El mar subía a comer en tus manos,
siervo era en tus pies, complaciente en tus rodillas,
hijo pródigo en tu cadera.
Un navegante perdido pasó de largo pensándote sirena.
Para ti todavía la espuma es espuma, la luz
un arma de defensa personal, los corales
un libro de cuentos. Pero la espuma es
la ilusión rota, el momento que se escapa
en el instante mismo de su goce.
El mar estuvo ahí, desde la negra noche
de los tiempos, esperándote a ti, templando
vientos; mas el no sabía de tu existencia, solo
estuvo ahí, sin mensaje, cargando su ignorancia
sobre las olas para mitigar el peso.
Llegaste , en un barco cargado de luces, hasta
la playa dormida en las sombras de la noche y el mar
bajo un silencio cósmico, grave y evanescente,
despertó para verte.
Mañana partiré, me perderé navegando
en un barco de sombras, en agitadas olas y
cantos marineros, y entre mis labios tristes
se mecerá tu nombre: Pilar.
Jesús Gutiérrez Diego.
Preciosa y tierna. Felicidades.