Uno de los debates que me parecen más llamativos y a su vez incomprensibles, es el de la heteronormatividad. Os sugiero como lectura previa, el primer artículo sobre heteronormatividad https://www.lapajareramagazine.com/heteronormatividad
No lo tildaría de incompresible, porque sea un debate vacío, al contrario, sino cómo se estructuran en colectivos los debates y cómo se excluye a las mujeres heterosexuales del propio, porque claro, no son lesbianas, son heterosexuales y por ende, son privilegiadas desde la perspectiva de la sexualidad.
Hoy vengo aquí a explicar por qué una mujer heterosexual no es privilegiada en un contexto patriarcal. Ni por ser nacida mujer, ni por ser heterosexual. Es un tema muy complejo y antes de nada diré que es solo mi opinión, aunque algunas opiniones son muy polémicas, las diré, porque me importa más bien poco la respuesta que genere y además voy a ser claro.
El sexo, como tal, es objetivamente binario. Hay dos sexos: varón y hembra. Una realidad como un templo. Que no es lo mismo que la identidad de género, que sería una percepción subjetiva de nuestra personalidad y su construcción.
A los hombres y a las mujeres se nos atribuyen socioculturalmente una serie de pautas culturales asociadas a nuestro sexo. La masculinidad y la feminidad, respectivamente.
Ser masculino o masculina no te hace hombre. Ser femenino o femenina no te hace mujer. Tampoco te hace heterosexual u homosexual. Te hace masculino o femenino, sin más.
El género no es propiamente binario, pero hablaremos en esos términos, por ahora, para que la explicación se entienda mejor. El género masculino está atribuido al varón, pero es un ideario perfectamente practicable por una mujer. La diferencia es que es menos común porque la socialización de géneros precisamente no permite esa disquisición.
Es decir, cuando vemos a un hombre que actúa de manera femenina pensamos dos cosas: se siente mujer o es gay. Sin embargo, si vemos a un hombre actuar de manera masculina, no notamos nada, simplemente es un hombre normal y ya está.
Esa es la constatación de que la masculinidad o la feminidad que no coincide con las expectativas sociales remueven sensibilidades y de alguna manera, exigimos una corrección. La disciplina de la que siempre hablo.
Un hombre masculino no debe ser disciplinado, pero un hombre femenino sí, porque nos chirría su forma de ser, porque supuestamente actúa. Y actúa como una mujer, porque las mujeres son femeninas.
Por tanto, que el prejuicio y el juicio están a la orden del día, es otra realidad como un templo.
El género no solo es binario, sino que también es jerárquico. Por tanto, aquellos que cuestionen la normativa sexual como ideario colectivo están constituyendo una acción normal como política, cuando en realidad, lo más seguro, es que responda a una preferencia personal que está asignada al sexo opuesto, por razones más bien culturales.
Os pongo un ejemplo tonto, si una mujer se pone una falda, todos lo vemos bien, si lo hace un hombre, hay debate aunque se respete. Es decir, algo tan cotidiano como vestirse, se convierte en algo político, en algo opinable.
Por tanto, el sexo es un estado biológico inalienable y el género es un ideario colectivo, binario, jerárquico, que ordena a la sociedad en subcategorías artificiales y que responde a pautas culturales y actúa como norma.
Por tanto, podemos hablar de la hetero norma. Si eres hombre y actúas como un hombre, no serás discriminado, sin embargo, si eres hombre y actúas como se supone que debería actuar una mujer, entonces rompes una regla de la hetero norma.
Antes de nada diré que cuando hablamos de hetero norma, nadie dice que sean los heterosexuales que estén conspirando contra nosotros y nosotras, simplemente, al ser una mayoría, se ha constituido como una hegemonía que marca la moral colectiva, convirtiéndola en leyes inquebrantables, que de serlo, remueven sensibilidades, de las que ellos se benefician. Por eso hablamos de personas privilegiadas en ese contexto.
El movimiento transactivista, al que admiro por muchas razones, ha desarrollado una teoría de la evolución del género que ha llegado, y perdón por la expresión, al absurdo. Negando la existencia de hombres y mujeres, al tiempo, que se catalogan como hombres y mujeres.
Han intentado consagrar una forma de percibir el género como una identidad que no se puede disociar del sexo, al tiempo, que consideran el sexo como una parte de esa identidad. Catalogando, no solo el sexo, sino también la percepción subjetiva que tengamos sobre él.
