Exposición de Dominique Gaviard

Emprendimos el viaje hasta un pueblo que aunque cercano, queda fuera del paso cotidiano, Quijano de Pielagos. La carretera se diluye entre suaves colinas salpicadas de arboles que matizan todas las posibilidades del verde. Una tarde soleada, con brisa suave que lava de nubes el paisaje. Rebaños de ovejas pastan tranquilas, algún paseante en bicicleta y pocos coches que nos cruzamos,  como si en vez de Cantabria, nos halláramos en una dulce Arcadia. Temo que, quizá, seamos la última generación en contemplar esa belleza tranquila. Dejamos atrás el puente romano de Puente Arce y buscamos el sitio a donde nos dirigimos.  En el centro cultural de reciente reforma, expone su obra Dominique Gaviard.

Al llegar nos espera un rato de soleada charla con amigos de la anfitriona. Tengo el placer de compartir aprecio por Elena Fortún con una de sus seguidoras, que agradece la publicación en #LaPajarera de una reseña sobre la escritora. Al poco nos adentramos en la exposición. La tarde sigue risueña lo cual hace de la tertulia un placer inesperado. Llega la hora de presenciar la inauguración del evento y nos encaminamos…

Nos espera una obra que sorprende;  se nos llenan los ojos con unos grabados luminosos, con textos y haikus   plenos de belleza, unas figuras que retuercen el arte con la voz de la naturaleza: troncos maltrechos a los que Dominique insufla alma, convirtiéndolos en grito de belleza. Caminamos por ese laberinto que es el arte dejándonos llevar, emocionándonos con la sencillez de los colores, de la alegría de vivir y de la encrucijada de sentir y amar. Tal como siente Dominique, colaboradora, que conocen ustedes por su bella prosa, y que hoy nos sorprende con una obra madura, bella y emocionante: Encrucijada. Una artista completa, que une la palabra al grabado, a la escultura, conformando  formas llenándolas de vida.

No se pierdan la exposición, de lunes a viernes… Además disfruten del paisaje, lo merece.

#MariaToca