Son esas personas a las que nadie les cae bien, que ponen peros a los demás por su edad, por su situación económica, por su físico si no es normativo o porque tienen faltas de ortografía; seguramente también por a quién desean otros.
Son gentes que se apartan al pasar por delante de alguien sin hogar, que no miran a los ojos de aquellos a los que consideran inferiores en alguna escala mental limitante y tratan con sutil desprecio a los que creen están a su servicio.
Se trata de los que llaman con adjetivos despectivos a los que no han nacido en esta tierra o a los que sí pero tienen un color diferente y no manejan dinero.
Son esos que no se besan con pasión en público, no muestran su júbilo por una alegría ajena, porque supondría dejar de ganar ellos y vuelven la cabeza cuando ven pasar una pareja de chicos de la mano y murmuran un insulto entre dientes o incluso abiertamente.
Ser estreñido emocional es desconfiar también de todo el mundo, pensar que los demás tienen más suerte que uno en la vida y desmerecer los logros ajenos.
Estreñirse es creer que la diversidad psíquica o funcional es ser tonto, que la vejez es fea y que ser gordo es obsceno.
Es argumentar ante un éxito de otro un supuesto enchufe o situación ventajosa, pero nunca un esfuerzo, mérito o capacidad personal.
Los estreñidos son aquellos que creen que hay que hacer determinadas cosas a determinada edad, vestir de tal o cual manera según tu profesión o tu formación y salir con pandillas de amigos con estéticas homogéneas, profesiones y economías en sintonía y estados civiles similares.
Se trata de esos que creen que la gente desfavorecida económica y socialmente es semidelincuente y tan solo se dedica a recibir ayudas del Estado sin control.
Son esas personas que jamás dirían » te como tó tu cara«, nunca saldrían con alguien desempleado o pobre, no sueltan palabrotas y jamás, jamás pegan saltos al ver a una amigo o amiga querida después de tiempo o bailan como si no hubiera un mañana.
Son los que piensan que en el mundo siempre habrá ricos y pobres, nunca dicen la palabra follar y se peinan para que ningún pelo destaque libremente.
Esas personas.
Esas que no quiero a mi lado.
Y que últimamente veo demasiado.
María Sabroso.
Fotografía de la gran Diane Arbus.
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