«Siempre fui lo que nunca pude dejar de ser«.
María Zambrano
Y somos todo lo que nunca quisieron que fuéramos.
O, al menos, lo intentamos.
Las combativas.
Las que no se callan cuando les minimizan la voz.
Las que discrepan y discuten con vehemencia.
Las que no justifican el sistema social.
Las que no se amoldan a lo establecido.
Las que destapan lo injusto.
Las que son deseantes y lo ejercen.
Las que aman sus cuerpos diversos.
Las que maternan a sus maneras.
Las que gritan si han de hacerse oír.
Las que cumplen años alegremente.
La que no ocultan el daño.
Las que aprenden a defenderse y no acobardarse.
Las que se relacionan en pareja o no.
Las que se unen y se apoyan.
Las que no desean ser salvadoras de vidas ajenas.
Las que se aman entre ellas.
Las que no necesitan cualquier hombre ni cualquier relación.
Las de feminidad no hegemónica.
Las que aprenden sobre lo que les atañe, se conocen bien y se hacen responsables de lo suyo.
Las que van haciéndose maduras con un poquito más de paz, no sin dificultad.
Las que reciben en las reuniones familiares la expresión dudosa y cuestionadora de:
– ¡Oye, tú has cambiado mucho!
Y contestan aliviadas:
Sí. Afortunadamente.
Ahora me voy dejando ser.
Dedicado a Elena 
María Sabroso
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