La visita a la exposición del pintor turco Omer Ilksen Akcil, fue una grata sorpresa en el panorama visual para una novata en lides pictóricas. Les confesaré que me hice acompañar por Dominique Gaviard para dar pauta y orientación a la reseña que deseaba hacer a este pintor, debido a mi desconocimiento de técnicas y estilos . Soy iletrada, pero amo la pintura, me deslumbra la emoción que saben trasmitir artistas de verdad.
Omer vive en Santander. Le trajo aquí el poder inmenso de un amor que le atrapó hace unos años. Desconocido en la ciudad, nos comentó que es difícil vivir del arte, y más cuando ni conoces el idioma, como fue su caso, en el principio de su llegada a la ciudad. La fuerza de sus pinturas se acabó imponiendo, mostrando momentos íntimos personales del alma del artista. Esas mujeres negras que nos recibieron nada más llegar, nos muestran el desolado camino del exilio, de un camino a ninguna parte desde la sombra y hacia la sombra. Un brote de color, surge como milagro, en alguna de sus obras, que nos hace pensar en la montaña rusa de emociones contrapuestas. La alegría exuberante del amor y la soledad de un emigrado, de un hombre que conoce sus raíces, le duelen y siente la impotencia de no poder cambiar el mundo del que procede . Toda la exposición nos lleva de la mano hacia el universo contrapuesto, ora color y alegría , o negrura, sombras, zapatos arrugados, que nos van dejando las huellas del alma de Omer.
El espacio donde expone Omer, INDER Espacio es extraordinario, realza y da brillo a la obra, que destaca entre unas paredes altas, de un cálido blanco, donde lo que importa está enmarcado. Un gozo de exposición.
Sigan la estela de este pintor, no dudo que dará mucho que hablar.
Texto: #MariaToca
Imagenes: Omer Ilksen Akcil
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