Cuando mi amigo Ferris vino a Madrid acompañado de una buena gavilla de amigos que tienen mi corazón también, al terminar de ver «Torre del Aire » se levantó y aplaudió mucho y de pie. Esto de aplaudir de pie va más allá del gusto y está más bien en el guión de las devociones repentinas, tan parecidas a la emoción del amor a primera vista.
Después de la función (¿por qué cierran todos los restaurantes los domingos en las calles de los teatros, por qué?) hablamos mucho, mejor dicho: habló él. Y es que escuchar a Ferris es siempre otra devoción, pongan ustedes esta a mi nombre.
Me preguntó por la actriz que hace el papel de La Madre. Guadalupe Huertas Sierra, así le puso de nombre su madre, o su padre, o los dos, eso no lo sé.
Pues me ha herido como un rayo feliz, qué buena es. Eso me dijo o así.
Que Guada es una inmensa actriz lo saben hasta en el Gran Teatro Pyongyang de Corea del Norte, reconstruido a velocidad chollima después de su guerra civil que América perdió también, y donde el actor más grande es el sagrado líder.
Esa tarde Guadalupe Huertas Sierra ya había hecho «La dama del alba « y hacer a Casona no es hacer a Valentín Martín. Y no sé cuántos papeles habrá hecho en su carrera. Sé que Beatriz Jimeno Sicilia lleva 30 años haciendo teatro, algunos menos que Glynis Johns, 100 años cumplidos, y una nominación al Oscar en 1961 por su trabajo en «Tres vidas errantes «, la película que había hecho un año antes Fred Zinnemann sobre el libro de Jon Cleary que a mí me apasionó (el libro).
Ahora Guadalupe Huertas Sierra se enfrenta a un reto de máximo calibre: hacer » Las brujas de Salem » de Arthur Miller, y hacer el papel de Danfort, un cabronazo. Está visto que lo de Guada es ir siempre a contracorriente. Pido perdón por lo que a mí me toca, aunque la melopea de anís es de su incumbencia.
Arthur Miller no es solo el marido de Marylin Monroe, o el padre que renunció a su hijo lo mismo que hizo Neruda con Malva. Es sobre todo el dramaturgo con un elemento fundamental en toda su obra: la crítica social, y el azote de la sociedad conservadora de Estados Unidos. Trituró la mentira del sueño americano. El maldito Elia Kazan quiso acabar con él y no pudo, aunque logró meterlo en la cárcel.
De ese calvario personal nace «Las brujas de Salem «, el hermoso reto de Guada, la actriz que tiene dicción, presencia, expresión, escenario. Todos los registros para ser un gobernador si hace falta.
Y ya. No sea que me acusen a mí de anticuado, moralista y sermoneador, como a Miller. O de pijo, por merodear acacias y casitas para ricos.
Valentín Martín.
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