Fantasías sexuales

Hace algún tiempo acudió a mi consulta una mujer con demanda de asesoramiento sexológico.
Indagando con ella acerca de sus fantasías, la intimidad con su pareja y lo que ella denominaba dificultades en el ámbito erótico me contó, mirándome con cierta sorna.
Mira, esto que te explico no se lo he revelado a nadie. Y nadie es mis amigas, mi ginecóloga, mis hermanas o mi pareja. Nadie es nadie.
Tú me hablas de fantasías y a mí me sale contarte algo impostado y construido acerca de tipos musculados, disponibles, atractivos y muy deseables.
Situaciones inverosímiles y aparentemente excitantes como playa tropical y cocos dulces.
Pero no es así.
Mi fantasía erótica más potente es que mi marido venga un día, limpie el baño a fondo, ordene el desastre, prepare el puré de mis hijas, les dé la comida, las lleve de paseo y juegue con ellas, las deje con algún familiar.
Mientras, yo ese día no iría a trabajar, dormiría doce horas, comería hidratos sin temor a engordar, me daría un masaje que me descontracturara, quedaría con él para tapear y nos miraríamos a los ojos sin hablar mucho, sentiría su presencia y lo olería, iríamos a casa (no necesito hoteles luminosos) y tendríamos un sexo lento, pasional y entretenido, horas de paseos lúbricos por nuestros cuerpos hasta quedarnos dormidos.
Mi fantasía no es nada tropical, como verás, ni kinky o peculiar.
Yo solo quiero que no me duela el cuerpo, descansar y conectar-
Diagnosticar dificultades particulares o conductas aparentemente problemáticas sin tener en cuenta lo relacional, económico, social y contextual es, una vez más, violencia contra las mujeres que acuden a las profesionales pensando que tienen un problema de deseo y en la respuesta de excitación que, simplemente, se llama agotamiento, capitalismo, machismo y patriarcado.
Buen día, otro día.
María  Sabroso
Sobre María Sabroso 130 artículos
Sexologa, psicoterapeuta Terapeuta en Esapacio Karezza. Escritora

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