Siento unas leves punzaditas en la garganta y el cuerpo un poco destemplado.
¿Habré pillado el virus de Wuhan? Menudas tonterías pienso.
Mejor me meto un paracetamol y tomo la cama, mañana será otro día.
¡Oh, dios!, no me está haciendo nada de efecto. El dolor de garganta es ya intenso y me despierta. No sé que hora es pero debo llevar varias horas durmiendo.
Tengo toda la faringe como un papel de lija del 400, cada bocanada de aire es más dolorosa que la anterior y me inflama el cuello. Tragar la saliva es un tormento y parece que tengo la boca llena de tierra. Masco los granos compulsivamente para liberarme pero cada vez hay más y más, todo es sequedad.
¡Que dolor! Voy a encender la lamparilla y no la encuentro. No, no, un momento, no encuentro las manos ni los brazos! Estoy hecha un ovillo entre las sábanas que me oprimen e inmovilizan todo el cuerpo.
¡Que angustia! Tengo que deshacerme de todo esto enseguida. Utilizo mis pies y músculos abdominales para empujarme y desplazarme hacia afuera, como si me desenroscara.
Todos mis poros epidérmicos están expulsando un sudor viscoso y frío que parece ayudarme en la tarea. ¿Tendré fiebre? ¿Me estaré deshidratando?
Quiero gritar y abro la boca para expulsarlo pero no hay sonido. No hay grito. En su lugar solo tierra y más tierra, dolor y más dolor. Mis cuerdas vocales han desaparecido.
Solo puedo retorcerme para intentar avanzar hacia arriba reptando.
Voy tomando conciencia de mi nuevo estado, de mi cuerpo: no hay manos, no hay brazos, no hay piernas, no hay ojos, no hay tetas … en su lugar un cuerpo invertebrado, blando y cilíndrico.
No hay duda: soy una lombriz o un gusano.
Dios, como he llegado a esto?
Saltan todas mis alarmas bip bip…bip bip … ¿qué hago? pido ayuda? ¿a quien? como?? bip bip … bip bip …
…abro los ojos, enciendo la luz, apago el despertador bip bip…bip , son las 5:30.
Puta pesadilla.
Estoy afónica.
(microrelato)
Silvia Augé Tarrés
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