
Quedan pocos de los que lo vivieron; los que están llevan la memoria diluida por nubes de algodón prensado por los años. La memoria se deposita en nosotros, nietos/as de los derrotados/as, que recogimos la simiente de aquella herida y la germinamos con un ansia de concordia y libertad que nada ni nadie nos arrebata. Ya vamos peinando canas, también. Por eso queremos dejar huellas de la historia que se vivió. Queremos posicionar en el justo balance el drama que vivieron muchos. Los derrotados. Los que se levantaron el día 26 de Agosto de 1937 en Santander, con un sabor ácido en la boca. El de la derrota. El del fin del sueño de ser libres, de tener dignidad, de levantar la vista de los zapatos del amo, justo hasta el cielo. Y se tragaron el miedo, la sangre y la derrota como siempre lo hacen los que pierden, en silencio, bajando los ojos pero manteniendo una pequeña llama dentro de ese corazón enmohecido con el recuerdo de lo que pudo ser.
Hoy hace ochenta y cuatro años de la derrota. Entraron por Cuatro Caminos, regulares, tropas moras e italianas. Exultantes, borrachos de revanchismo, ira ciega y orgullo de aplastar la libertad. Como si fuera posible. Como si al matar al ser humano no se levantaran manos retomando las viejas ideas. Lo hicimos, lo haremos y lo harán. Ellos, nuestras abuelas/os , las perdedoras, quedaron encerradas en la Plaza de Toros, en la Tabacalera, en Caballerizas, Salesianos, Oblatas, Provincial, Santa Clara, Corbán… más que me dejo, porque durante muchos años la abyección y la miseria humana se personificó en los vencedores queriendo, además de matarlos, borrar la memoria. No lo han conseguido, al contrario, cada día nos levantamos con la conciencia de pertenecer a un clan muy digno. Hubo tiempo que los presos reventaban las prisiones, los campos de concentración. Se habla de más de 70.000 presos/as ¡en el año 1937! En Santander. El odio y la venganza de la gente ruin cunde mucho, y el fascismo español triunfante de la guerra era muy cobarde, muy vengativo. Lo sigue siendo.
Hoy no festejamos. O quizá sí. Recordamos con orgullo a los Juanes, Tasios, Manueles, Antonias, Matildes, Jesuses, Carmenes…a tantos que asumieron la guerra como una derrota personal. Algunos yacen en tumbas desconocidas, porque el odio cainita de los vencedores se mantiene aún. Otros se fueron apagando en la desdicha de una dictadura que se les hizo muy larga. Alguno queda aún y celebra con los ojos empañados cada 14 de Abril ese sueño que truncado entonando la Internacional y blandiendo esa bandera republicana que más que bandera es esperanza.
Cometieron errores. Se equivocaron mucho, como cualquier gobierno de un país dividido, analfabeto y manipulado por señores feudales al frente del cual hubo una infame monarquía que no le dejó medrar y una iglesia garante del poder que solapaba conciencias con el miedo y el infierno sin darse cuenta que ese infierno se vivía ya. En las casas donde se comía pan reseso y cebolla. Poco más porque el resto era de los amos.
El mundo apoyó al bando equivocado pagando luego el diezmo en una guerra infernal que a poco nos borra de la tierra. Hace cuatro días celebramos como la Novena entraba en París con muchos españoles, porque no se conformaron. Les crecieron alas en los pies y salieron hacia Francia que les recibió como madrastra con alambres de espino. Poco después les llamó y todos a una reaccionaron y salieron pitando con sus viejos uniformes destartalados a combatir de nuevo al fascio. Como hicieron en la patria solo que no era la suya aunque lucharon por la común: la libertad, la democracia, la justicia social…
Esta vez ganaron, solo que la victoria no llegó a esta vieja patria a la que soñaron volver como libertadores. Murieron con la nostalgia de la libertad pegada a las pestañas.
Hoy es 26 de Agosto. Hoy hace 84 años de la derrota. Con la caída de Santander se asestó un duro golpe a la República puesto que se rompió el frente norte. Ciertos historiadores dicen, que ese día, se perdió la guerra, lo que vino después fue una larga penuria de muerte y heroísmo. De la entrada, o de la victoria, dicen ellos: los ganadores, porque aún lo son. Hace pocos días uno de ellos me dijo: «joderse, que ganamos la guerra». Y me lo dijo con ira en los ojos, con la rabia que da la sangre y el odio mal digerido. Para algunos es axioma. Ganaron la guerra y la perdimos los de siempre. Las de abajo; a los que los sueños nos suelen costar caros.
Hoy quisiera enjuagar las lágrimas que el abuelo Juan derramó por su hermano Tasio de 17 años que murió asesinado sin causa, sin juicio y sin ninguna razón, por Matilde Zapata que fue fusilada por escribir, por ser libre y volar , por Matilde de la Torre que marchó dejando el corazón en su Cantabria, por la familia Cortezón, y por tantas/os que hemos ido desgranando en las páginas de @LaPajareraMgzn como humilde homenaje y recuerdo.Quisiera poder decirles que ya no hay odio, que ya no quedan calles con nombres de vencedores, que no quedan monolitos que les recuerden el miedo. No puedo. Sigo año tras año prometiendoles que el siguiente…y aún no he podido cumplir mi promesa. Y los pocos recuerdos que les dedicamos son ultrajados cada poco. Sacaron al sátrapa de Cuelgamuros solo falta sacar de la conciencia de algunos el odio y el resentimiento de vencedores. Los lúgubres ojos de piedra de ese monolito conservan el miedo de un país que vivió bajo el fascismo y aún no se lo ha sabido sacudir del todo. Sería hermoso poder sanar las heridas haciendo justicia para luego olvidar y recuperar un país que siempre anduvo perniquebrado. Quisiera contar a mis (sus) muertos que la familia Franco es una más, que calla por la vergüenza de haber presidido un genocidio, pero no puedo porque siguen recibiendo honores, disfrutando de lo robado a los españoles, que sus sucesores nos siguen gobernando como en el Medievo. No hay paz porque no hay justicia. No hay perdón porque jamás se reconoció que fue un golpe de estado fracasado, al que siguió una guerra y una represión atroz. Porque los derrotados siguen descansando en cunetas sin paz y sin un rezo. Y los triunfadores disfrutan del expolio.
