Adrienne Rich (Estados Unidos, 1929-2012) recoge en su diario Cólera y ternura: “Conservo un recuerdo muy claro, penetrante, de mí misma el día después de mi boda: barría el suelo. Tal vez aquel suelo no precisaba limpieza; tal vez yo misma no sabía qué hacer conmigo. Pero mientras barría pensaba: «Ahora soy una mujer. Esa es una actividad muy antigua; es lo que las mujeres han hecho siempre». Sentí que me doblegaba ante una antigua fórmula, demasiado antigua para ser puesta en tela de juicio. Esto es lo que las mujeres han hecho siempre”.
Laura Freixas (Barcelona, 1958) creía que a ella no le iba a pasar lo que a Adrienne Rich mientras barría: experimentar esa sensación paradójica de que hacer lo que “quería” hacer, la transformaría en una mujer muy distinta de la que había llegado a pensar. Cómo alguien como ella, tan preparada, tan leída, de una clase social privilegiada… iba a terminar por convertirse en lo que denomina «una maruja de lujo». La escritora, crítica literaria, articulista, editora, traductora y todo un referente del feminismo en España repasa en A mí no me iba a pasar (Ediciones B, 2019) su trayectoria vital desde 1985 hasta 2003. Una autobiografía con mirada violeta en la que reflexiona sobre cómo cae en el rol tradicional de esposa y madre, las contradicciones que eso le provoca y las facturas que termina pagando por asumir este papel.
“No es que yo no quisiera tener hijos. Sí quería tener hijos, lo que no sabía si quería era ser madre. Prefería ser padre”.
Laura Freixas prefiere convertirse (dado el contexto que le toca vivir y con unos referentes femeninos de la época tan dispares como Pilar Miró versus Isabel Presley) en un padre de los de antes y no en una madre abnegada que lo abandona todo por la familia. ¿Dejarlo todo? ¿Es posible? ¿Hasta un trabajo vocacional? “Podemos separarnos de las personas que amamos, pero no de nuestros proyectos de vida”, apunta Nuria Labari (Santander, 1979) en La mejor madre del mundo. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica; el amor por un hombre y la maternidad conducen a la escritora a un destino que no imaginaba descubrir.
Mediante una inteligente narración, giros en el tiempo y un humor fresco, la autora nos alumbra algunos de sus rincones más íntimos. Nos revela la amargura que sufre al ser consciente de la pérdida de su autonomía frente a un marido cada vez más ausente del hogar. También lo que supone quedarse embarazada, ser madre, la aventura de adoptar un hijo en Rusia y todo ello sin dejar de lado su pasión por la escritura.
“Ser madre tenía todavía otra cosa en común con escribir, pintar o componer: era empezar de cero, sacarse de dentro algo nuevo, algo que una misma no conoce hasta que lo extrae y lo despliega. Contemplar a mi hija, educarla, me producía la misma emoción que una primera frase, una primera nota, una primera pincelada; la misma posibilidad infinita, el mismo ensueño de poder crear algo perfecto”.
La creación y la literatura son otros de los temas que laten entre sus páginas. Freixas necesita salir de la vida, imaginar otras, sentirse libre un rato antes de bajar a sentarse a cenar con los niños o mientras juegan. “Yo de niña pensaba que los hombres viven y las mujeres leen”, anota que dijo Esther Tusquets.
A mí no me iba a pasar se saborea con gusto y sin descanso. Resulta complicado detener la lectura, pues nos encontramos ante una narración con ingredientes autocríticos en la que se reconocen con valentía las contradicciones humanas y eso nos toca. Freixas revisa de un modo exquisito, y lejos de victimismos, algunos de los años decisivos en su vida. Nos recuerda el peligro que se corre al creer en el cuento de las princesas Disney, en el que ella misma creyó, y en dejar nuestra autonomía a merced de los demás. Un libro a tener muy en cuenta de una figura tan relevante del panorama feminista español.
Reseña publicada en Estado Crítico.
Ana Belén Martínez
No soy objetiva, Laura Freixas es una mujer no una mujercita. Mujer con mayúsculas, feminista que nos ha desvelado a grandes mujeres de la literatura. Sus conferencias, disponibles para la gente en Youtube,son apasionantes y tiene el don de transmitir como Magister, una gran maestra que es. Y digo Maestra* porque a mí me encanta ésta palabra ,me llena y me huele a colonia fresca de niños, nuestras maestras esas grandes mujeres que en muchos casos y .e refiero a las que nos daban de todo en mi época, son las artífices de las futuras mujeres que leen, que hasta las etiquetas de los medicamentos. Que de alguna forma crean mujeres y lleguen o no a la universidad; tendrán una mochila de vocabulario de todo lo que sus maestras les hicieron usar los diccionarios. De buscar etimologías. De comentar a un@ autor y añadir anécdotas que an a conseguir que prenda la mecha de la curiosidad.
Que con la enseñanza de la Lengua y su aplicación en refacciones casi diarias,todo dependía de las horas dedicadas a la asignatura en mi caso eran » tres horas a la semana» ,en las que se leía las redacciones, se corregía la frase, párrafo . Y su sintaxis, etc. En fin Laura es profesora de literatura de otros niveles, pero en su forma de expresarse y enseñar en sus conferencias es para mí una marvillosa * maestra * de feminismo en modo literario.