A la memoria de Jonathan Swift.
Para controlar el terrorismo y la amenaza que para nuestra civilización cristiana, democrática y occidental representan los millones de hijos de indigentes que nacen cada día, si autorizamos a que una parte de esas criaturas, a la edad lechal de un año, puedan ser patrióticamente sacrificadas en el nombre de Dios, los derechos humanos y el hambre en el mundo, con la finalidad de que puedan servir de producto alimenticio de lujo, a todas aquellas personas que tengan pujanza suficiente para permitirse lo, contribuiremos no solo a que su muerte no sea una muerte inútil para la familia, para la nación , para el estado, para el mundo y el mercado, sino que además ayudaremos a generar un canibalismo sostenible, democrático y de progreso que estimulará la creación de nuevos puestos de trabajo fijos, pues la carne infantil será considerada de temporada todo el año, y al mismo tiempo contribuiremos a desarrollar la cartografía de un alimento original, moderno, de sabor reconocible y armónico. Manjar del que, “los gurús de la nova coussine de la marca España”, sabrán sacar un gran rendimiento económico en investigación y desarrollo para el estado español, a través de la musical interpretación de mente, ciencia y tecnología aplicadas a la cocina, como instrumento de creación de innovadoras texturas, temperaturas, aromas, sabores y belleza.
Estudio culinario que colaboraría a eliminar la bulimia de los culos de los ricos, carentes últimamente de incentivos suficientemente arriesgados en esta materia, sirviendo de socorro para que los poseedores de grandes fortunas del planeta puedan optar a la cura de su crónica tendencia a un tránsito intestinal final aburrido, por la indeseada ceguera de su ano, mediante platos tan poéticamente líricos, inspiradores, luminosos y humanos como el rulo encrespado de aguacate con tocata y fuga de criadillas lechales con el “pitillo de la criatura” anegado de pasitas de Corinto en vinagre de almíbar de ciruelitas violáceas de Calasparra, potenciadas con espuma de leche de “daucus carota” de la especie salivus o el adagietto de tuétano de muslito infantil salteado con picadillo de puntitas de lengua ahumada con incienso de eucalipto y espolvoreado con granitos quebrados de sal fresca al tartufo rosado del pájaro bobo del Himalaya, sin olvidar las osadas suits de percalina de queso tierno acompañadas de pompas de muselinas de alas de morcillitas a la sangre coagulada, caramelizadas con manzana asada y nueces confitadas. Platos diseñados todos ellos con el corazón y comprometidos con la pobreza del mundo a partir de un esmerado tratamiento musicalizado de la carne de los hijos de los pobres, huyendo de la fusión para defender la gastronomía nacional fomentando una dieta poéticamente sana y la amistad participativa de aquellos que como ya se habrán comido a los padres de esas criaturas hipotecándoles, enviando les al paro o echándoles de sus casas, parece que tienen más derecho a nutrirse con la nueva perspectiva de vida de la carne cocinada de sus hijos para así poder continuar desarrollando de una manera desinteresada, pero bien alimentados, revolucionarios mecanismos políticos que permitan se siga facultando a los pobres la codiciosa práctica de apretar se el cinturón de una forma estéticamente musicalizada y por supuesto desestimando siempre las apocalípticas actitudes anti sistema que pudieran derivarse de la liberal construcción de esa cocina democrática.
Y es que al doloroso “Ecce homo” de la irascible ceguera anal de esta pobre gente, se le debiera dar una respuesta bienaventurada, rápida, clara, artística e inspiradora para no contribuir a que la desgracia del hambre en el mundo, siga cebando se principalmente en los ciclópeos ojos del culo de las personas más beneficiadas del sistema económico actual, lo que podría considerarse como una clara discriminación del derecho que toda la ciudadanía tiene a un cagar sano, libre, rápido y limpio, para que la mierda de una manera complaciente, estéticamente compactada y suscitando emociones misericordiosas del alma, encuentre la luz minimalista que le permita un nuevo protagonismo saliendo sin cortapisas por los ornamentados interiorismos del ojo del culo restaurado de tan abatidos personajes, gracias a la consagración de esta cocina revolucionaria de la post vanguardia ungida por y para la auténtica libertad.
Enrique Ibañez Villegas
Excelente ironia para denunciar aquello que el mundo «civilizado» se esfuerza en no ver, Verguenza de «civilización» que olvida el derecho a la vida de todo ser humano independientemente del lugar donde ha nacido. Cun una minima parte de lo que derrochan las clases economicamente poderosas podriamos acabar con el hambre en el mundo y con las enfermedades que azotan a los paises con menos medios sanitarios y economicos. Hay! del dia que esta humanidad olvidada se rebele de verdad. Ya podemos empezar a temblar.