Espero que no tengan que decir lo mismo mis nietos. Espero algún día abrazar a alguno de los que venció y que ninguno recordemos la causa por lo que se peleó porque todos vivamos en paz, en una paz justa, equilibrada y que superemos el odio de más de dos siglos.
Mientras tanto, hoy celebramos que llevamos la llama de la libertad, que sigue más fuerte que nunca. Que ganaron la guerra pero de siempre, los que odian, tienen perdida la paz.
María Toca Cañedo. Con respeto y amor, para Juan y Tasio Cañedo.
Se los llevaron.
Salieron de su casa muy de mañana,
se los llevaron presos,
camino de camposanto o de la era.
Se los llevaron.
Salieron despacito, sin hacer ruido,
llevaban en las manos grilletes viejos,
en los ojos el miedo y en el vientre,
madre, en el vientre, llevaban todo el frío
que tiene el plomo cuando se hiere.
Se los llevaron.
Madre, camino de la iglesia.
Se los llevaron.
Otros van de la mano hacia la hoguera.
Y caminan despacio.
Se los llevaron, niña, encierra esa lágrima
entre los tibios huecos de tu mirada.
Que se los llevan, madre, hacia la iglesia,
no sé qué será de ellos, madre,
tal vez se mueran, o como a los toritos,
nos los degüellen.
María Toca
Dedicado a ellos, a los que se llevaron.
Santander- 26 de Agosto.2020. 83 años después.
Qué gran reportaje María. Qué ilustrativo, didactico y pedagógico. Respetuoso y reivindicativo ese texto y elocuentes ilustraciones. ¡Qué imprescincible se está haciendo este blog de la pajarera magazine
Hola María,
estaría bien que hicieras un poco de introducción previa a la entrada del bando ganador que tiene mucha relación con todo lo que comentas.
Pero no podemos ocultar los delitos cometidos por el bando republicano. En Cantabria se cometieron más de 1100 asesinatos del bando republicano. Se persiguieron vecinos por no declararse republicanos o se señalaron personas que pensaban diferente simplemente «pq caían mal», envidias, y otras cosas comunes previas a la guerra.
Si analizamos la historia como es, vemos que todos esos crímenes de persecución de ideales originaron, entre otros factores una guerra entre gente que pensaba diferente. Hablemos de ello, sin tapujos y solamente entonces, esta sociedad empezará a cambiar…. mientras no seamos neutrales y dejemos de «lloriquear» como «perdedores» seguiremos con la herida abierta. En parte, tú estás motivando a que sigamos divididos. Gracias
Saludos
Maria,
es imposible tener un debate cuando difieren tanto nuestras formas de entender los hechos reales y datos. Sobre todo cuando usted me mezcla churras con merinas y me da daos de mil cosas que ni vienen a cuento. Le recomiendo un cursillo de comprensión lectora + análisis de datos numéricos .
Vuelvo a insistir en los links anteriores de un estudio real, una fuente que le he pasado la cual solo tiene una interpretación basada en hechos y datos, aunque quiera justificar su punto de vista y adaptar la página / contenido a su argumento.
En los enlaces que le he pasado, no se habla de 1100 «detenidos» (usted ha puesto esa palabra por que le ha salido del arco del triunfo). Si usted se fija bien, la palabra que figura en el título es de: VICTIMAS
De todas formas, más abajo y por si no queda claro, en el apartado de «Relación de Víctimas», dice claramente que «El total de víctimas de la represión republicana en Cantabria es de 800 MUERTOS y 343 DESAPARECIDOS. La cifra gira en torno a 1.144 cántabros». Si se pone usted muy tikismikis le compro que desaparecido no es lo mismo que asesinato…igual se fueron de vacaciones a Cuba.
Son datos. No los intente maquillar ni adaptar a sus argumentos, acepte la historia y sobretodo acepte que ambos bandos cometían crímenes bajo el mismo objetivo, que era doblegar a quien pensara diferente. De hecho, en ese link, también viene un comentario (realista) de lo que pasó: «Cabe destacar que represiones violentas de uno y otro signo no siempre fueron motivadas por razones ideológicas, sino que en los actos violentos también intervinieron envidias, rencores y resentimientos»
Mi critica desde mi primer comentario es que usted solo habla (con total libertad) que un bando era malo malísimo. Pero yo tengo todo el derecho de poder decirle: «oiga, muestre las cosas como son, que el otro también era malo malísimo». Intentamos siempre maquillar al bando perdedor cuando fue, entre otras cosas, el bando que motivó una división del país. Esa es mi crítica.
Hasta aquí mi debate con usted pues acabé de rebote en este post y me da pereza seguir leyéndola.
Un saludo