Traducción: si te sientes mujer, eres mujer.
Lo cual, ha conseguido que entendamos socialmente que ser hombre o ser mujer no es un estado biológico tan común como ser blanco o tener 53 años de edad. Sino que han convertido ser hombre o mujer en un aspecto emocional y entenderlo como una identidad seleccionable en función del género. Creando términos como CIS, cisex, cisexual o CIS género.
En definitiva, estamos delante de unas siglas que se refieren a “Coincidencia de Identidad Sexual”. Es decir, construyen la idea del género inalienable al sexo. Lo cual es una teoría descabellada y demasiado parecida a la patriarcal.
El sexo no es una identidad, porque no es una percepción subjetiva. Es esencialismo puro, no hay constructivismo en ese estado biológico. Es una realidad material y es meramente genital. Tiene que ver con la reproducción, con la paternidad, con la maternidad. Es evidente.
Sería como si yo dijera que me siento negro. Todos sabemos que ser negro es un estado biológico y que no puede cambiar. El sexo es igual y además, no pasa nada. Está bien, no es problema. Y por cierto, como dato curioso, el movimiento trans raza existe.
Y ahora os estaréis preguntando ¿por qué está explicando esto y qué tiene que ver con las mujeres y la hetero norma?
Estoy explicando esto, porque si entendemos que un hombre puede ser una mujer solo porque se adapta a los roles de género femeninos, lo que estamos haciendo es socializar con mayor intensidad los roles femeninos heteronormados, el género jerárquico como elección, desdibujando el machismo, porque desaparece el objeto de discriminación sin desaparecer la discriminación y, a la vez, instrumentalizando la inclusión como arma de doble filo. Es decir, estamos diciendo que un varón y una hembra pueden ser mujeres, porque les gustan las cosas de mujeres y eso obligatoriamente contradice al feminismo.
No me explico cómo una feminista puede defender que un niño en realidad es niña, porque le gustan las barbies, vestirse con vestidos, tacones y maquillarse. Porque, al final, es eso. No me lo explico y algunas, demasiadas, lo hacen.
No me explico cómo pueden defender una construcción cultural construida para someter a las mujeres. No me explico cómo permiten que se las llamen CIS como si fueran privilegiadas, porque han nacido mujeres. No me lo explico y menos conociendo la realidad de las mujeres.
Y eso, aunque parezca demencial, ocurre. Yo he visto como transactivistas llamaban CIS y transfoba a una mujer por decir que la maternidad estaba mal vista y que estaba sujeta a la discriminación machista ¿Sabéis por qué? Porque hay hombres transexuales que también pueden gestar y claro, la gestación es cosa de “persones con vagina”, no de mujeres.
¿Os dais cuenta cómo se borra a las mujeres de la faz de la tierra, cuando otros intereses confrontan? De todos es sabido que la maternidad a nivel empresarial es un problema, pero para ser inclusivos hablemos de personas gestantes. Es decir, borremos a las mujeres que son las que sufren esta clase de violencia machista y pongamos el foco también en los hombres. Entonces, despedir a una persona gestante no siempre es machista, es decir, deconstruimos teóricamente una opresión para adaptarla a una categoría artificial.
Si no hay hombres y mujeres, tampoco hay violencia de género. No existe, porque como el sexo es algo identitario, si mi novio me pega pero yo me considero mujer, pues es violencia machista, cuando obviamente no lo es.
Y en esto me pongo de los nervios. La violencia entre parejas homosexuales, transexuales y etcétera NO ES VIOLENCIA DE GÉNERO. Es violencia intragénero, es otra tipología de violencia, pero NO ES LO MISMO.
¿A alguien le parecería normal decir que la mutilación genital femenina como la ablación, no se practica en mujeres, sino en persones con vagina, dejando la posibilidad de que tal vez también hay hombres? Es una burla en toda regla.
Más allá de eso, continúo. Si ser hombre o mujer no depende del sexo y por tanto, depende de los sentimientos ¿dónde queda la sexualidad?
Y alerta con lo que viene, que es genial. Yo soy hombre CIS, pero alerta, según el transactivismo no soy gay, soy fetichista de penes, porque si fuera gay también me gustarían los hombres transexuales y como los discrimino por sus genitales, en este caso, la vagina, soy: transfobo, transmisógino, machista, homófobo y desde luego, no soy gay.
