Señor, llévame pronto.
Como todo hijo de vecino, sabrá usted perfectamente que la famosa catedral de Notre Dame ha salido mal parada de un catastrófico incendio, como casi todos inesperados a no ser que sean provocados. Por lo que sea, la cosa no ha salido bien. Lo que tiene el fuego, que arrasa.
Muchos siglos de historia, muchísimas obras de arte: pintura, escultura… y por no mencionar, la gran catedral. Maravillosa. Una pérdida cultural material muy relevante para la historia francesa y europea. En resumen, cualquier persona -con mas o menos deferencia- considera que es una pérdida cultural irreparable.
Si hasta aquí estás de acuerdo, quiero decirte que eres un colonialista, asesino occidental opresor, filofascista, neoliberal, terrorista, comunista, de Ahora Madrid o incluso de VOX porque los extremos se tocan, que no piensas en los niños que se ahogan en el mar, porque eres un hijo ilegítimo de un LGTB y además has abortado tres veces en lo que va de año.
Creo que no me he dejado nada.
Justo ayer, una monja -con la autoridad moral que le da serlo- que se llama: Sor Lucía Caram, dijo tal que así: “Gran pérdida el templo de #NotreDame arde en llamas Gran pérdida y no hablamos de las piedras vivas del templo de la humanidad: personas que mueren ahogadas en nuestros mares y eso, no es catástrofe,ni ocupa informativos ni titulares, y #TambiénEstáPasando.”
La crítica sobre dónde ubica el foco de lo mediático es muy legítima y muy necesaria. Si la prensa está en el foco y la crítica es sana, no veo problema alguno. Es perfectamente normal que alguien que forma parte de una institución que siempre ha pensado en los más desfavorecidos esté realmente concienciada. No como nosotros, simples mortales que no representamos a dios en la tierra.
En este twit se leen muchas cosas. La mayoría entre líneas. Primero de todo, intentar vender la idea de “iglesia pobre”. Una especie de “bueno, si perdemos un edificio, qué más da, si total, no hemos pagado impuestos ¿nunca?” y acompañado de: “la verdad es que es más importante la vida humana, menos mal que esos pobres siervos de dios me tienen entre ellos, sino ¿quién podría recordárselo?”.
Gracias Lucía por recordarme que la vida es muy importante. Sobre todo cuando haga la declaración de la renta y no marque la casilla de la iglesia. Es que resulta que para mí ser provida es desterrar por completo a la iglesia, que no es más que una secta convertida en un coladero de dinero público. Ya lo siento.
Que yo considere que el incendio es una desgracia, no me obliga ni a la más mínima empatía y/o respeto a quien la valora solo por su categoría religiosa. No soy creyente, no respeto ninguna creencia religiosa para nada. Sí a las personas en su libertad de expresarse en ese sentido y mientras yo viva, todas esas expresiones serán bienvenidas al menos en mi entorno, pero si cabe que pueda expresar mi desapego y mi indiferencia hacia la religión per se sin acabar en la cárcel, mejor que mejor.
En definitiva, si no era suficiente, ahora resulta que el simple hecho de que los medios de comunicación pongan el foco en algo tan mediático es sinónimo de otras cosas que no tienen mucho sentido, pero si tienes la suficiente capacidad como para tergiversarlo todo, no te preocupes, que le encontrarás el qué.
Aparecen cartelitos y memes sobre cuán injusta es la vida cuando La Sexta habla de esa catedral que no le importa a nadie y no habla de los niños que mueren en el mar. Qué injusticia que RTVE hable de la dichosa iglesita de mierda y no de la guerra del Sahara Occidental. Qué gentuza aquellos empeñados en convertir una alegría en tragedia, se ha quemado una iglesia, un minipunto para los anarquistas, pero no hablan de si somos pronadores, supinadores o del cambio climático.
Eso no es sensibilidad. Es casi todo lo contrario a la sensibilidad.
