» para recibir un «bonita» por parte de los hombres poderosos.
Si el feminismo es un debate eterno sin consenso alguno de mínimos, peleas intestinas acerca de quién es más verdadera o certera o qué vértice es un posicionamiento de lesa humanidad y cuál te salva de la quema y te da patente de corso, que no cuenten conmigo.
Si el feminismo, prima, es algo que gira en torno a ti, a tus necesidades, a tus deseos y tu ombligo y adoctrinas al mundo desde un sentido de derecho individual en nombre de un TODAS ficticio, no cuentes conmigo.
Si el feminismo sirve para creerte con el derecho a avasallar, tener siempre razón y ser la presidenta del club de fans de «las auténticas», no cuentes conmigo.
No cuentes.
María Sabroso.
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