¡Qué repiquen las campanas!
Era pura falsedad
Como el hombre no es un ave
– dijo el obispo a la gente –
¡nunca el hombre volará! –
En el Sastre de Ulm de Bertolt Brecht
I
Por más que algunos aireen
que para vestir a los niños,
dado que tienen un pito,
por supuesto en la entre pierna,
el azul es su color
y el rosita el de las niñas
por el capricho divino
de crearlas Dios con una vulvita
en esa convergente parte,
yo les digo a los obispos a Papas y a cardenales
y a todo primate animal
que abandere esta determinante idea,
que el mundo se liberó,
hace ya unos cuantos siglos
de ser percibido plano
y muchos años después
debido al gran Galileo Galilei
perdió la centralidad,
que le adjudicó esa misma aventurera fe
que dice que los niños deben de tener pitilín en la entre pierna
y las niñas su vulvita,
aunque les aseguro también,
que hay niñas que carecen de vulvita
y niños de pitilín en la convergente entrepierna,
y sin ser aves plumíferas voladoras
valiéndose de artilugios varios
planean y vuelan felices
como lo hacen los pájaros
por todo el mundo.
II
Así que a aquel bicho raro
que en pasados siglos vive,
sea o no perteneciente a la curia,
y a los que con santo candor
preguntaba yo inocente
por favor me desvelasen las claves
del misterio Trinitario,
les pregunto sin inquina alguna
¿sí creen que fue una paloma,
de nombre Espíritu Santo,
la que inseminó a María,
en obediencia a las ordenes de un Dios despiadado
para convertirle en forzada madre de su Hijo
a través de un vientre tomado,
cómo no pueden creer
que hay niños que tienen vulva
y niñas que tienen pito?
Siendo hombres y mujeres
que viven entre nosotros,
que son honestos, honestas y honrados
y vistiendo como quieren
no están menos mal del ala
que los primates que creen
que solo por atesorar vulva o pito en la entrepierna
deben ser vestidos de color los niños de color azil
y las niñas de rosita.
Enrique Ibáñez Villegas
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