La sensibilidad es un sentimiento humano dirigido a expresar la realidad de las cosas con el objeto de visibilizarlas y promover la compasión. La sensibilidad no es rajar sobre un problema, frivolizar sobre la guerra, dar argumentos simplistas sobre algo muy complejo, atacar a los demás con tus comentarios “súper concienciados” para dejar claro que tú y solo tú estás en todo. Banalizar la guerra, la muerte, la migración forzosa, la violencia, no es compasión, no es sensibilidad, no es conciencia.
Lo que dice esta señora, junto a lo que dice mucha gente es la suma de lo siguiente: falacia de autoridad + una falsa equivalencia + falacia por asociación + falacia por alegato especial + ad nauseam.
Es decir, una persona con autoridad moral (que lo que dice será verdad) hace una equivalencia entre dos situaciones catastróficas para asociarlas (que no tienen nada que ver), crear un paralelismo entre ellas en la que no existe una correlación argumentativa que se sostenga (no hay puntos en común entre el concepto “niño muerto” y “catedral incendiada”), hace un discurso en el que instrumentaliza el dolor ajeno, se proclama dios de la sensibilidad y lo repite como un loro. Ahora solo falta esperar un ratito para que pueda convencer a mucha gente y que le sigan haciendo el trabajo sucio.
Si en ese momento dices o haces la mínima mención o consideración a que esa correlación de ideas te parece demagógica (que lo es) y cínica, pues te da igual todo el dolor del mundo, porque durante un día, ha sido portada ese incendio para descartar portadas más importantes como la de niños desnutridos, guerras, golpes de estado o una foca muerta de sed.
La intención de la monja influencer y de toda la gente que comparte indeterminadas publicaciones en el mismo sentido, no es solucionar un problema, ni tan solo visibilizarlo. El único objetivo es expresar con una imagen lo que no son capaces de expresar con palabras sin parecer lo que dicen detestar. Son más humanos que tú, más sensibles que tú, más solidarios que tú, tienen las prioridades más claras que tú, son los más humildes del planeta y tienen tiempo para saberlo todo.
Los privilegiados dándonos lecciones de humanidad. Que alguien me despierte de esta pesadilla.
Debates sobre los motivos políticos, sociales, culturales y económicos de dónde se ubica la exclusiva periodística, los que queráis, debates de egos, ninguno.
Todos los debates pueden darse, pero tienen un contexto. Probablemente si el arte que se ha quemado fuera más accesible y conocido, estoy convencido de que el mundo sería un poco mejor. No es que lloremos la pérdida de una institución privilegiada. La categoría institucional siempre es criticable, pero debemos tener en cuenta que era un edificio emblemático, con siglos de cultura en su interior.
Todas las situaciones de la vida tienen capas. Por mucho que odies a tu padre, si se muere, lo vas a llorar aunque sea un segundo. Las cosas no se definen con una sola palabra, odiaba esa pregunta en los comentarios de texto ¿cómo voy a reducir toda una realidad con un concepto? Es imposible.
De partida, entender que la quema de una iglesia con siglos de arte en su interior es una buena noticia, ya de por sí es sesgado, pero hacer esas comparaciones tan frívolas, me parece de una impasibilidad y de una crueldad sin fin.
La iglesia apoyó genocidios, tapó y tapa violaciones a niños, apoyaron dictaduras de extrema derecha, podéis sumar todas las burradas que queráis a esta lista y aun así, la pérdida cultural arquitectónica es dramática a ese nivel.
Para los que dicen: “La única iglesia que ilumina es la que arde”. Solo diré que como mínimo hay que leerse el libro de Juan García Oliver: “El eco de los pasos” para saber lo que era el anarcosindicalismo catalán, CNT y demás y ya si eso después hablamos.
Nunca dejará de impresionarme que alguien se compre el libro de Marx: “El capital” por Amazon y busque “frases anarquistas” en Google, creyéndose el más revolucionario. Ironías de la vida. Ahora celebran un incendio accidental por facebook, atribuyéndose la autoría. Ay si Durruti levantara la cabeza.
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