Es decir que, al final, ser hombre, mujer, gay, bisexual, lesbiana o heterosexual es transfobo. Todo es transfobo, menos ser transexual. Es decir, que para ser transactivista tienes que negarle el sexo y su sexualidad al 99% de la población mundial.
El género es eliminable, porque es maleable, el sexo no. Por tanto, la transexualidad es una categoría artificial.
Con esto no estoy diciendo, ni negando que un hombre o una mujer puedan hacer lo que les dé la real gana con su vida. Defiendo y defenderé siempre que todas las personas se puedan vestir, actuar, pensar y sentir como quieran, pero no negando hechos y realidades objetivas que perjudican objetivamente a una mayoría.
Vayamos a los famosos privilegios heterosexuales de las mujeres. Aquí seré más breve.
¿Alguien me podría mencionar un solo privilegio? Uno. Tal vez, plancharle la camisa a su marido, hacer la comida o ser criticada por su aspecto.
La hetero norma no explica en sí unos privilegios asociados a los heterosexuales. A grandes rasgos, podríamos definirlo así. Aunque si analizamos más profundamente no se manifiesta exactamente en esa línea.
Si entendemos que el sistema social y cultural es patriarcal, el perfil hegemónico sería el hombre heterosexual, sin separar conceptos.
Es decir, la hetero norma y el machismo son dos caras de la misma moneda. Se necesitan para funcionar. Las mujeres, en todo caso, son víctimas de la heteronorma, no verdugos.
Todo lo que tiene que ver con los estereotipos de belleza, comportamiento, vestimenta, actitud, alimentación y peso, la sexualización, la objetivización y la cosificación sexual, no son privilegios, son fórmulas de discriminación y opresión.
Es completamente absurdo decir que una mujer tiene privilegios por ser heterosexual. Fundamentalmente, porque, como ya he dicho, el desarrollo emocional, personal y colectivo de las mujeres responde a unas características patriarcales que desencadenan conductas para satisfacer deseos masculinos.
Por ende, no es un privilegio, más bien lo contrario. La heteronorma regla normas sexuales para las mujeres, inquebrantables y que de su no cumplimiento, hay consecuencias disciplinarias.
En el caso de las mujeres heterosexuales, ser heterosexual va asociado a todo un complejo y estructural sistema normativo cultural que las limita a ser de una determinada manera. Es decir, que ser heterosexual para una mujer significa un aprendizaje asociado a servir y dar cobertura a los deseos de los hombres. Al final, nos damos cuenta que el machismo y la hetero norma responden, en el caso de las mujeres, como dos agentes socializadores de la misma opresión.
El machismo socializa la idea de que una mujer está mejor en la cocina y la hetero norma, entiende que la función de la mujer en una relación entre hombre y mujer, es la de cumplir el rol anterior. Es decir, la heteronorma enfatiza el machismo y estaremos de acuerdo que algo que enfatiza el machismo, no puede ser considerado un privilegio.
Traducido: el machismo entiende que el lugar adecuado de una mujer es la cocina y la heteronorma entiende que tiene que cocinarle a su marido.
Por tanto, una mujer heterosexual tiene todas las papeletas para ser víctima de machismo indirecto y directo, interno y externo, individual y colectivo, social y cultural.
De privilegios nada. Ya está bien.
Para acabar os recomiendo una película muy buena que habla de cómo nace la idea de la transexualidad. Se llama: “Something must break”.
Es una película sueca que, a grandes rasgos, muestra como la idea de ser mujer, siendo hombre, es una vía de escape a una sociedad heteronormada y patriarcal, al tiempo, que parece ser una adaptación al propio sistema social.
Si eres hombre, gay y actúas como se supone que actúa una mujer, no serás aceptado, pero ¿y si soy una mujer heterosexual que actúa como una mujer?
Habla de cómo la identidad colectiva puede afectar a nuestra percepción de las cosas y plantea si la orientación sexual es constructivista (género) o esencialista (sexo).
Bueno, ya he terminado, ahora os dejo acusarme de ser proclive a Hazte Oír.
¡Yo! Que me manifesté en su contra. Hay que ver.
¡Hasta la próxima!
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